VALÈNCIA. Hace tan solo unas semanas, Culturplaza hacía una radiografía de la explosión de discográficas en la ciudad de València. Pero la lista continua, y a la las recientes Contra o Cero en Conducta, se le une Ritme, una iniciativa que busca encontrar su hueco en la escena de la electrónica underground de la ciudad.
Frente a ella, Marcos Blanch, que ya participó en el equipo fundacional de Cero en Conducta, y que tras un año -explica a este diario- quiso “hacer un proyecto nuevo". Ritme empezó como un paraguas bajo el que desarrollar eventos como charlas, desfiles, exposiciones, sesiones, mercadillos y otros encuentros multidisciplinares en varios locales. Más tarde, entró la idea de que una pata imprescindible del proyecto fuera la música electrónica.
La idea del proyecto es que sea nómada, y ya ha estado en espacios como Oven, Mat32 y un par de eventos en localizaciones secretas. En cada evento intenta concentrar talento joven y emergente que busque además hablar sobre temas como el voguing o el diseño performativo.
Por otra parte, el propio proyecto ha mutado en una filial discográfica, Ritme Records. Blanch, que lleva pinchando desde los 15 años, decidió juntarse con otros dos amigos productores para crear el sello hace seis meses. El sello está enfocada a la electrónica underground y ya han sacado su primera referencia en plataformas digitales. Para la segunda, que ya están preparando, sí planean lanzar una edición en vinilo, y adelantan que estará a cargo de un productor internacional, de ámbito europeo. El proyecto del sello es en realidad colectivo, del que también forman parte Sultra (residente en Oven), y Pau Melgar, que hace las labores de productor. Los tres gestionan la marca de manera horizontal y mancomunada, sumando sus diferentes experiencias pero dejando sitio a la frescura de un proyecto nuevo.
“Los sellos de electrónica en València han estado muy enfocados en la Ruta, la música remember y la mákina”, señala el promotor de Ritme. Pero lejos de hacer caso al vacío que ha habido hasta hace no tantos meses, Blanch apunta alto y busca “exportar el talento valenciano fuera”: “queremos salir, nuestro objetivo está en salir fuera”. En este sentido, cabe resaltar el paso hacia adelante que han tomado colectivos como The Basement, que fundó su sello en 2016 y sobrepasan las 85 referencias, o el pub Oven, que lanzó Discos Malvarrosa, de la que han salido otros cuatro discos.
Sobre la complicada profesionalización: “de esto viven dos personas. En mi caso, intento ocuparme de esto lo máximo posible, pero al final acabas siendo también diseñador gráfico, camarero, promotor, discjockei… Lo importante es que ahora mismo está es mi ilusión”.
Blanch espera poder mantener y aumentar la oferta de eventos del proyecto conforme la situación sanitaria lo permita. Dos patas de la misma marca que busca refrescar la escena electrónica poniéndola en conversación con otras disciplinas artísticas y con el pensamiento.
La multiplicación de las discográficas no deja de ser la culminación de un proceso que completa la cuadratura del círculo para poder desarrollar un proyecto musical en València. Colectivos jóvenes, underground, con una gran conciencia de lo colectivo dentro de la escena, van ocupando el lugar que han ido dejando proyectos empresariales afectados por la crisis. Una nueva manera de entender el ecosistema musical, que apuesta por lo casero, pero también aboga por atreverse en los nombres, en el contenido y en la forma. En los últimos años, han empezado a funcionar de manera horizontal promotoras, agencias de management, discográficas, y marcas a partir de las cuales vertebrar una serie de eventos para poder profesionalizar, o al menos poder mostrar cuando las puertas parecían cerradas, el nuevo talento local.