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el festival presenta más de 30 propuestas

Russafa Escènica se reivindica rodeándose del presente y el futuro de las artes escénicas

4/09/2024 - 

VALÈNCIA. Las presentaciones de Russafa Escènica siempre dan la bienvenida a lo grande a la temporada teatral y dancística. Lo hacen bien rodeados de autoridades pero también de creadores y otros agentes culturales del sector; muchos de ellos han nacido y crecido gracias al festival. El acto sirve, por supuesto, para exponer las más de 30 propuestas del programa: 10 de ellas Bosques de creadores nacionales y valencianos más consagrados; y otros 10 Viveros que le toman el pulso al talento emergente.

Pero también sirve para hablar de política cultural; y más concretamente en la manera en la que sobreviven (y muchas veces malviven) las iniciativas privadas culturales de referencia. Russafa Escènica siempre ha sido transparente: viven continuamente en el abismo, pero con la esperanza (por ahora siempre certera) de que algo llegará y salvará su edición. También con el trabajo gratuito del equipo promotor, y la voluntad genuina de los artistas de participar más allá del dinero que puedan sacar por ello.

Ayer se juntaron a escuchar lo que las artes escénicas tenían que decir Álvaro López-Jamar, DG de l’IVC; Francisco Teruel, Diputado de Cultura; Rocío Gil, Diputada de Teatres de la Diputación de Valencia; y José Luis Moreno, Regidor de Acción Cultural del Ayuntamiento de València. Ellos estaban porque colaboraban con el festival, a diferencia del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana y la Dirección General de Cultura y Patrimonio, que han retirado su apoyo al festival.

Los presentes escucharon el agradecimiento del festival, pero también la reclamación de que su apoyo debe ser más estable y firme. Para muestra, un dato: del presupuesto estimado de este año, 150.000 euros, el 53% depende de subvenciones en proceso de adjudicación. En ese presupuesto faltarían otros 50.000 euros, que es lo que la organización calcula que asume dejar de cobrar por meses de trabajo para hacer viable el proyecto. Pero Russafa Escènica lo tiene claro: “Somos un festival estratégico y somos una referencia en la ciudad”, reivindicó ayer Jerónimo Cornelles, su director artístico.

Cornelles pidió estabilidad y compromiso. Los representantes institucionales sacaron pecho del apoyo que ya le daban y se prometían seguir estudiando de qué manera manejar los procesos. Pero el lema de la edición de este año, Hasta aquí llegará el mar, además de remitir al cambio climático, es un aviso: “Esta edición es un antes y un después. No podemos seguir trabajando así”.

El festival es posible —explica la organización— gracias al esfuerzo de un equipo que este año incluye a 48 personas, sumando el personal externo (19) y los voluntarios (20) a los miembros base de la organización (9). Se añaden los 77 profesionales de la escena que participan en las funciones y los 23 que lo hacen en las actividades paralelas programadas. En total, 146 personas.

"Creemos que hacer política cultural no es solo llenar de contenido los contenedores culturales públicos. También es escuchar, colaborar e impulsar iniciativas surgidas del propio sector, que conoce sus carencias, pero también su potencial. Es una situación que denunciamos desde hace 14 años y que no solo nos afecta a nosotros, diría que la sufren todos los profesionales de la cultura”, concluía Cornelles.

El mayor ejemplo de esto es el Consorci de Museus, que ha pasado de ser un actor clave a desaparecer de la ecuación de entidades colaboradoras. Pero siempre hay una cuerda auxiliar: en este caso, el programa SARC de la Diputación de Valencia, que ha salvado las residencias. En todo caso, el director del festival ha anunciado que Pilar Tebar, nueva Secretaria Autonómica de Cultura, ya se ha puesto en contacto con el festival para retomar las relaciones con la Generalitat.

El último texto de María Cárdenas, un experimento de Santi Senso…

En todo caso, las reivindicaciones del festival tienen un fondo detrás, y ese es una programación de calidad que le ha convertido en una referencia de la agenda cultural de otoño y foco del talento emergente.

Russafa quiere decir ‘jardín’ en árabe. Por eso el festival se divide en Bosques (piezas de 50-60 minutos de duración) y en Viveros (piezas de 30 minutos). Entre los primeros, cuatro estrenos absolutos: Yo soy 451, la nueva propuesta de La Teta Calva y texto póstumo de María Cárdenas, que pone en escena e interpreta su compañero Xavo Giménez; Hibrit, de Begoña Tena; Valparaíso (cuatro días, cuatro noches), de Víctor Sánchez, que vuelve al festival; y la pieza de danza Cosica, de Marta García. Completa esta selección Escenas de la vida contemporánea con sus bichitos y todo, de La Galguera, y la pieza de danza Trópico, de Marroch, junto con tres propuestas nacionales, todas ellas estrenos en València. Son los espectáculos de circo Mar o de cómo sobrevivir a un tsunami, de La Compañía Rebe al Rebes; Latas, de Compañía D’Click; y el juvenil Juicio al extranjero, de Indubio Teatro, que parte de la novela El extranjero, de Camus. Además, destaca la propuesta Adicto a mí, de Santi Senso), que para las funciones en el festival incluirá intérpretes valencianos en su elenco.

Fino qui (Cía. Nokaut Teatro)

Por otra parte, los diez estrenos absolutos en los Viveros vuelven a reflejar el presente de las artes escénicas valencianas. Aunque Cornelles no ha querido sentar cátedra ni análisis, sí ha destacado que hay ciertas tendencias en las creaciones jóvenes: por ejemplo, en la autoficción “y por tanto, en lo que rodea al propio creador”. El público podrá encontrar el nuevo talento de las artes vivas en Equilirium, de Cía. Delio Island; y Globo (Explorateatro); texto y danza contemporánea en Nova Ona, de Lucía Jaén y Paula Peña, y en Agua con sal y otras desdichas, de Alba Navarro y Noelia Sánchez; autoficción en clave de humor en Yomiméconmigo o Ho’ponopono, a cargo de De Ronda; y Sequía, de Hacebuenohoy; en la comedia romántica de Fino qui (Cía. Nokaut Teatro); en el drama costumbrista en Ara que estic a punt d’estar més trist que mai (Cía. La Constante); y en el trabajo con objetos que proponen Fast and Furius (Cía. Maria de Lapera) y Objetuario (Ana Ulloa).

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