DIRECTOR ESTRATÉGICO DE LA MARINA REAL

Ramón Marrades: "La America's Cup fue una oportunidad para generar industria, pero se perdió"

26/06/2016 - 

VALENCIA. La Marina Real ha cogido carrerilla con la apertura del Marina Beach Club y la reciente puesta en marcha del proyecto del Veles e Vents con Heineken y La Sucursal. El pleno apogeo ha llegado el economista Ramón Marrades, quien ha sido nombrado recientemente director estratégico del Consorcio Valencia 2007

Se ha convertido en el encargado de trazar el camino para poder ejecutar las nuevas ideas del recién llegado presidente del ente, Vicent Llorens, quien ocupó su cargo el pasado mes. Marrades, columnista en Valencia Plaza, es licenciado en Economía por la Universitat de València (2009) y Master en Economía y Geografía por la Utrecht University (2012). Investigador en la Facultad de Economía de la Universitat de València. 

-¿Qué opinión tenía de la Marina Real antes de llegar?

-Sobre este espacio particularmente había pensado bastante. Los frentes marítimos, desde la perspectiva del urbanismo y el desarrollo económico, siempre son de los espacios más atractivos para trabajar y de los más conflictivos. Suelen ser muy atractivos para el desarrollo inmobiliario y generar dinámicas especulativas. Tienen unos condicionantes urbanos que son muy únicos y es fundamental la desaparición de la actividad industrial y su recuperación, algo que se puede hacer de muchas maneras distintas.

En el mundo hay casos donde se han recuperado esos espacios a través de la cultura, de desarrollos comerciales, con casinos, otros con actividades ciudadanas, y hay una variación muy grande aunque muchos se parecen. Es curioso el que haya un modelo de water front que en el Mediterráneo está replicado y que consiste en centro comercial, suerte de espacio público, restaurantes, discotecas, a veces un casino, a veces el acuario más grande del mundo,. Hay un modelo de urbanalización y yo creo que es una lástima. 

Pasa como con las vías del tren, que a partir de los años 80 se vuelve a prestar atención al agua. Por ejemplo en Londres, estaba de espaldas al río y ahora los apartamentos más caros son los que dan a él. Se vuelve a generar atención por la obsolescencia de la actividad industrial y hay una especie de lucha o unas dinámicas encontradas que generan resultados muy diversos. En el caso de Valencia, la transformación de la Copa América generó unas condiciones que son todavía más únicas. Es un espacio de la segunda desindustrialización, que es la desindustrialización de los espectáculos y los grandes eventos, como podía ser la Ciudad de la Luz. 

Hay pocos espacios de esos ya que no se ha desindustrializado porque se haya ido el constructor de barcos, sino que es algo más acelerado y el proceso de transformación del espacio no se ha llegado a completar desde un punto de vista neoliberal. Aquí no tenemos un centro comercial, no tenemos una densidad de bares y discotecas y entonces aparece un montón de espacio vacío que es interesante como infraestructura, interesante urbanísticamente y que se puede aprovechar de una manera muy distinta.  Antes de llegar aquí pensaba que la cultura es un antibiótico de amplio espectro y una gran manera de recuperar un espacio junto a la innovación y la creatividad.

-¿La America’s Cup fue algo bueno o malo?

-Honestamente, estando aquí me ha cambiado un poco la perspectiva. Tenía una opinión probablemente más sesgada y menos razonaba porque ponía en el mismo saco la Copa América con muchas otras cosas. Cuando te pones a analizar la transformación, los procesos de gestión, aunque hay elementos con los que no puedo estar de acuerdo, es verdad que la Copa América no es comparable con lo que pasó en la Fórmula 1. Era un evento con una dimensión más importante, mejor planeado y con unos impactos a largo que eran más importantes. No creo que sea un modelo que tuviese sentido aplicar ahora porque está contextualizado en un periodo determinado, pero ha tenido cosas buenas y malas, pero también buenas.

-¿Qué cosas buenas?

