VALÈNCIA. Quince años haciendo fotos, diez de ellos centrados en el fotoperiodismo y los últimos cinco en las rutas migratorias. Santi Palacios ha pasado sus últimos años siguiendo embarcaciones y pateras. Tiene pendiente ir a Irak, Mexico, Senegal, Turquía o Líbano porque ahora su objetivo es trabajar desde el origen, llegar hasta los países desde donde miles de ciudadanos cruzan el mar cada día para huir de las guerras y los conflictos que tiñen sus tierras. Lo hará después de tener la zona del mediterráneo más que "cubierta".
Precisamente en el mar fue donde capturó la imagen que le llevó a ganar el segundo premio en la categoría de Noticias Generales de la Word Press Photo 2017. Bajo el título de Left Alone (Abandonados), se podía ver a una niña nigeriana de 11 años consolar a su hermano menor, a bordo de un bote de rescate, tiempo después de que su madre falleciera en Libia al cruzar el Sahara. Este testimonio fue suficiente para que el fotógrafo tuviera la necesidad de contar lo que vivió esa tarde, con la suerte de que convenció al jurado de la WPP, haciéndolo así mundialmente conocido.
-28 de julio de 2016. Ya han pasado más de dos años desde que ganaste la WPP ¿cómo recuerdas el momento en el que capturaste la foto?
El rescate iba bien dentro de la complicación que supone este trabajo. Primero los socorristas entregan chalecos salvavidas y suben a los niños y a las mujeres que van a bordo de una patera con cientos de personas. Pero en torno a medio día, en la última patera en la que la ONG Open Arms intervino, subimos a dos hermanos que rompieron a llorar y a gritar muy fuerte "mamá, mamá”. Hice la foto y acto seguido traté de tranquilizarles pensando que tenían miedo al mar, que es lo normal. Pero no, ahí mismo me enteré de que su madre se había quedado muerta en Libia.
-Imagino que tendrías más instantáneas, ¿era está entonces la más evocadora?
-Presenté muchas más fotos, pero esta imagen funciona especialmente porque la historia que le acompaña genera reacciones y hace empatizar. Lo más seguro es que si no me hubiera enterado de la historia que había detrás, no la hubiera presentado. De hecho, envíe muchas más y no es de mis mejores imágenes. En cambio, es la única que está premiada. Los galardones tienen un componente de lotería enorme.
-Ante imágenes tan desgarradoras, ¿cómo es de importante hacer una fotografía de un modo u otro?
-Lo primordial es concentrarse y tener muy clara tu función, hacer tu trabajo y ayudarte de la cámara lo máximo posible. Aún así, siempre hay momentos complicados donde al final la prioridad no es la foto y acabas haciendo otra cosa. Por eso es difícil explicar cómo influye una buena fotografía en cada situación. Es a lo que nos dedicamos y tenemos muy claro cómo queremos crear reacciones en el público. Yo creo que de forma innata también tratas de conseguir la foto que más representa las emociones que tú estás viviendo en ese momento.
-¿Alguna fotografía que te hubiera gustado hacer y no llegaste a tiempo?
-Creo que las mejores fotos que he hecho en mi vida las he hecho con los ojos. Las tengo grabadas en la memoria, pero no las llegue a hacer por diversos motivos. Estoy convencido de que las mejores fotografías están por venir.
-Mucha gente considera que la fotografías serían los ojos donde la sociedad no puede llegar. ¿Crees que su papel va más allá?
-Yo soy un optimista convencido y sí creo que las imágenes tienen su efecto. Para mi tiene sentido si lo hacemos pensando en tres fases: corto, medio y largo plazo. Creo que en el corto plazo sí que son muy útiles, ya que se generan reacciones en los actores a los que interesa movilizar. En el caso concreto de las guerras y de las crisis migratorias y los refugiados, consigues que las ONGs empiecen a rescatar después de ver lo que está sucediendo en las imagenes.
A medio plazo lo que se produce puede llegar incluso a veces a ser contraproducente, pese a que sea nuestra última intención. Los medios bombardean con imágenes para hacer movilizar a los gobiernos y a las autoridades. Y en un contrasentido, éstos cierran las fronteras o las deportaciones y reducen la concesión de asilo político.
Pero luego a largo plazo, que es a donde quiero llegar, creo que cumple una función vital. Las fotografías envejecen como el vino, para bien. Con el tiempo van a tener un recorrido, van a seguir en la red, en exposiciones, en libros y van a generar reacción en personas que ahora aún no han nacido o que son pequeñas, haciéndoles pensar.
-¿Y cómo te han cambiado a ti personalmente estas experiencias?
-Trabajar en fotoperiodismo te hace priorizar y ser más consciente de qué es importante y qué no es tanto. El ver las situaciones tan duras a las que la gente se enfrenta, me ha hecho retroceder en el tiempo para darme cuenta de la cantidad de chorradas con las que perdemos el tiempo. Eso, y que te hace ser más canalla, te centras menos en las tonterías para ir más directo a por las cosas.
-¿Has vuelto a saber algo de los dos hermanos?
-No y me gustaría encontrarles. Pedí a algunos compañeros que trabajan en acciones humanitarias si me pudieran ayudar, pero no lo pude movilizar demasiado, debido a que he seguido trabajando. De hecho, un año después hice una foto muy parecida con otros dos hermanos nigerianos cuya madre estaba muerta en la lancha. También me gustaría encontrarlos a ellos y a tantos otros.