7 de abril de 2021, El Almudín. Festival de Música Antigua de Valencia. Música, historia y arte. Ciclo Músiques Religioses del Món Obras: Cantigas de Santa María de Alfonso X, Codex Calixtinus, Blanche de Castilla y cancionero anónimo valenciano y castellano Capella de Ministrers: Èlia Casanova, soprano; Robert Cases, instrumentos de cuerda pulsada; Eduard Navarro, Cornamusas y otros; Pau Ballester, percusión Coro masculino Lluís Vich Vocalis Carles Magraner, viola de arco y dirección musical
VALÈNCIA. Programar un concierto de Beethoven o Schubert por una orquesta, un conjunto de cámara o un solista, tiene casi como exclusivo problema a solventar el de una interpretación de acuerdo con las expectativas creadas, salir cuando menos airoso del “trámite” y, a partir de ahí, hacia lo más cerca posible de la excelencia. Hacerlo sobre obras prácticamente ignotas, perdidas en archivos catedralicios que precisan de su rescate, una edición crítica y su interpretación musical en muchas ocasiones por primera vez desde hace cinco, seis o siete siglos, es algo muy distinto pues a la lectura estrictamente musical hay que añadir una apasionante labor de biblioteca que va más allá del músico meramente intérprete. Cuando asisto a un concierto de música antigua, digamos anterior a Monteverdi, más allá de las cuestiones del propio disfrute, no puedo evitar reflexionar sobre la labor arqueológica que hay detrás, y lo necesario que es que ésta tarea esté siempre activada, siendo inevitable que me nazca un sentimiento de gratitud para quienes se entregan a esa labor y de cierta inquietud al pensar que, en estos tiempos complejos, quizás llegue un día que no haya relevo intelectual o interés por las administraciones o por las entidades privadas.
Pienso que debemos congratularnos por tener entre nosotros un conjunto como la Capella de Ministrers, siempre con Carles Magraner al frente, y otros tantos que desarrollan su labor a lo largo y ancho de la riquísima, musicalmente hablando, geografía española. En el caso de la formación valenciana es una tarea que desarrolla con gran éxito durante tres décadas y media, que se dice pronto. Por tanto, la “Capella” no solamente dedica sus esfuerzos intelectuales y musicales a la interpretación de música antigua, más o menos de repertorio, con criterios históricos, sino que su razón de existir va mucho más allá a la hora de descubrir, y tras ello elaborar, un programa coherente o una grabación guiada por un leitmotiv unificador. Unas músicas que ven la luz tras siglos de tinieblas y que no sólo son un gozo para los sentidos, sino que nos ayudan a comprender de dónde venimos y porqué es como es nuestro entorno cultural, sentimental, religioso, histórico o social. Unas músicas que nos descubren o nos enriquecen a la hora de saber un poco más cómo éramos, pero también como somos o hemos acabado siendo.
Una alegría de ver el Almudín lleno este miércoles en una tarde en la que los alrededores del singular edificio bajomedieval, la ciudad se sumía en la oscuridad sometida a una inhabitual lluvia fina y silenciosa. Los conciertos y grabaciones de la Capella vienen motivadas en muchas ocasiones por temas de lo más variado (los placeres, el amor, las fiestas, reyes, viajes, batallas… ) En esta ocasión el programa, inserto en el Ciclo de Música Religiosa del Mundo, tenía como hilo conductor las reliquias en un viaje musical por las Cantigas de Alfonso X, el Codex Calixtinus, la reina Blache de Castille o por ignotos autores de Francia, Castilla y Valencia. Geográficamente vamos de Chartres a Sevilla, Santiago para concluir en nuestra Seu valenciana. Las reliquias provenían de las más altas instancias monárquicas que las cedían a los templos para la veneración por el pueblo, por lo que se convertían en algo marcadamente devocional en el sentido más popular lo que visualmente conectaba, en esta ocasión, la música con las ingenuas pero deliciosas pinturas murales que decoran los muros de antiguo almacén de grano tan cercano a nuestra Seu, gran relicario, a su vez de varias de las reliquias a las que hacen referencia varias de las canciones interpretadas.
En el apartado estrictamente musical, las lecturas fueron modélicas con una música que nos trasladan literalmente a otros tiempos como ninguna otra. Magnífica en todo momento la excelente soprano de Faura Elia Casanova, una de las más destacadas intérpretes del momento en este repertorio y que para esta ocasión está omnipresente a lo largo y ancho de la velada. Se adaptó a la perfección a los requisitos que demanda cada una de las obras, demostrando ser una auténtica especialista en la música antigua, lo que se traduce en un canto atento a las inflexiones propias del momento. La expresividad que desarrolla es la que toca por lo que podríamos decir que lleva a cabo unas lecturas presididas por rigor. Su voz de un atractivo timbre, corre fresca y con la anchura precisa entendiéndose a la perfección con instrumentistas y el coro masculino. Instrumentalmente el conjunto, entre la disciplina que exigen las lecturas y la inmediatez más improvisatoria que nos da la sensación de que la música se crea en ese momento, cumple con creces las expectativas, empleando una llamativa variedad de instrumentos de cuerda frotada, pulsada, viento y percusión lo que nos habla de la libertad compositiva que desarrollaban los músicos de aquellos tiempos. Excelente el Lluís Vich vocalis, otro veterano conjunto especializado en la música de alta época, al que podríamos aplicar lo dicho respecto a la Capella de Ministrers y a esa necesaria labor de recuperación de repertorio más cercano. Gran éxito con un público que llenaba la sala y que salió francamente encantado de la experiencia.