VALÈNCIA. 2018 fue un año complicado para la renta fija de los países emergentes. Los riesgos macroeconómicos globales, el bajo crecimiento económico de la zona y factores particulares puntuales -como los acontecimientos en Argentina o Turquía- pusieron a prueba las altas valoraciones relativas que se habían registrado muy al inicio del año pasado. Así, los resultados promedios alcanzados durante el último curso y con los cupones ya incluidos fueron los siguientes en términos de promedio:
Por tanto, la renta fija en moneda local fue la que mayor golpe tuvo que soportar. La cuestión ahora es saber si tras la recuperación en enero las valoraciones actuales reflejan la salud económica real de dicha región. Debo decir que no hay una respuesta clara a esta cuestión y en su mayoría dependerá del desarrollo de cinco aspectos esenciales.
En primer lugar pesa de manera muy significativa el conflicto abierto en materia comercial entre Estados Unidos y China. Si el conflicto no encuentra salida, las consecuencias para el comercio mundial serán más importantes todavía, con caídas no solo en beneficios corporativos sino también en ritmo de crecimiento económico. La clave será hasta qué punto China estará dispuesta a ceder en privilegios de los que pudo disfrutar hasta la fecha. A favor de una estabilización de las relaciones juega que la economía china, al igual que otras, empieza a ser dependiente de estímulos monetarios para mantenerse a flote; cosa que hace 5 o 6 años atrás era menos evidente. Como consecuencia apostar fuerte en este conflicto abierto es hoy más arriesgado que hace algunos años. Una relajación en las tensiones evidentemente no solo sería bálsamo para la renta fija emergente sino para todos los demás activos financieros en general.
En segundo lugar dependerá una vez más de la política monetaria de la Reserva Federal. Los inversores interpretaron las últimas palabras de Jerome Powell como posible relajación en política monetaria. Un respiro que los mercados han constatado de manera positiva y que ha alargado el buen comienzo del año. El efecto de haber descontado un mayor número de subidas de tipos que ahora pronostican ha soplado el viento a favor pero a saber hasta cuándo. Imaginemos solo que el precio de petróleo se normalice y que el crecimiento en Estados Unidos siga fuerte. En este caso las intuiciones que se propagan estos días en los mercados podrían de nuevo estar equivocadas. Y es que pronosticar ahora mismo el número de subidas de tipos de interés en EE UU parece más un juego de dados que otra cosa, y la FED hará todo lo que este en sus manos para poder actuar de manera flexible ante cualquier nueva circunstancia que se puede dar.
Como tercer tema esencial debemos mencionar el factor político. Este tiene más peso que en otros activos porque es un claro factor que influye volatilidad. En un gran número de países emergentes tenemos elecciones en 2019 y los gobiernos salientes pueden gustar más o menos a los inversores. Se quiera o no el factor político en renta fija emergente influye casi siempre y por ello es decisivo saber en que países concretos uno está invertido. Aquí solo mencionar que los papeles peor parados en 2018 fueron los países en los que hubo incertidumbre político-económica como Argentina y Turquía.
Luego está el factor 'materia prima' que también influye. En unos países más que en otros pero es evidente que un precio de petróleo al alza beneficia a países exportadores e indirectamente los bonos de aquellos países (Rusia, Oriente próximo, Nigeria, Venezuela) y en detrimento de países como Turquía, India y muchos otros que son importadores y cuyas cuentas corrientes empeorarían. La volatilidad en el precio del crudo se ha intensificado y los pronósticos pueden verse fácilmente truncados en función de los intereses políticos que persiguen los países con mayor producción petrolera (Arabia Saudí, Estados Unidos y Rusia). El precio de petróleo es una especie de termómetro que según cómo evolucione beneficiara a unos y perjudicara a otros. Lo mismo aplica para el comportamiento de los bonos de estos países.
Como último habría que destacar que la tasa de impago en bonos de países emergentes sigue siendo muy baja gracias a que el grado de endeudamiento neto de las empresas ha ido reduciéndose desde los niveles más altos en 2016. En lo que respecta a empresas, estas deberían estabilizar sus fundamentales durante 2019 lo que se puede valorar como positivo. Algo más difícil lo podría tener el segmento de bonos de alta rentabilidad donde la tasa de impago podría presionar algo al alza debido a un entorno previsible más complejo para países como Turquía, Argentina o también China. Pero en general, las perspectivas son ligeramente optimistas para 2019, si analizamos solo el aspecto fundamental de los países emergentes.
Como inversor que quiere invertir en renta fija emergente probablemente será algo más seguro apostar por bonos en divisa fuerte debido a que históricamente esta clase no ha encadenado dos años seguidos en rentabilidad negativa desde 1994. No así los bonos en divisa local donde los ajustes en la política monetaria de cada país aportan un plus de riesgo y por tanto volatilidad.
Christian Dürr es responsable de Gestión Patrimonial en ETICA Patrimonios
Es poco probable que la globalización siga una progresión lineal hacia una aceleración o un retroceso, por lo que un escenario híbrido será más evidente