VALÈNCIA. Las comisiones de gestión de los planes de pensiones vuelven a bajar. Se fijará un nuevo tope de estos costes en el 1,25% frente al 1,50% actual. El objetivo de la medida parece claro: que los recortes en la carga se traduzcan en un aumento de la rentabilidad de los planes a favor de los partícipes. Pero lo que ocurre es que con esta medida solo se ataja una parte del problema. En un sistema solido que garantiza una jubilación digna para gran parte de una población debe haber tres pilares que lo sostengan: el primer pilar lo forma la pensión garantizada estatal, el segundo el complemento del plan colectivo empresarial durante la vida laboral y el ultimo el complemento por el ahorro individual de cada particular a través de su(s) plan(es) de pensiones.
España no es el único país en el que el futuro de las pensiones está en riesgo, es un problema generalizado a nivel mundial. Lo que pasa es que en los países que sirven de modelo, los pilares dos y tres, el ahorro colectivo empresarial y el individual particular funcionan bien y son una realidad de la que dispone la gran mayoría de sus ciudadanos. En España muy pocas empresas ofrecen a sus empleados formar parte de un plan colectivo de ahorro a la jubilación y la cifra de particulares que disponen de un plan de pensión individual está muy por debajo de lo deseado para un sistema que, tarde o temprano, está obligado a buscar su propia autosuficiencia.
Como es incierto si las arcas estatales tendrán suficiente ‘musculo’ para garantizar las pensiones en un futuro es importante impulsar los sistemas complementarios del ahorro a la jubilación. Cuanto antes se haga mejor porque será la única solución para compensar la falta de ayuda estatal. En este supuesto caso tanto el ahorro colectivo como también el individual debería convertirse en obligatorio para las empresas y también para los particulares. El problema: Los niveles de salario y el alto nivel de desempleo. Para ello los salarios deberían subir con el fin de soportar la aportación al plan colectivo de empresa y la de un plan individual particular. En el caso de los desempleados de larga duración posiblemente el estado no tendría otra opción que crear un fondo específico para facilitar las aportaciones de los que no tienen trabajo.
Está claro que todos debemos estar conscientes de la problemática y hacer un esfuerzo individual. Bajar las comisiones de los planes de pensión es un primer paso pero necesitamos mucho más cambios. También sería urgente revisar toda la operativa que rodea a los actuales productos de jubilación. Por ejemplo tiene margen de mejora el incentivo fiscal y los planes deben equipararse a mismo nivel que la inversión tradicional (al de los fondos de inversión por ejemplo). No puede ser que para cambiar de un plan a otro a veces se tarde tres semanas o más. A todo ello las entidades y aseguradoras parecen más preocupadas por la campaña de planes del último tramo del año y el regalo que ofrecerán. Yo digo ‘menos jamones y ollas’ a cambio de mayor agilidad operativa en estos productos, por favor. ¿A quien le sirve el regalo si luego la operativa es muy lenta y los resultados del plan son decepcionantes?
Desde luego no es buena señal que existan todavía ahorradores que opten por no tener ningún plan de jubilación debido a la mala fama que estos arrastran. Hemos visto que probablemente en un futuro no tan lejano sea hasta obligatorio tener uno. En este sentido, es bueno que se estén dando pasos para mejorar todos los aspectos que hasta ahora han lastrado la reputación. Para esquivar la lentitud y la poca agilidad en la operativa es recomendable ponerse en manos de un experto independiente que al mismo tiempo pondrá todo su afán en rentabilizar un máximo posible el capital destinado a su jubilación y siempre acorde a su perfil de riesgo.
Christian Dürr es responsable de Asesoramiento Patrimonial en Ética Patrimonios EAFI