EL MURO / OPINIÓN

Rebelión en la banda

23/01/2022 - 

Anda la Banda Municipal de Valencia levantada en armas desde hace un tiempo. Normal. Con las cosas de comer no se juega. Se ha manifestado en repetidas ocasiones y ha puesto en evidencia su discrepancia con el Ayuntamiento de València frente a su terco deseo de adscribir a los músicos en el organismo autónomo del Palau de la Música. Hasta convocaron una huelga. La primera en su historia. Es un hecho único, luego algo falla.

Es una medida que muchos aún no entienden o desconocen. ¿A qué viene a estas alturas de la legislatura? Pues a que se trata de decisión simplemente política pero sobre la que, según denuncian, no existe justificación razonable y obligará a muchos de los músicos de esta entidad con 120 años de historia a perder derechos.

Hay que ver lo que le gusta al consistorio meterse en líos innecesarios cuando no se ocupa de aspectos tan importantes como poner solución al Palau de la Música, años cerrado y con otros más venideros sin que se arreglen sus problemas estructurales, y se desconozca realmente qué quiere o espera nuestra precoz clase política con el que fue buque insignia de la cultura valenciana. Actualmente está hecho lo que se dice unos zorros, con sus músicos y aficionados de continuo peregrinaje por espacios prestados y sin condiciones máximas o abonado de alquiler -Palau de Les Arts- a precio de contrato privado pero no de gestión compartida o negociada que es lo que se debería de tener en cuenta con una buena gestión con la Generalitat de todos. No existen sinergias y menos concordia.

Esto de la Banda no es nuevo. Ya sufrió un primer intento cuando se creó la Orquesta de Valencia y a primeros de 2000 cuando el consistorio quiso aplicar la misma medida, salvada in extremis gracias a la participación popular, sindical y social.

La Banda denuncia ausencia de diálogo, razones esenciales y existenciales, acuerdos claros y una negociación objetiva. No sé si realmente tendrán razón en toda su extensión cuando desde ella se habla de nuevo intento de acabar con el colectivo o comenzar su desmantelamiento. Pero tienen razón cuando denuncian un bloqueo negociador y una chapuza de gestión por los responsables políticos en toda su extensión. Aún es más preocupante cuando no están claros los motivos de esta terquedad estalinista viniendo de un gobierno que se denomina de izquierdas, pero parece no atender los valores de una cadena de montaje.

La Banda cuenta con el apoyo de la Orquesta que ya ha dicho que allí, esto es en el Palau de la Música, no caben más. Solidariamente se han unido en defensa otras bandas nacionales y músicos de toda España. A todo este callejón sin salida, al menos de momento, se suma el hecho de que las Bandas en una sociedad de músicos como es nuestra autonomía con casi 400 agrupaciones musicales y miles de educandos se suma el hecho de que las bandas son consideradas Bien de Interés Cultural (BIC) por nuestro ordenamiento legislativo. Ya se nota, ya.

No entiendo qué ganas tenía nuestro ayuntamiento en meterse en este campo minado que si algo va a conseguir es un mayor desprestigio en la gestión de algunas de las parcelas culturales que llevan entre muñones. Es algo que aún no se han dado cuenta les pasará con el tiempo factura política porque si este asunto comienza a saltar más fronteras puede dejar en muy mal lugar a nuestro gestores del Cap i Casal. Ellos sabrán o habrán valorado, o no, donde se meten porque ya no todo es ordeno y mando. Menos aún sin razones o justificaciones bien explicadas. Y para muchos ya no sirve esconderse siempre bajo la idea de que son recomendaciones europeas. Eso queda para los débiles de razón o quienes no son capaces de defender argumentos y menos aún  plantear soluciones. Aún menos para no afrontarlos desde la normalidad y el diálogo, que también denuncian.

Este lío ha puesto una vez más en evidencia que ante la inexistencia de un proyecto concreto, o una hoja de ruta, al menos desconocida ni explicada en forma de proyecto, se tomen decisiones arbitrarias.  

No es este texto una defensa a ciegas de la Banda, pero sí de respeto a su historia centenaria.

Si todo lo que tienen entre manos nuestro responsables políticos es tomar decisiones sin escuchar a todas las partes, muy mal nos va. Y nos irá porque, como denuncian todos los sindicatos y los músicos, esta medida va a suponer ya no sólo la debilitación/desaparición del colectivo, sino la pérdida de plazas y afectará a los derechos de los trabajadores. Mientras tanto, nuestro consistorio anuncia privatizaciones de escenarios municipales y no para de contratar asesores y personal afín para engordar la nómina de una Administración pasajera. 

Yo prefiero una banda bien utilizada y gestionada, que no parece ser el caso, a una rebeldía unilateral por el desconocimiento de su futuro, algo así como poner punto y final a una tradición o debilitarla ante el poder de turno.

Pelear por garantizar derechos no está reñido con el diálogo. Ya tenemos dos ejemplos, el Cor de la Generalitat y la Banda. ¿Quién sabe mañana qué pasará cuando otros lleguen al cargo? El problema ya esté generado. Un servidor de la Orquesta de Valencia, y visto el panorama, comenzaría a poner las barbas en salmuera porque, por lo visto, todo es posible. Igual creen que la Banda de Valencia no ofrece rédito electoral ni brillo mediático. quizás es que a algunos/as esto de la política les viene muy grande, algo así como una marcha fúnebre del Maestro Cebrián.

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