Los VolubleVALÈNCIA. Que la noche no se apague, los sonidos de las catacumbas no renunciar a su hábitat natural, el fin de semana. Ruido Vírico es la enésima propuesta de música en directo para hacer más llevadero el confinamiento, pero ningún otro proyecto ha arriesgado en el contenido como el que han montado para este fin de semana Edu Comelles, Jaume Muntsant y Javier Melgar. Ruido Vírico empezó la tarde del viernes y se alargará hasta la noche del domingo y la música no parará: las sesiones están pensadas en tres slots, de 12 a 14, de 17 a 20, y de 21 hasta más allá de la medianoche.
El menú, a diferencia de las otras propuestas de canción pop o de autor, está lleno de géneros periféricos basados en los experimental, lo electrónico y lo extraño. Serán un total de 30 artistas los que participen en la iniciativa, seis de ellos, artistas de la Comunitat Valenciana. Las propuestas se pueden ver a través de la plataforma Twitch, algunas serán en directo, otras serán actuaciones pre-grabadas, y otras serán conciertos en vivo y con público que en su día fueron grabados, ofrecido en primicia para esta ocasión. A modo de "recompensa", la organización ha creado una cuenta para que el público pueda hacer donativos, que se repartirán -al final del festival- de manera equitativa entre todos los artistas.
El cartel, que es paritario, empezó a conformarse hace ahora una semana. "La idea inicial era solo incluir nombres de la música más experimental, pero al final se iba apuntando más gente y pensamos que era bueno abrir el abanico", comenta Comelles a este diario. En este sentido, por el festival pasarán desde artistas “del inner-inner experimental” a sesiones techno (los slots de la noche está dedicado a ello).
Cuatro planes del festival a destacar: Los Voluble (domingo por la noche), con una versión doméstica de su proyecto Borderhack, una experiencia audiovisual que pone el foco en la crisis migratoria en el Mediterráneo; Carles Viarnés (sábado por la noche), uno de los artistas que de manera más tangencial ha entendido su trabajo en la música contemporánea; y Bromo (domingo por la tarde), desde Málaga (el proyecto de Paloma Peñarrubia y Azael Ferrer) que combinan el audiovisual con la música en directo y así lo harán, cada uno desde su casa. El cuarto plan no es una actuación en sí, sino una conferencia de Oriol Rosell (domingo por la noche), que hablará del aquí y el ahora de la escena en España.
Ruido Vírico pretende exactamente ser aquello que le da nombre, que el ruido de la música experimental se cuele en las casas como si fuera más contagioso que el propio coronavirus. La iniciativa “trata de mantener la agenda cultural y musical y dar una respuesta contundente al propio encierro”, según explica Edu Comelles. “Otra vez, se hace notar que las instituciones públicas están yendo por detrás de la sociedad. Montamos esta iniciativa para adelantarnos a la crisis económica tan fuerte que vamos a vivir, pero con la capacidad financiera y operativa que tienen algunas instituciones culturales, impresiona que no estén montando actividades similares y contratando a artistas”, añade.
En todo caso, esta iniciativa quiere demostrar -según el mismo Comelles- “que vamos todos a una, aunque las donaciones que vamos a recibir no nos van a hacer ricos a ninguno”. La idea es, tras este fin de semana, intentar mantener cierto tipo de programación, con más tiempo de organización y con una financiación más parecida al de la entrada de un concierto.
Por ahora, este fin de semana la música no parará. Será una oportunidad de oro para entender el consumo cultural de estos días más allá del puro entretenimiento, es decir, buscando el descubrimiento. Las actuaciones tendrán un directo pero se almacenarán: “la idea es que cada persona tenga una experiencia de festival diferente, que elija qué ver, escuchar y probar”.
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