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Sarah Mazzetti: "Es muy fácil apoyarse en la estética que ya funciona pero a la larga podría ser contraproducente"

3/12/2019 - 

VALÈNCIA. La ilustradora y autora de cómics italiana Sarah Mazzetti (Bolonia, 1985) comenzó a partir la pana hace tan solo 7 años, —recién salida del Istituto Europeo di Design de Milán, del que ahora es profesora— cuando una oferta de trabajo de la directora de arte del The New York Times se quedó sin leer en su bandeja de entrada por espacio de unas pocas horas; más que suficientes para que aquel tren pasara de largo. Pero al contrario de lo que predican los atemorizadores —obsesionados con la celeridad, el work hard, play hard y las cosas que solo ocurren una vez en la vida—, aquella oportunidad volvió a surgir poco tiempo después para llevarla a una carrera profesional a toda máquina. Desde entonces, Mazzetti no ha dejado de cosechar éxitos, el último de los cuales, materializado a principios de este año en forma de Premio Internacional de Ilustración Bologna Children’s Book Fair – Fundación SM, gracias a su deliciosa historieta I gioielli di Elsa (Canicola Edizioni), que le permitió destacar entre las 2.901 candidaturas recibidas en la feria de las ferias del libro ilustrado más influyentes del mundo.

La autora, colaboradora habitual de medios como The New York Times, The New Yorker, Die Zeit, La Repubblica o The Guardian, y laureada con otros importantes premios como la Golden Medal de la Society of Illustrators de Nueva York o el Golden Pen de Belgrado, pasará unos días en València como invitada estelar de Baba Kamo, festival i fira del llibre il·lustrat, que celebrará su segunda edición los días 13, 14 y 15 de diciembre en el Centre del Carme.


En este mundo hiperconectado y con el poder de la imagen como eficaz esperanto de nuestro tiempo no resulta extraño que una ilustradora italiana que trabaja principalmente en EE UU nos emocione con su trabajo, nos haga reflexionar, nos sorprenda gráficamente y además nos divierta hablando del austericidio en Brasil, anunciando un festival de comedia en Bristol, sintetizando toda una novela en la ilustración de la portada o difundiendo la labor de una asociación para niños con patologías neuronales. 

Como no podía ser de otra manera, Mazzetti responde velozmente por correo electrónico a unas cuantas preguntas para Culturplaza en las que se habla de ilustración editorial, de autoedición, de Björk y la semiótica, de cine de animación o de niñas que hacen joyas con golosinas y que ganan jugosos premios.

—Desde hace unos años eres una ilustradora muy conocida en Italia y entre los lectores de la prensa internacional pero, para quienes no te conozcan todavía, ¿quién es Sarah Mazzetti?
—Soy una ilustradora y autora italiana, tengo 34 años, trabajo en el campo de la comunicación visual, he hecho cómics, libros ilustrados, he trabajado en proyectos cinematográficos e instalaciones site specific y en ilustraciones para periódicos y revistas internacionales. La mayor parte de mi trabajo en el campo de la ilustración editorial es en el mercado estadounidense y considero que es un gran privilegio y un gran recurso no tener que poner límites geográficos a mi profesión.

Ilustración editorial para La Repubblica. Cortesía de Sarah Mazzetti

—Antes de estudiar ilustración en el IED - Instituto Europeo de Diseño de Milán, te licenciaste en Ciencias de la Comunicación. ¿Por qué decidiste cambiar de rumbo?
—Dibujo desde que era pequeña y siempre ha sido mi forma favorita de pasar el tiempo pero durante la mayor parte de mi vida no pensé que podría convertirse en mi profesión. Después de la secundaria comencé un curso universitario que me llevó más hacia la escritura y al análisis de la sociedad. Siempre he escrito mucho, también tenía un blog donde escribía de una manera bastante irónica y sarcástica sobre lo que sucedía en política, en el cultura popular, etc. En aquella época, seguir ese camino fue muy natural y gratificante pero luego, cuando tuve que elegir en qué especializarme, el dibujo regresó inesperadamente como una urgencia personal, y la seguí. Creo que no te equivocas cuando sigues el instinto, si proviene de un impulso puro, honesto y personal.

—La tesis de tu primera licenciatura fue un análisis semiótico de la comunicación visual de la cantante islandesa Björk. ¿Cuál es el peso de la cultura popular en tu trabajo?
—Es extremadamente importante. Como dije antes, la mirada crítica e irónica sobre la sociedad es algo que siempre llevo conmigo, es parte de mí, de mi carácter. Quizás es una de las características más fuertes de mi persona. También soy una persona muy curiosa, por no decir una voyerista, hacia los fenómenos contemporáneos relacionados con el uso de Internet y el consumismo. En resumen, no es un interés dirigido solo a los fenómenos que me gustan —como podría haber sido la elección de analizar la comunicación visual de Björk— de hecho, me atraen con fuerza los temas problemáticos que producen una estética exagerada, falsa, estereotipada.

 Ilustración editorial para The New York Times. Cortesía de Sarah Mazzetti

—En ocasiones te han dicho que la fuerza es una característica constante en tus personajes. ¿Qué opinas de esta definición?
—No sé, no soy tan consciente de cómo dibujo. Pero me parece que esta definición se refiere a la idea de una fuerte presencia física de mis dibujos. Mis cuerpos siempre son muy sólidos, incluso cuando son frágiles o están sufriendo. Creo que esta fuerza no es tanto de los personajes como de mi manera de dibujar en sí.

