Entre los hallazgos que debemos a los estudios de innovación regional en Europa, dos son mis preferidos. Uno es el que nos advierte de que las estrategias de ‘especialización inteligente’ promovidas desde Bruselas han acabado desembocando en estrategias de ‘imitación recurrente’. Es decir, muchos gobiernos regionales han acabado intentando copiar modelos de éxito en lugar de apostar por la innovación para diferenciarse. Como es obvio, todo ello convenientemente regado con fondos europeos, que lo importante es que lleguen, no para qué. ¿Habremos sido nosotros de los imitadores o de los imitados?
El otro gran descubrimiento de los investigadores de geografía económica es que muchas regiones, entre ellas la Comunitat Valenciana, se encuentran inmersas en una “trampa de desarrollo”. Asunto que recibe atención especial en el documento “Cohesión en Europa 20250”, que publica la Comisión Europea y acaba de ver la luz.
En él se dice textualmente que las trampas de desarrollo “son un grave riesgo para el futuro de la UE”, una fuente de “costes sociales y resentimiento político hacia lo que se considera cada vez más como un sistema que no beneficia a las áreas que se quedan atrás, lo que lleva a una creciente geografía de descontento”, que tan bien saben gestionar los populismos.
El profesor de la London School of Economics Andrés Rodríguez-Pose se reparte la tarea de explicar la cuestión en el informe con sus compañeros en la institución Michael Storper (también es profesor de UCLA en EEUU) y Simona Iammarino. De qué hablan cuando dicen que la Comunitat Valenciana vive atrapada en una trampa de desarrollo entre 10 y 14 años.
Desde 2000, las economías de un número cada vez mayor de regiones se han estancado tras alcanzar un nivel de PIB per cápita del 75-100% de la media de la UE. A medida que este grupo crecía con el tiempo, la salida de él se ha vuelto más complicada. De hecho, solo una región (Zahodna Slovenija), de un total de 53 de esa categoría, logró alcanzar un PIB per cápita superior a la media en 2019, mientras que en 18 de ellas, principalmente en el sur de la UE, cayó por debajo del 75%. En el caso valenciano, llevamos una década a las puertas de esa cifra.
La trampa de desarrollo se produce cuando en una región los costes tienden a ser demasiado altos para competir con los territorios menos desarrollados y sus sistemas de innovación no son lo suficientemente fuertes como para competir con los más avanzados. Como si de arenas movedizas se tratara, escapar de ella y lograr un mayor PIB per cápita resulta una tarea cada vez más compleja.
Por si fuera poco, mientras nos entrampamos, muchas regiones con un PIB per cápita inferior al 75% de la media de la UE en 2000, en especial las del Este de Europa, han experimentado un fuerte crecimiento durante los últimos 19 años. Y, lo que es más llamativo, son numerosos los casos de regiones más avanzadas que también han ampliado la distancia hacia arriba.
Las regiones de la UE atrapadas en una trampa de desarrollo tienden a tener una menor participación de la industria en la producción total, menos trabajadores con educación universitaria y niveles más bajos de apoyo a la ciencia y la tecnología. Suelen tener también una peor calidad de gobierno local y, por lo tanto, un entorno institucional más desfavorable, baja eficiencia gubernamental, falta de transparencia y rendición de cuentas, y más corrupción.
Qué soluciones hay. Volver a una senda de crecimiento a largo plazo requiere reformas del sector público, una fuerza laboral mejor calificada y una mayor capacidad para innovar, según los autores. Tener una gran proporción de personas con bajo nivel educativo, por ejemplo, parece ser un impedimento más importante para el crecimiento que tener una proporción más pequeña de personas con un alto nivel educativo, según el informe.
En realidad, se diría lo que atasca a la Comunitat Valenciana es la confluencia de todos los factores que definen a la trampa de desarrollo en un mismo asunto: la ineficiencia, falta de transparencia y corrupción institucional a la hora de promover la innovación, unida a la falta de liderazgo en la sociedad civil, claro. Pese a la apariencia de haber sido inspirados de abajo hacia arriba, tanto el Plan de Recuperación como todos los planes y estrategias lanzados nivel local, discurren de arriba hacia abajo. Y ahí estamos, en una trampa de desarrollo, a la espera de que nos rescaten.