Revista 'Papel': Línea clara, difusa y... breve

VALÈNCIA.- El taller familiar de impresión en el que creció Jaume Rosselló era un lugar habitual de encuentro en el underground barcelonés de la década de los setenta. Por allí se dejaba caer Xavier Mariscal, quien por entonces llevaba varios años residiendo en Barcelona, donde compartía apartamento con Nazario. Juntos habían colaborado años atrás (1973) en el considerado como el primer cómic underground estatal, El Rrollo enmascarado. Volverían a hacerlo unos años más tarde, ya en Ibiza (1975) en el álbum Nasti de Plasti, tiempo en el que convivieron en la isla con otros autores como Montesol y Onliyú.

Apenas un par de años después del periplo ibicenco, aquella imprenta catalana es el origen de Pastanaga, un pequeño aunque duradero proyecto para los tiempos que corren (aguantó en pie hasta comienzos de la siguiente década), cuya línea editorial resultaba un tanto inclasificable, en sintonía con la personalidad de Jaume Rosselló, alma mater. Libros, revistas y cómics de distinta temática, estilo y pelaje salían escupidos del taller, en muchas ocasiones sin demasiado orden y concierto y con destino a librerías próximas en pensamiento a Pastanaga o directamente a la venta callejera. 

«Durante toda la década de los 70» —rememora Rosselló— «Barcelona fue una ciudad en la que no paraban de surgir iniciativas dentro del movimiento underground, ya fuera en música, cine, literatura o cómic. En la casa familiar disponíamos de una imprenta en la que se editaban fanzines de una calidad bastante limitada y ese fue el germen de Pastanaga». 

Del taller de Rosselló surgen obras como Graficolorancia (selección de canciones de Pau Riba ilustradas por distintos autores) o una adaptación de El Capital con ilustraciones de Max y la participación de Paco Mir (Tricicle). La inclinación de Rosselló por temas espirituales, ecologismo y medicinas alternativas dio como resultado la publicación de revistas como Pastel Mágico, Jardín Cósmico o Pastanaga Enrollada. Una de las publicaciones más recordadas fue Globo, enfocada a las drogas alucinógenas que en sus apenas tres números de vida reunió un amplio paraguas de creadores, pese a que la publicación no estaba dedicada al 100% a la historieta. Por sus páginas pasarían Cifré, Montesol, Mariscal o el propio Max. Globo fue desde su misma concepción una revista un tanto anárquica, si hacemos caso al origen de su financiación, narrado por el periodista Juan Carlos Usó: el asalto a un furgón blindado por parte de un grupo anarquista.

* Lea el artículo íntegramente en el número 81 (julio 2021) de la revista Plaza