La coalición consigue el acto más potente y emotivo de toda la campaña, congregando a 9.000 personas en el recinto y dejando fuera a más de mil, que siguieron el mitin a través de una pantalla gigante
VALENCIA. La política también es cosa de emociones. Más allá de las estructuras orgánicas, las frías encuestas, las sesudas estrategias, los discursos cuidadosamente equidistantes en algunos asuntos y contundentes en otros, los asistentes a los mítines y los propios ciudadanos que depositan sus votos en las urnas son, al fin y al cabo, personas, de la misma manera que los políticos también lo son.
Esta afirmación podría parecer una perogrullada pero, ante actos como el celebrado este viernes por Compromís-Podemos-És el moment, cobra cierto sentido.
La coalición congregó en su mitin central y cierre de campaña en el pabellón de la Fuente de San Luis de Valencia a más de 9.000 personas, mientras más de mil tuvieron que seguir el show fuera del recinto a través de una pantalla gigante instalada para tal efecto.
Un acto en el que se mezclaron los colores morado de Podemos y naranja de Compromís con una sintonía que, a más de uno le pareció, resistente en el tiempo: "¡Estos colores pegan muy bien!", proclamó en su turno de palabra el alcalde de Valencia, Joan Ribó, arrancando una prolongada ovación. Previamente, y tras actuación musical incluida, pasaron a saludar por el escenario referentes nacionales de Podemos como Pablo Echenique y Juan Carlos Monedero.
Con más de media hora de retraso sobre el horario previsto, saltaban -desde el túnel de vestuarios- los protagonistas del mitin. La Fonteta se caía: gritos a Pablo Iglesias de "¡presidente, presidente", vítores y reventón del 'aplaudímetro'.
El pabellón hervía. A los cánticos de "¡Sí se puede!" -lanzado por los fieles a Podemos- les seguían los de "¡És el moment!" impulsados por los seguidores de Compromís. Unos y otros correspondían las tonadillas respectivas con camaradería mientras la fusión de 'All Stars' se sucedía en el escenario.
Entre el público, diferencias sustanciales respecto a otros mítines como los del PSPV-PSOE o Ciudadanos: mucha heterogeneidad en las edades y hasta en la manera de vestir. Mayores, jóvenes y cierto aroma a clase media exsocialista en las gradas.
Los guiños entre los distintos referentes, con intervenciones buscando la emotividad, se sucedían: Julià Álvaro (Compromís/Verds) auguraba el "final del bipartidismo" y otorgaba el mérito a Iglesias: "Todo esto es gracias a Podemos y con la suma de Compromís, ¡seremos invencibles!". Larga ovación.
También el cabeza de lista por Valencia, Joan Baldoví, alabó a la formación morada, haciendo levantarse a la número dos de la candidatura, Àngela Ballester, de Podemos, para que fuera aplaudida por la Fonteta. Por otro lado, se reclamó el saludo además de un invitado de excepción, el ensayista británico Owen Jones, que recibió una pronunciada ovación por parte del público.
Sin duda, uno de los más sensibles en la búsqueda de la sintonía y las emociones fue el madrileño Íñigo Errejón, número dos de Podemos, quien realizó la mitad de su intervención en valenciano. "Hemos venido a Valencia, en otro tiempo el centro de la corrupción y, ahora, el centro de la dignidad y del cambio", proclamó, para asegurar que Albert Rivera pretendía "darle los números a Mariano Rajoy para gobernar pero ya no les llegan".
Siguiendo con la conexión valenciana, mientras Errejón citó a Joan Fuster, Ada Colau apeló a Vicent Andrés Estellés y Mónica Oltra dedicó a Iglesias unos versos de Miguel Hernández. Precisamente en ese punto, la vicepresidenta del Consell le dijo al líder de Podemos: "Has visto Pablo cómo te han recibido los valencianos. Nosotros te vamos a hacer presidente del Gobierno", aseguró, en una de las intervenciones más aclamadas.
El mitin fue cerrado por Pablo Iglesias, al que se le vio algo cansado, y que tejió un discurso en el que trató de situarse a la altura de rival directo de Rajoy, obviando al candidato socialista, Pedro Sánchez.
Así, y aunque no terminó de exprimir todo el jugo a la olla de presión preparada para él a lo largo de dos horas, esta circunstancia no deslució el que ha sido, sin duda alguna, el acto más potente y con mayor movilización de la campaña en Valencia. La ilusión desbordante que se percibió en el mismo no deja lugar a dudas de que todos y cada uno de los simpatizanes que salieron ayer de la Fonteta se marcharon con la idea de que la remontada es posible.
"Pueden hacernos la foto desde donde quieran, dentro y fuera". Esta frase fue de la cabeza de lista por Castellón al Congreso, Marta Sorlí, de Compromís, que resumía gráficamente el lleno absoluto logrado por la coalición anoche en el emblemático pabellón.
Si bien los socialistas valencianos celebraron un mitin más que aceptable en el mismo recinto el pasado sábado reuniendo a más de 8.000 personas, difícilmente aquel acto resiste la comparación con el celebrado por Compromís-Podemos. Así, la coalición retiró casi toda la trasera para ocultar uno de los fondos tal y como había hecho el PSOE y solo tapó apenas dos o tres centenares de asientos situados justo detrás del escenario. El resto fue ocupado, alcanzando más de 9.000 asistentes y dejando a 1.000 en la calle.
Una demostración de músculo por parte de la coalición que, desde otras fuerzas políticas, se atribuyó al envío de autobuses desde otras autonomías como Cataluña y Castilla-La Mancha. Una circunstancia "aislada" según fuentes de la organización y que, en cualquier caso, no evita la evidencia de que el acto de Compromís-Podemos ha estado por encima de los celebrados por el resto de formaciones en la Comunitat.