-El impulso de la transformación de las infraestructuras es indudable, otra cosa es que luego se haya hecho una buena gestión. El problema es que la infraestructura no esté pagada por el Estado como en otras autonomías como las Olimpiadas de Barcelona o la Expo de Sevilla, sino que ha estado financiada, pero en cualquier caso posibilita una transformación y una apertura que no es completa del puerto a la ciudad. El posicionamiento de la ciudad parece bastante potente, que tiene consecuencias positivas. En términos de negocio tuvo una palanca más fuerte que la Fórmula 1 generando empresas de eventos, náutica, el mercado inmobiliario, sobre la industria turística de la ciudad. Las empresas que venían parece que se relacionaban mucho más con el tejido urbano, aunque fueran de lujo y elitistas, como la famosa fiesta en el Mercado Central.  Pero fueron allí y no a otro sitio.

Comparado con la Fórmula 1, la gente que venía estaba más tiempo y conocía más la ciudad y de hecho la evaluación es más positiva. Hay un paper de la Facultad de Ciencias Físicas de la Universitat de València en el que se recoge que la Copa América en su momento fue muy bien percibida por los ciudadanos y especialmente por los que vivían en los Poblados Marítimos pero con el paso de los años ha empezado a percibirse como algo no tan bueno. Pero yo creo que intersectando con otras muchas malas gestiones.

-¿Cómo evolucionan las sensaciones de los vecinos?

-El informe recoge que la mayoría de residentes no se encuentra conforme con que la celebración de este evento haya dejado un legado positivo a nivel socio económico, desarrollo urbano e infraestructuras, pero sí se puede observar un mayor grado de acuerdo entre los residentes en aspectos como la imagen a nivel político y de conocimiento o habilidades adquiridas durante el evento. Pero las percepciones han ido cambiando ya que el impacto socio-económico se ha perdido a largo plazo.

-¿Dejadez?

Sí que hay un elemento, y es la falta de previsión para el día después. Y esto es claro porque a diferencia de lo que pasó con los Juegos Olímpicos de Londres, que tenían un plan muy ambicioso para el día después de la transformación de la ciudad. Eso en Valencia se vio metiendo en zonas ajardinadas una pista de Fórmula 1 casi al día siguiente. Esa concentración de hacer y deshacer en el mismo territorio demuestra la falta de planificación. 

-¿Es posible recuperar ese impacto?

-Con el nombre de Valencia, para atraer turismo del exterior, no hace falta hacer demasiado, cada vez está mejor posicionada, la conoce más gente, sale en todas las guías. Y yo personalmente a veces pienso que la mejor política turística es la ausencia de política turística pero que sea una ciudad con calidad de vida, vibrante y que los turistas vengan. Pero en el imaginario esto no se ha perdido. Otra cosa es pensar si se tiene que ir al top de la náutica o a la base. Y pienso que es más interesante fomentar la náutica de otra manera. Y aquí tenemos escuela de remo, la escuela municipal de vela, un montón de empresas que ofrecen servicios náuticos, etc. 

Por ejemplo, hago remo una vez a la semana para ver cómo está la marina por dentro y además es un privilegio absoluto y asequible. Es muy interesante trabajar la náutica popular porque es un deporte asequible, sano y divertido y está ligado a nosotros. Otro aspecto que merece la pena fomentar es el de la náutica industrial porque genera mucho valor añadido y es una cosa que no se ha explorado. Es otra oportunidad perdida. Ahora tienes algunos sedimentos de casualidad como la nave del Victory Challenge que siguen reparando barcos de competición, pero sí que la Copa América era algo muy bueno nos solo para posicionarse turísticamente sino para la política industrial. 

Esa oportunidad se perdió pero todavía estamos a tiempo de hacerlo y generar cierta política industrial alrededor de la náutica, que tiene mucho valor añadido y genera trabajos manuales cualificados. Tanto la Marina como el club náutico funcionan como una marina de hibernaje y toda la industria de reparaciones y diseño tiene un potencial tremendo. 

-¿Dentro de la estrategia habría que implicar más a la población de Valencia a hacer deportes náuticos?

