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el artista que expuso en la muralla china

Rodolfo Navarro, el Marco Polo del arte

Es la única persona que ha conseguido instalar una pintura en la Gran Muralla China. Una obra de mil metros cuadrados rodeada de esculturas que le costó a este artista valenciano sudor, lágrimas y casi la ruina. Ahora recoge sus frutos y sus obras se cotizan entre las clases dirigentes del país asiático. Ha pintado retratos para el entorno del presidente de la República Popular, Xi Jinping, y esculpido bustos del pintor chino más cotizado del mundo. Su polifacética personalidad incluye una empresa que distribuye vino valenciano en China, la colaboración con una firma sueca de paneles acústicos o una reserva de bisonte europeo en Benagéber

| 02/02/2016 | 2 min, 26 seg

VALENCIA. París, noviembre de 1989. Un joven estudiante de Bellas Artes forma parte de la primera hornada de alumnos valencianos que participa en el programa Erasmus. Su llegada a la capital francesa es como dejar a un niño en una tienda de golosinas. Un paraíso en la Tierra donde su mundo se concentra en los museos y el perfeccionamiento de su estilo creativo.

Para expandir conocimientos decide viajar al este de Europa. Visita Austria, Suiza y pasa al ‘otro lado’ de lo que entonces se llamaba el telón de acero, donde estaban los países de la órbita comunista. Recorre Budapest y Praga. Como final de trayecto llega a Berlín oriental, capital de la República Democrática Alemana, ariete del bloque soviético en Occidente.

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Rodolfo se encamina hacia la puerta de Brandenburgo para visitar el muro que dividía la ciudad. Allí encuentra una enorme cola ante el puesto fronterizo mientras mucha gente baila y canta. La multitud le anima a cruzar al ‘otro lado’, «ven hacia la libertad», le gritan, y el joven estudiante decide saltar. De esta manera se convierte en uno de los pocos españoles que el día de la caída del muro de Berlín se encontraba en el lado oriental, y uno de los escasos adultos del mundo occidental que no se había enterado de lo que sucedía en el corazón de Europa.

Es el tipo de cosas que le suelen pasar a Rodolfo Navarro, pintor, escultor, fotógrafo y un emprendedor en constante actualización. Hoy nos recibe en su centro de operaciones en Llíria, a unos 25 kilómetros de Valencia, en una casa rodeada de campos de naranjos donde mantiene su residencia familiar junto a su mujer y sus cuatros hijas. Es el lugar al que siempre regresa después de sus constantes viajes. Ante la vivienda se extiende un jardín donde se alternan olivos y palmeras con obra escultórica de formas geométricas y figurativas.


(Lea el artículo completo en el número de febrero de la revista Plaza)

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