VALÈNCIA. Desde que en 2020 en Valencia Plaza descubrimos la vida de Vidal Ruedas, un par de plumillas de la casa hemos descendido en reiteradas ocasiones, ya fuera por ocio o por negocio, las escaleras del Christopher Lee, el pub más antiguo de València, la coctelería con más narrativa, el interior más fantásticamente abigarrado de retazos de cultura y contracultura. Sirviendo los cócteles está, como era de esperar, Vidal.
Qué fue el Christopher Lee y cómo llegó Vidal allí
Víctor Mansanet retrató en su libro Pols d’estels (Rafa Ferrando i la València contracultural) una València transgresora, dada al cine independiente valenciano y a las profesiones y pulsiones creativas. Los estertores del franquismo fueron el marco temporal para que Mansanet ubicara a una serie de personalidades de la contracultura que bajo la capitanía de Carmen Alborch se convertían cada noche en el David Bowie de Ziggy Stardust y frecuentaban pubs como el Christopher Lee, fundado en 1971 por Rafa Ferrandis y Lluís Fernández, titular también del Capsa 13, el somni de la meva repressió. El Capsa lo cerraron por subversivo, en el garito circulaban libros de Marcuse y según cuentan los cronistas de la ciudad, se fumaba grifa que llegaba bajo los gorros de la Legión.
En el número diecisiete de la calle Pinzón, una calle que en su día albergó la pestilencia de un secadero de bacalao, tiene un interior abigarrado. Hay fotografías, artilugios vetustos cuyo uso es desconocido para los millenials, juguetes y alquimia. Una reproducción enorme de la portada de la Cartelera Turia n.º404 anuncia la inauguración del bar cincuenta y un años atrás, cuando lo más demandado era la Voll Damm por su relación precio y graduación alcohólica.