Revivir (y actualizar) a Romeo y Julieta a través de sus personajes secundarios

VALÈNCIA. Los clásicos tienen algo, y es que todos tenemos una breve pincelada sobre estos, o al menos creemos tenerla. Más allá del título tenemos un runrún de lo que van, aún sin haberlos leído ni haberlos visto representados. Una buena forma de acercarse a estos es a través de las revisiones, o mejor dicho de las "revitalizaciones". Nuevos escenarios, nuevas caras y nuevas palabras. Este es el caso de Última Lluna de Mercucio Montesc, que busca mostrar una versión distópica y muy necesaria de Romeo y Julieta. Un acercamiento a Shakespeare por y para los jóvenes, por parte de la compañía de teatro Perros Daneses, en coproducción con TEM, Centre Teatral Escalante y Yapadú Produccions.

La obra bebe de Romeo y Julieta de William Shakespeare, plasmada por Javier Sahuquillo y Laura Sanchis, de la mano de un elenco conformado por actores y actrices jóvenes, que seguro darán mucho de qué hablar: Raúl Ferrando, Aurora García Agud, Kike Gasu, Paula López Collado, Raúl Lledó y Marc Servera. Sin más preámbulos nos adentramos en el clásico “revisado” de Shakespeare, autor al que no le hace falta ningún tipo de presentación. Los que tal vez no se han presentado son los personajes secundarios de la historia, aquellos pertenecientes a las familias Montesco y Capulet, a quienes conoceremos a través de esta obra. Eso sí, rodeados de un mundo apocalíptico, y con una historia que navega entre el amor, la lealtad y la amistad... y puede que un poco de violencia.

Ponte en mi lugar

Para contar una historia para jóvenes hay que preguntar a los jóvenes, parece una obviedad pero no lo es. El director Borja López lo define así: “Confeccionamos un universo común. Con esto vamos a quitarle la caspa y lo arcaico a un texto de Shakespeare” ¿La clave para esto? La multidisciplina y la pluralidad de voces. Esta realización nace a través del ciclo L’Escena Jove de l’Escalante, en el que se complementa la producción y exhibición de las obras junto a los jóvenes. Hace cosa de un mes Sahuquillo comentaba con Culturplaza como esto comprendía a los jóvenes como críticos, y como se llegaba a este momento mágico en el que el espectador se convierte en dramaturgo. En ese momento define la obra como “una historia de amor y de muerte, que se asemeja más a un episodio de Netflix que a una obra escolar”.

Tras haber pasado ya por los institutos Sahuquillo lo ve todo con una nueva lente, y traslada esta visión a sus actrices. Una de ellas, Paula López, comprende este proceso como crucial para conocer la reflexión de los jóvenes y para observar de cerca como debaten: “Es increíble ver cómo entienden y defienden el amor y la amistad, y como tienen tan claros esos conceptos”. Otra de las claves para un relato tan bien narrado es que la historia para jóvenes la cuenten ellos mismos. No solo a través del proceso de creación, confeccionado mano a mano entre directores, actores y espectadores sino desde las modificaciones que puedan surgir. Raúl Ferrando, uno de los actores de la obra, llegó un poco más tarde a todo el montaje y la escena, pero pudo adaptarse muy rápidamente: “Cuando llegué sentí el proceso de laboratorio ya hecho, y eso conlleva un gran trabajo. Lo que se puede ver al final es una historia de amor, amistad y revolución juvenil”. Todo esto pasea a su vez por un sinfín de estímulos: Música, coreografías y mucho más. Un juego entretenido tanto para el espectador como para los propios actores.

Honrar a los secundarios

Se podría decir también que los eternos secundarios son aquellos que solo se sientan y ven la obra, y que ahora se convierten en protagonistas. En la presentación de Última Lluna de Mercucio Montesc Sahuquillo resalta la cuestión de la crisis del teatro del 2008, en la que se rompe la intergeneracionalidad y se generan pequeños bandos. Esta separación impide que los jóvenes intérpretes se relacionen con los directores y empobrece los sistemas: “Hay que escuchar siempre a quien tiene más experiencia que tú, y de ahí conformar equipo”. En este caso escuchar hay que escuchar a las nuevas voces que contarán la historia. Escucharlas explayarse sobre su visión del amor, las relaciones y la amistad, para generar un relato actualizado. López por su parte sueña con el momento en el que esto se convierta en algo recurrente: “Esto tiene que estabilizarse, no puede ser una cosa que se cumpla sólo una vez al año”. Una forma de que este elenco deje de ser secundario y pase a la plana principal.

Toda este proceso para enfrentarse a un reto que lleva atormentando a Sahuquillo desde el año 2019: contar la historia de Romeo y Julieta convirtiendo en protagonistas a los secundarios. Este proyecto para darles una segunda vida nace y se desarrolla por fin sobre las tablas. Tras tantísimos años Benevoli y Mercucio, podrán contar su historia, de primera mano. Dos personajes que sin duda se habrían adueñado de la historia si hubieran podido, según el propio Sahuquillo. Un reto que a su vez se alía con los secundarios de la escena, ya sean estos la música, la performance o incluso con la maquinaria del Teatre El Musical, que se convierte también en parte del elenco. Elenco conformado por actores que saben hacer de todo: Cantar, bailar, aportar ideas y deslumbrar. Un relato que se conforma en horizontal y en el que el público, sin duda alguna, se sentirá también personaje principal sin necesidad de empuñar una daga ni acercarse a ningún veneno.