VALÈNCIA. Madres e hijas, abuelas y nietas, hermanas, señoras y criadas, conocidas ocasionales, indigentes o visionarias galácticas son algunas de las protagonistas de Històries amb minúscules, una pieza escrita y dirigida por Amparo Vayá, que le llevó a ser la primera autora en obtener el Premi Evarist García en 2020, un galardón otorgado por la Diputación de Alicante.
Rompiendo techos de cristal, en la semana de la mujer y dentro de su Cicle de Companyies Valencianes, Sala Russafa acoge el estreno en València de esta comedia de la formación Kala Teatre que se suma a las reivindicaciones del feminismo y del 8M.
Como muchos otros proyectos que van saliendo a la luz últimamente, el texto nació durante el confinamiento. “De repente, me vi con tanto tiempo libre que empecé a redactar relatos y escenas”, comenta su autora. De manera natural, se descubrió creando situaciones protagonizadas por personajes anónimos y relacionadas con un momento histórico. “Por ejemplo, yo tenía cuatro años cuando se llegó a la Luna y en mi casa no se hablaba de otra cosa, fue todo un acontecimiento. Me parecía bonito escribir sobre eso, pero no quería contar mi experiencia personal, me atraía más imaginar cómo lo vivieron otras mujeres. Y se me ocurrió narrarlo desde un punto de vista inimaginable en aquella época: que una mujer ambicionara ser ella quien diera ese ‘primer paso para el hombre’”, afirma Vayá. Más impensable todavía: que fuera una mujer embarazada.
Tirando de memoria vital, fue escogiendo hitos que marcaron socialmente al mundo, pero también otros más domésticos, que afectaron a la Comunitat: desde la muerte de Franco a La Pantanà o la visita del Papa, la victoria de la selección española de fútbol masculino en el Mundial y el 23F, entre otros. “Quería contar esa "Historia con mayúsculas" a través de la gente de a pie, de sus pequeñas vivencias que, cuando son de mujeres, son historias con minúsculas”, apunta la dramaturga.
En un tono de comedia, con ternura, humor y consciencia, Vayá pone al descubierto el papel social que tradicionalmente se ha atribuido a su género y la cantidad de rémoras que todavía se arrastran: desde el deber del sacrificio a la culpa o las limitaciones y autolimitaciones.
“A través de las generaciones se han interiorizado tantas cosas... En una escena sobre la visita del Papa, una madre le dice a su hija que es normal que haya renunciado a todo por su marido, que es lo que hace cualquier mujer. Hasta hace 15 años, este tipo de expresiones era habitual. Pero es que ahora muchas de estas cosas todavía parecen normales” señala la autora de un texto donde encontramos muchos de los clichés impuestos, aprendidos y reproducidos que aún siguen activos, quizá de manera más encubierta, con un discurso más políticamente correcto que una mirada atenta a la puesta en práctica se encarga de contradecir.
Personajes femeninos de diferentes épocas, edades, procedencia y condición social componen este mosaico de hasta 16 mujeres que, a lo largo de 9 escenas, van haciendo un retrato de la sociedad española. Utilizando caracterización, la escenografía justa y una ambientación musical y audiovisual de refuerzo, la obra consigue transitar por un universo pocas veces observado, sobre todo hace unas décadas, el del 50% de la población: las mujeres.
Vayá opina que, a diferencia del cine, en el teatro cada vez se muestra una mayor diversidad de caracteres. “Estoy muy acostumbrada a escribir con personajes femeninos para los montajes de las clases de interpretación que imparto porque, curiosamente, la mayoría de los estudiantes son chicas”, explica. “Y, como cada vez somos más las autoras de todas las generaciones que escribimos, en el escenario hay mujeres de todas las edades, de todos los tipos. A mí me encanta ver trabajando a actrices muy jóvenes, pero también a gente más madura o a intérpretes más mayores, con toda su experiencia”, sostiene la autora y directora de escena quien ha escogido a las valencianas Miryam Garcés, Laura Useleti y Pepa Juan para dar vida a estas històries amb minúscules, estos pedacitos de vida que sirven para entender el pasado y el presente, para tomar conciencia de qué futuro estamos construyendo.