El mes de septiembre es época de estrenos, de regresos, de vueltas, volvemos a empezar. En breves semanas arribará a las salas de cine, Mientras dure la guerra, la nueva tesis cinematográfica de Alejandro Amenabar. En esta ocasión no voy a esperar al reestreno de la proyección en el Cinestudio d’Or, ubicado en la Almirante Cadarso, como vengo haciendo habitualmente en los últimos años en una de las pocas salas de la ciudad en la que me encuentro a gusto. No soy crítico de cine, ni lo pretendo, para ello están los del Turia que tan buena labor realizan semanalmente repasando los estrenos de la cartelera. La evolución del guión de Amenabar ha generado en mí cierta inquietud y gran expectación sobre un largometraje, que debe abrir los ojos a los espectadores e invitar a la reflexión sobre lo sucedido tiempo atrás en la España involucionista del 36.
La película del director español con doble nacionalidad no estará exenta de polémica. División de opiniones, crítica azul, crítica roja El director de Los Otros viajará en la máquina del tiempo del séptimo arte aterrizando en el ágora del que fuera Rector de la Universidad de Salamanca, analizando mar adentro la personalidad del escritor noventayochista Miguel de Unamuno. Mientras dure la guerra nada tiene que ver con el argumento del film norteamericano de los ochenta, capitaneado por el actor Michael J. Fox que abarrotó el público español las salas de cine. Los norteamericanos viajaron a la luna en primer lugar regresando al pasado a gran velocidad.
Existen ciertos paralelismos entre la obra de Amenabar y el libro Memorias de Joaquín Maldonado, el camino inverso. Los principales personajes, el vasco y el valenciano, dieron su respaldo al alzamiento nacional tras la debacle interna del gobierno de la Segunda República. Tiempo después rectificaron tras la sucesión de hechos encadenados por el bando nacional que nada gustaron a ambos. El de la patria chica, el vasco, el español no castellano, se le recordará por la directa “Venceréis, pero no convenceréis” en su enfrentamiento verbal con el fundador de la Legión José Millán-Astray. A Joaquín Maldonado, hombre de finanzas, muy respetado en el Cap i Casal por liderar la voz critica valenciana contra la férrea dictadura franquista tras la lentitud del gobierno franquista en la recepción de las ayudas el pueblo valenciano tras el desbordamiento del río Turia en 1957.
La figura controvertida de Unamuno es de análisis pese a integrar una generación, la del 98, la cual no me identifico en absoluto con sus posiciones. Leí a principios del mes de agosto Soledad, un ensayo personal que el intelectual vasco terminó de escribir en marzo de 1906. En el texto destacaban preferencialmente dos capítulos, el dedicado a la soledad, y el de la crisis del patriotismo español. El escritor español, no castellano, con raíces vascas, razonaba las duras posiciones del catalanismo, del regionalismo gallego y del bizkaitarrismo resultando una profunda aversión al espíritu castellano y a sus manifestaciones. La constitución de la nacionalidad española fue fruto de un enlace matrimonial entre Fernando e Isabel.
Me quedo con una de las reflexiones del vasco. Conviene ponerse en guardia, desde luego, contra la especie de que los militares sientan el patriotismo más vivamente que los demás ciudadanos, lo cual es tan falso como suponer que los sacerdotes sean más religiosos que los demás hombres, o que los profesores tengamos más amor a la cultura que los no lo son. Hay que reaccionar contra la tendencia a eso que se llama la religión del patriotismo asuma formas militares. Estrenemos la nueva cartelera yendo al cine a ver Mientras dure la guerra con o sin palomitas, con o sin bandera española, y que no solo Torrente el brazo tonto de la ley sea siempre la película más taquillera del cine español. Amenabar regresará al pasado para devolvernos al futuro.