—Cuando dibujas un personaje mujer, escapas de la idea tradicional de feminidad, mostrando además diferentes tipos de mujeres y siempre intentas incluir más de un grupo étnico en tus trabajos. ¿Cuál crees que es tu responsabilidad como autora hacia las cuestiones sociales?
—Lo considero un hecho tan extremadamente importante como natural. Me dedico a la representación por lo que por fuerza tengo una gran responsabilidad en este sentido, que pretendo ejercer con gran control y conciencia. Por ejemplo, he rechazado trabajos en los que me han pedido que ilustrara a inmigrantes africanos llegando a Europa porque mi país, Italia, tiene un grandísimo problema con la representación de personas que tienen características físicas que conducen a un grupo étnico no occidental. Decidí hace tiempo que en mis imágenes nunca se sugerirá ninguna forma de jerarquía social definida sobre una base étnica, que nunca habrá negros a los que salvar, inmigrantes en dificultades, etc. Trabajaré siempre por ofrecer una visión equitativa de la sociedad. 

Es mi elección personal, por supuesto, no juzgo en absoluto el trabajo de los demás, pero sí juzgo la representación general de nuestra sociedad que veo en los medios, y que no me gusta en absoluto.

—Has hablado a menudo sobre el aspecto lúdico de tu trabajo. ¿Qué significa el humor para ti?
-Es muy importante, de nuevo, por mi naturaleza. La ironía combinada con una cierta ligereza en el hablar, incluso al tratar sentimientos profundos, es la única forma que conozco. También me permite no ser literal, jugar con la comunicación.

—En cuanto a tu manera de trabajar ¿cómo abordas un encargo de ilustración?
—Depende, pero en general para las ilustraciones editoriales es un proceso muy simple y rutinario para mí: trato de reunir algunas ideas sobre el tema que tengo que ilustrar, a veces la imagen se basa en una metáfora, otras el concepto detrás del dibujo es muy directo y es el componente estético el que manda.

Ilustración editorial para The New Yorker. Cortesía de Sarah Mazzetti


—¿Qué es lo mejor de los trabajos por encargo y de las obras personales?
—De los encargos, la mejor parte es el hecho de trabajar con directores de arte muy buenos que llevan tu trabajo a un nivel superior. ¡Y luego el hecho de que te pagan, claro! En cuanto a los trabajos personales, realmente no sé qué significa… para mí los trabajos personales son los dibujos que hago en mis cuadernos y ni siquiera los considero "obras" o "trabajos", son simplemente parte de lo que soy.

—En 2011 fundaste el sello de autoedición Teiera con las también ilustradoras Giulia Sagramola y Cristina Spanò. ¿En qué consiste este proyecto? ¿Qué ventajas encuentras en la autoedición?
—Teiera fue un sello de autoedición con el que hicimos cómics, y más cosas. Para mí fue una parte importante de mi vida que extraño muchísimo porque gracias a Teiera viajamos, nos divertimos, conocimos a personas de todo el mundo… y hacíamos lo que queríamos, cuidando todos los aspectos, lo que es una ocasión casi única. 

La autoedición no es para nada una alternativa a la publicación tradicional y no es una forma de practicar o producir algo cuando eres joven y no tienes clientes. La autoedición es la elección de hacer aquello que quieres, totalmente, sin compromisos y fuera de la lógica del mercado.

I gioielli di Elsa. Canicola Edizioni Cortesía de Sarah Mazzetti

— Además de ilustradora eres autora de cómics. De hecho, precisamente con I gioielli di Elsa —la maravillosa historia de la pequeña Elsa, que se convierte en una gran diseñadora de joyas hechas con golosinas— has ganado el Premio Lucca Comics, el Premio Boscorato de Treviso y el de la Feria del libro de Bolonia. ¿Qué te permite el cómic que no lo haga la ilustración?
—No creo que se deba hacer una comparación entre las dos disciplinas. Creo que eso es un error ya que son dos trabajos completamente diferentes con características y dificultades específicas. El cómic me permite contar una historia con un lenguaje propio que no tiene nada que ver con la ilustración y las páginas de los cómics requieren un tipo diferente de lectura que las ilustradas. 

Quiero hacer esta separación porque, a menudo, intentando mantener juntas estas dos disciplinas, tendemos a establecer una jerarquía para decir que una es mejor que la otra, pero yo creo que eso es erróneo y limitador.

—También has participado en la película de animación L'extraordinaire voyage de Marona, de Anca Damian, en colaboración con otros dos ilustradores: el belga Brecht Evens y la noruega Gina Thorstensen. ¿En qué ha consistido este trabajo?
—Esto podría dar para una larga charla a parte. Para mí fue un honor ser parte de esta película. El proceso ha durado tres años y ha habido muchos altibajos. Trabajar con Brecht y Gina ha sido muy estimulante y ha enriquecido enormemente mi enfoque sobre las imágenes, pero la producción de una película es algo extremadamente complejo y comporta momentos de gran frustración en los que las cosas no van bien, la animación no funciona, etc. Hubo momentos en que pensé que la película se suspendería y nunca saldría. En resumen, han sido tres años intensos y difíciles, pero muy satisfactorios.


—Tu carrera comenzó en 2012 y, en solo 7 años, te has convertido en una célebre ilustradora que trabaja a nivel internacional con importantes empresas y que está recibiendo algunos de los premios más importantes del sector. ¿Qué podrías recomendar a los ilustradores que desean comenzar su andadura profesional y que no saben cómo hacerlo?
—Trabajar mucho y ser muy lúcidos y obsesivos con los resultados que obtienen. Es muy fácil apoyarse en la estética que ya funciona hoy en día pero a la larga esto podría ser contraproducente. 

Otra cosa importante es encontrar la manera de trabajar tanto como sea posible con buenas personas o, si no, autoeditarse. Pero, eso sí, evitando rotundamente a las editoriales poco serias y a los directores de arte improvisados.

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