-Sin duda. Es divertido, es asequible, lo tenemos aquí. Probablamente haya cierta percepción de que la Marina es un sitio donde solo puedes venir a tomarte una copa pero no es así. Hay muchas actividades a hacer y la náutica de base es indudable. Hay muchos países que en educación física si tienes cerca el mar se van a hacer vela y en Suiza se van a esquiar. Que los institutos del barrio hagan actividades aquí me parece fantástico, pero ya vienen muchos de campus, intensivos de una semana, pero ha habido un incremento de actividad notable.

-Llegó después de Vicent Llorens, ¿estabas de acuerdo con su proyecto al completo?

-Vicent tenía una estrategia que compartía. Además, viene con una trayectoria profesional totalmente distinta. No nos conocíamos, tenemos a gente en común, pero pensó en mí por referencia y por cuestiones que había leído. Pero sí que es verdad que viene del desarrollo territorial, y yo soy economista territorial, y mi trabajo va en el arraigo de la actividad económico al territorio. Es un punto de partida que nos acerca mucho. A partir de ahí, él observa las potencialidades existentes, qué necesita la ciudad y lo que pide el mercado y al final llega a una conclusión muy parecida y es que tenemos la náutica por un lado, es interesante la actividad de innovación y cultural y tenemos la gastronomía y hay que conectar a la Marina con Poblats Marítims. A partir de ahí yo tengo que empezar a definir las líneas. Hay mucho debate interno sobre proyectos específicos y nos estamos reuniendo con mucha gente. 

-El clúster de innovación y tecnológico viene del Gobierno anterior. Fue una buena idea entiendo.

Totalmente. Me parece que fue una decisión acertada. Reúne los requisitos para ser un espacio de innovación y cultura. Y pienso que sí porque hay demanda, están viniendo muchas empresas y es agradable para trabajar, algo que se está convirtiendo en esencial para muchas empresas creativa porque estar contento es fundamental. La felicidad es productiva. La verdad es que la comparación con un parque tecnológico es interesante porque el modelo ochentero de parque tecnológico al que tienes que ir y volver en coche ya no casa con la actualidad. Tiene que ser algo mucho más permeable, que se relacionen entre ellos y que tengan una oferta cultural importante. Percibimos que hay demanda y tiene sentido lo que no queremos es utilizar mecanismo y planeamientos de inversión que nos hagan esperar demasiado, como construir el edificio y luego esperar a ver si se llena. En cambio, aquí la infraestructura está hecha. Nos interesa traer proyecto pioneros. Me encanta poner el ejemplo en Tempelhof, que cogieron el aeropuerto y lo convirtieron en un espacio público y oficializaron la figura del urban pioner, que son creativos y empresas que tienen una capacidad para desarrollarse e ir generando una demanda. Que las empresas más consolidadas trabajen en espacios junto a nuevas empresas que se estén desarrollando. Creo que eso sí que es disruptivo. 

-¿Se ha vuelto a saber algo de ARC Resort?

No tengo constancia y las inversiones extranjeras bienvenidas, pero siempre que estén contextualizadas y que estén dispuesta a integrarse en la cultura y en la innovación, no solo que quieran que se lo pongan regulatoriamente fácil.

- ¿Está de acuerdo con el plan de usos actual?

- Afortunadamente, hay disponibilidad para hacer cosas. El Consorcio hizo un trabajo que era importante y absolutamente invisible. Conseguir todos lo convenios para que el espacio se puede gestionar adecuadamente. Con el Puerto era más complicada la cesión de terrenos, era a año vista, pero la consiguieron a largo plazo para poder gestionar los espacio y las licencias y han conseguido traer a Marina de Empresas y hacer el proyecto del Veles e Vents. 

Luego estaba el plan de usos para completar el plan urbanístico. Se hace a petición del Ayuntamiento, el plan de José María Lozano, que yo creo que es discutible desde el punto de vista de la participación. También hay cosas mejorables, como que ponga un jardín  de bosque mediterráneo en la bocana para que lo vean los barcos cuando entren, o cuestiones de edificabilidad en determinadas parcelas que no son demasiado flexibles, pero al fin y al cabo se pueden decidir cosas. Permite trabajar en él.

- A Llorens no le gustaba el uso del edificio de Varadero. ¿Qué le parece?

