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presenta 'don roberto' en el rialto

Roberto Hoyo: “Soy de las voces más potentes de toda València”

6/05/2024 - 

VALÈNCIA. Se abre el telón y aparece Roberto Hoyo en el escenario… o Don Roberto, no hay mucha diferencia. Persona y personaje tienen mucho en común: parten de la prepotencia, tienen un enorme aura de superioridad y una gran capacidad para conseguir todo lo que se proponen, “mucha ambición” como diría C.Tangana. 

Sobre las tablas del Rialto el actor valenciano Roberto Hoyo presenta Don Roberto -del 9 al 12 de mayo- junto a la compañía Leamok, una obra sobre la que reflexiona sobre la figura de Don Juan Tenorio y la hace suya sobre el escenario. Su filosofía es la siguiente: “España no quiere teatro, España quiere espectáculo… quiere verme a mí”, un pensamiento que le permite acercarse a la figura del Don Juan Tenorio del siglo XXI al que da vida a través de un espectáculo en el que le guía la ambición y con el que espera que la vida le ponga “donde le tenga que poner”. 

En el proceso de creación de personaje Hoyo se confunde con Don Roberto, persona y personaje pueden convertirse en los mejores de la escena: “Soy de las voces más potentes de toda València. El espectáculo me sirve para sacar la soberbia que tengo, estoy en el punto más maduro de mi carrera y en el momento para sacar al Don Juan de mi, quiero ser real y decirle al mundo todo lo que quiero y todo lo que voy a conseguir”, declara el joven actor, quien explica que a través de esta comedia el que se ríe es él, y que eso da el giro a la narrativa.

Para crear su personaje necesita de dos aprendices que se suben con él a escena: Toni Misó y Tania Fortea quienes tienen que encontrar la manera de madurar su actuación a través de sus prepotentes consejos. Ambos trabajan para Don Roberto y tienen que seguir la mentoría al dedillo por el camino fastuoso que es tener que hacerle caso a alguien que también se equivoca. “La historia tiene que ver con la ambición, con el éxito y con la parte superficial pero no deja de tener toques de drama espiritual”, añade Hoyo, como persona.

“Cuando el espectador está cómodo en su butaca le gusta que pasen cosas de verdad, anclo al espectador desde el odio al comenzar y poco a poco se van a acercar al personaje, o no, me da igual. La gente puede salir odiándome pero yo lo que quiero es causarle algo real al público”, añade, totalmente preparado a recibir todo tipo de reacciones por este espectáculo, “si al sector de las artes escénicas no le gusta como soy me voy de aquí, o me expreso como siento el arte o no estoy haciendo algo real. Sé que me pueden llegar a odiar pero tengo que ser honesto”, declara el creador de su propio alter ego. Tiene “todo y nada que perder” y no le importa jugársela en cada espectáculo. ¿Su fórmula? Apretar mucho al personaje por el que lo deja todo y con el que se presta a su experimento que comienza hace ya más de tres años: el de convertir a Roberto Hoyo en Don Roberto.

Foto: SOFÍA ZARAGOZA

Para esto comienza a formarse en diferentes disciplinas marciale, con el objetivo de poder mostrar sobre las tablas como hacer sparring -un combate con puños y patadas con el que se simula una pelea-, kickboxing y otras coreografías de la lucha, para “lucirse un poco”. Para aprender a “tutorizar” a otros autores se embarca también (hace un año) en personificar al Don Juan a través de Playlab, una serie en la que invita a actores valencianos a formarse a través de sus consejos, en el que les enseña a trabajar “a su manera” aunque con más libertades que en la obra: “En Playlab los actores podían elegir su escena y contar con mi asesoramiento pero en Don Roberto yo pago a mis actores y les digo lo que tienen que hacer. Tengo que convencerles de quien manda y les muestro quien tiene el poder”, añade el actor.

En esta filosofía de “dejarse la piel por el personaje” Hoyo confiesa que más de una vez se ha ido a casa con la nariz ensangrentada de los golpes y con algún fuerte dolor de cabeza por la fusión persona-personaje: “Si no arriesgo no tengo un Don Juan, sería como hacer esto de mentira, le dedico todo a esta profesión y lo quiero todo a la vez, esta obra es mi momento de retratarme”, añade. 

Con tono envalentonado confiesa que no teme a las reacciones, sabe que es el momento de “volcarlo todo sobre la escena” y ya que sea lo que Dios -la crítica- quiera, una forma de mostrar su camino que aún no sabe hacia donde le va a llevar: “Siento que tengo que tirar por todo lo alto y sin miedos, siento que no me voy a arrepentir de este proyecto porque una vez sacas la soberbia fuera de ti queda algo más bonito dentro”.

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