Sería a principios de 2019, con la vista puesta en las elecciones generales de y autonómicas de ese año, cuando en una furgoneta hacia el aeropuerto de El Altet José Chulvi y Alejandro Soler, y posiblemente, Ximo Puig, decidieron que el candidato a la Alcaldía de Alicante iba a ser Francesc Sanguino, primarias mediante. Los tres iban a recoger a Pedro Sánchez y así se lo hicieron saber. Con su designación, y tras no convencer a Manuel Palomar, las dos almas del socialismo quedaban satisfechas. Ximo había hecho valer su candidato tras las consultas con la bautiful people local y el sanchismo, veía como esta vez Ángel Franco no tocaba bola. Su alcalde, Gabriel Echávarri, había tenido que dimitir, y su invento para esas primarias, el médico Andres García Fraile, había generado una polvareda en el seno de la agrupación que anticipaba una guerra civil en el mejor momento de los socialistas en los últimos decenios.
Sanguino era un perfil Botànic. Aunque no militaba en el PSOE, su padre era un histórico en la agrupación y él se movía muy bien en círculos de EU y Compromís, lo que garantizaba, en caso de dar la suma, la posibilidad de unas mejores relaciones personales, a diferencia de lo que pasó con el efímero tripartito. Franco asintió el movimiento, como suele hacer siempre y arrancaba la calculadora: ya sacaría rentabilidad con la lista de concejales, que en caso de perder, siempre tienen la sartén por el mango y, además, colocaría piezas en la Diputación y en las Cortes Valencianas.
El resultado fue el que fue: tras el drama del tripartito, el PSOE salió bien parado, pero los socios, especialmente, EU-Podemos se deshinchó y por lo tanto, no hubo tripartito. Además, Vox y, sobre todo, Cs, venían con fuerza, lo que hizo el centro derecha pudiera amarrar el trono de Alicante tras el belmontazo y con el empate a ediles entre PP y PSPV sobre la mesa. Los socialistas ofrecieron todo a Cs, pero ni por esas se interrumpieron los bloques.
Después de todo ello, Sanguino aterrizó en el grupo municipal y conoció a los concejales. Y por si alguien tenía dudas, hablaban idiomas diferentes. El nuevo portavoz estaba acostumbrado a moverse entre bambalinas -nunca mejor dicho-, a mantener discursos y conversaciones de alto significado cultural e intelectual, y el resto de la tropa -con todo el respeto- venía de la calle, o, en todo caso, de la universidad. Podríamos dedicar varios párrafos a analizar cómo ha sido la relación de Sanguino con el resto de ediles y con la dirección del partido. Pero se resume muy rápido: se han hecho la puñeta todo lo que han podido, la relación ha sido nula, sólo con unos cuantos y, por tanto, si la idea era generar un equipo no lo han hecho y, por tanto, la oposición ha dejado mucho que desear. Poco más.
¿Quién ha sido el culpable? Todos. Sanguino, por no ser capaz de convencer al resto de concejales. La dirección del partido, por hacer la vida imposible. Todo ha saltado por los aires este viernes con el cese de los asesores y el relevo de Trini Amorós como portavoz adjunto. A día de hoy tiene poca solución. Lo habitual es que esta misma semana que entremos, la dirección local del partido ordene la restitución de los cesados y de no hacerlo, el cambio de portavoz. El propio Sanguino lo tiene asumido. No se si será la asamblea como dice él, pero sí la ejecutiva; es decir, los hombres de Franco. Caerá por tanto un portavoz más; otro candidato a la Alcaldía que no repite en Alicante, en fin, la agrupación de Alicante, un mundo aparte. Nada nuevo bajo el sol.
Y bien, Sanguino se irá. No sé si lo rescatará Puig en el Consell o le mantendrá Puig como portavoz, so pena de mantener al personal señalado. El todavía portavoz socialista también deja claro con su decisión el papelón que se va a encontrar su sucesora (más que sucesor): un campo de minas que el señor Franco ya se encargará -y le permitirán- que implementar para que la próxima vuelva a tropezar en lo mismo. Insisto, no sólo la culpa es de Sanguino o de Franco. Esta vez, la dirección del PSPV y, en concreto, Puig también es responsable, y los sanchistas. Todos se enfrascaron en esta operación y todos han dejado que se cociera a fuego lento, a sabiendas de que Sanguino iba contando su drama a todo aquel que le escuchara. El aviso estaba dado, y no es el primero que lo hace. Todos se lamentarán, pero nadie ha sido capaz de ponerle remedio, incluso, asumiendo que Sanguino tampoco era el candidato idóneo para la ciudad.
La cuestión es que la historia se repite, y que el PSOE de Alicante, ni en los mejores momentos del partido, ha sido capaz de aprovechar la oportunidad. Así que, otra temporada en el infierno. A ver quién es capaz de darle la vuelta a esto con semejante agrupación, convertida en un autómata del error.