- Estamos evaluando el concurso. Es un espacio que yo dedicaría a un espacio cultural o a la idea de que Valencia tenga un museo marítimo orientado a futuro, que sea experimental, y que el varadero fuera una sede orientada al mar. 

-¿Por qué decidieron que era mejor privatizar los amarres?

-Nosotros pensamos que no es algo demasiado razonable que los amarres los gestione un servicio público. Otras cosas sí que están relacionadas con la parte pública como el fomento de la vela o construir un nuevo polideportivo náutico. Pensamos que el sector privado puede ser más ágil en este sector especifico, que lo puede hacer mejor y que puede acometer la inversión que nosotros no tenemos para mejorar la Marina, incrementar el número de amarres y utilizar más la lamina de agua y sería un impulso económico que nos vendría bien.

-¿La apertura del Veles e Vents supone un punto de inflexión?

-Para mí es una apertura simbólica y un punto de inflexión y cuando ocurrió ni Vicent ni yo estábamos aquí. No es una cuestión de cambio político. Lo que sí que pasa es que esta ciudad estaba cambiando mucho antes  de que cambiara el Gobierno, y esto es la reflexión del cambio en la ciudad. El proyecto del Veles e Vents es la recuperación de un espacio de la segunda desindustrialización con usos creativos y además con una alianza de una empresa global con una empresa puntera local arraigada a un territorio, que están contextualizadas y que tienen que ver con la cultura, la gastronomía y  la formación.

-¿Cómo valora la trayectoria hasta el momento del Marina Beach Club?

.El Marina Beach Club es una oferta atractiva y en un espacio muy singular. No tiene un aforo muy grande y puedes comer, ir a la piscina, tomar algo. La  acogida ha sido increíble y de jueves a domingo está lleno de gente porque es un modelo que no habia y es algo que demuestra inteligencia y lo bien hecho que está el proyecto.

¿Se han empezado a realizar estrategias para utilizar el Tinglado número 2?

El Tinglado número 2 es uno de  los espacios más sensibles que hay en la ciudad porque es probablemente el único espacio público cubierto que tenemos. No es que tenga unos usos super intensivos, pero sí tiene unos usos consolidados relacionados con la práctica del deporte, que patrimonialmente es único y eso lo tenemos que pensar muy bien porque es importante que se mantegan usos de carácter social, local y deportivo.  Sería muy interesante mantenerlo como un espacio público cubierto restaurado y utilizarlo para hacer eventos de carácter vecinal, cultural y deportivo. Valencia se está configurando como una ciudad de primer nivel en el sector deportivo no solo en la náutica sino también en el running y necesita de buenos espacios como este.

-¿Hay algún avance en el edificio Docks?

-El Ayuntamiento está pensando en la recuperación de la concesión. Creo que ese espacio también debe de tener un uso de carácter cultural e innovador en relación a los otros usos de la Marina.

-¿Qué tipos de empresas han demandado instalarse en la Marina?

-Estamos recibiendo muchos interesados. Tenemos proyectos que tienen una escala más macro y turística y proyectos más relacionados con el polo de la innovación, creatividad y cultura. Desde universidades a creación digital, cine. También agroalimentario y biotecnológico, comunicación y diseño.

-El Consorcio está pensando para pagar la deuda de la Marina. ¿Cree que debe tener vocación de continuidad?

-El Consorcio está asentado sobre algunas falacias. La primera es que en primer lugar debería pagar la deuda.  Se decidió no pagar ningún gasto financiero nunca. A mí eso no me parece bien, y tenemos que equilibrar ingresos y gastos y para eso hace falta una entidad que lo gestione. Hace falta un gestor único para un espacio único repensando la estructura jurídica. Debería ser algo intermedio entre un gestor de infraestructuras náutica y de la innovación y la cultura. Se trata de hacer el primer gran evento sin evento. Significa acotar un espacio para que pasen cosas que en otros sitios no pueden pasar. Aquí deben pasar las cosas de una forma más ágil que la ciudad. En ningún caso se va a pagar toda la deuda con la explotación de la Marina en el tiempo que está estipulado, que además es menor que el habitual. El Estado tiene que repensar el pagarlo.

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