MADRID (EP). Repsol (REP) despedía la sesión del pasado 28 de septiembre en los 15,75 euros por acción, es decir, máximo histórico de la petrolera presidida por Antonio Brufau. Un día después el precio del barril de petróleo Brent -la referencia europea de crudo- lo hacía en los 96,55 dólares. O lo que es lo mismo: la cota más alta desde noviembre de 2022.
Sin embargo, tal y como se aprecia en los gráficos de Yahoo Finance, ambos han ido de la mano en la caída desde entonces. Así, la madrileña se ha dejado en el camino desde aquel 28 de septiembre un 13,29% y el Brent un 15,38% tomando los cierres del viernes 10 de noviembre: 13,64 euros y 81,70 dólares respectivamente. Sin duda, caminos paralelos que ya impactaron en las últimas cuentas de la firma energética.
Así se entiende que REP haya entrado en terreno negativo en el parqué bursátil este año, al dejarse un 4,19% para ser la sexta peor cotizada del Ibex 35. Por delante están Acciona Energía (-24,94%), Acciona (-23,75%), ArcelorMittal (-16,94%), Solaria (-15,62%) e Inmobiliaria Colonial (-4,95%). Cuanto menos la petrolera dirigida por Josu Jon Imaz puede presumir de no tener actualmente ninguna posición corta por encima -o igual- al mínimo legal a declarar del 0,5%. Cuanto menos a fecha 10 de noviembre, según lo ha constatado este diario de la base de datos pública de la CNMV.
Gráfico de Repsol. Pinchar aquí para verlo más grande. Fuente: Yahoo Finance
Pero la cosa no queda ahí porque Repsol sigue estando tremendamente recomendada por los analistas. Así, y según lo recoge su propia web corporativa a fecha 6 de noviembre, las 28 casas de análisis que la cubren le otorgaban un precio medio objetivo de 17,99 euros. O lo que es lo mismo: no solo establecer un nuevo récord sino también un potencial de revalorización del 31,89%. Algo menos (29,18%) le da el consenso de los 25 analistas, según MarketScreener, cuyo precio objetivo medio es de 17,62 euros.
Y no solo de los analistas sino también de dos de los mayores inversores institucionales del planeta como son BlackRock y Norges Bank. Se trata de los dos accionistas con mayor participación en el capital de REP: la 'roca negra', que gestiona mas de seis veces el PIB español, con el 5,475%; mientras que los gestores del mayor fondo soberano del planeta -Government Pension Fund of Norway-, con 1,25 billones de euros al cierre del tercer trimestre del año en curso, tiene un porcentaje del 4,981% en Repsol.
A lo largo de los nueve primeros meses del año, la petrolera español redujo un 14% el beneficio neto hasta los 2.785 millones. ¿El motivo? Por la caída del precio del petróleo. La cotizada madrileña anunció en la presentación de sus últimos resultados un incremento del 14% del dividendo a pagar en enero de 2024 hasta los 0,4 euros brutos por acción. La energética adelantó este año el objetivo de retribución para sus más de 520.000 accionistas que tenía previsto realizar entre 2024 y 2025 dentro de su plan estratégico, que revisará en el primer trimestre del próximo ejercicio tras pulverizar todos sus objetivos. Así, sumando dividendos y reducciones de capital, supondrá la distribución de cerca de 2.400 millones en el conjunto de 2023.
Asimismo, Repsol prevé finalizar 2023 con una inversión orgánica total de unos 5.200 millones de euros, un 24% más que los casi 4.200 millones de euros que destinó el año pasado. El consejero delegado, Josu Jon Imaz, consideró que 2023 está siendo un año de "profunda transformación" para la energética, "con avances firmes en descarbonización y en la consolidación de nuestro perfil multienergético". "En un entorno volátil como el actual estamos obteniendo resultados sólidos, aumentando la retribución a nuestros accionistas y apoyando a nuestros clientes", destacó.
Por último, REP aprovechó la última comunicación de sus cuentas (26 de octubre) para cargar contra la posibilidad de que se mantenga un gravamen a las compañías energéticas y a la banca, recogido en el acuerdo de PSOE y Sumar para formar un Gobierno de coalición. Lo hizo advirtiendo que "la falta de estabilidad en el marco regulatorio y fiscal del país podría condicionar sus futuros proyectos industriales en España".
Un impuesto que a juicio del CEO se "ideó como temporal y extraordinario, castiga a las empresas que -como Repsol- invierten en activos industriales, generan empleo y garantizan la independencia energética del país"; mientras que "favorece a los importadores que no generan empleo ni actividad económica relevante en España".
En el caso de las energéticas, el impuesto vigente se aplica durante 2023 y 2024, gravando el 1,2% de la facturación obtenida en aquellas empresas con ingresos superiores a 1.000 millones euros excluyendo los negocios regulados y actividades fuera de España y extra peninsulares. La medida fue recurrida por las principales compañías del sector, entre ellas Repsol, que se mostraron especialmente beligerante con este gravamen desde su aprobación. De hecho, la petrolera es la compañía más impactada por el impuesto, con unos 450 millones este año, seguida de Cepsa, con 323 millones; Naturgy y Endesa, con unos 300 millones; e Iberdrola, con 200 millones.
Además, la cotizada presidida por Antonio Brufau subrayó que ya más de la mitad de sus beneficios se destinaron al pago de impuestos. Así, la contribución fiscal, entre enero y septiembre del grupo ascendió a 10.890 millones aportados a las arcas públicas, con cerca del 70% (7.441 millones) correspondientes a España. Los tributos propios devengados ascendieron a 3.206 millones y representaron más de la mitad de los beneficios (52%). Además, la compañía indicó que contribuyó durante el período con una tasa del Impuesto sobre Sociedades del 37%, muy por encima del tipo nominal aplicable en España -del 25%- y de la media de los países de la OCDE, situándose "como la empresa del Ibex 35 que más impuestos pagó en el país".