Preservarla es fundamental: es la columna vertebral que sustenta nuestra sociedad
Aunque no exista un consenso sobre cómo medirla o cómo definirla, como es lógico, la mayor parte de nosotros se considera un integrante de la clase media. Sin embargo, si algo se percibe, después de la última crisis, es que dicho porcentaje ha disminuido. No es tan sólo una percepción: las cifras lo avalan. Además, los cambios en la tecnología y la automatización parecen amenazar un buen número de trabajos que se asocian con la clase media. ¿Debemos preocuparnos?
La OCDE ha realizado recientemente un estudio sobre este tema y en su número de septiembre, el Servicio de Estudios de CaixaBank ha publicado también un interesante dossier.
¿Por qué es importante la clase media para una sociedad? Se trata de los hogares, si lo medimos en términos de la definición de la OCDE, cuyos ingresos se encuentran entre el 75% y el 200% de la renta mediana. Desde un punto de vista social, este grupo lo conforman quienes tienen trabajos estables, viven con comodidad, sin problemas para llegar a fin de mes o para afrontar gastos inesperados, dedican una parte importante de su renta a la educación, aprecian la cultura, siguen con atención la política y apoyan el sistema democrático. En los países de la UE la clase media supone, aproximadamente, el 60% de la población.
Si atendemos a los datos, la clase media en España la constituirían, según CaixaBank y basándose en la encuesta de condiciones de vida del INE, los que cuentan con unos ingresos, de media, entre 11.229 y 29.943 € al año. No obstante, por Comunidades Autónomas, un extremeño con ingresos de 7.750 € formaría parte de la clase media, pero no en el País Vasco. En esta última región, la clase media se sitúa en el nivel más alto de España, con ingresos comprendidos entre 14.403 y 38.409€. Como viene ocurriendo en tantos indicadores socieconómicos, de forma progresiva, la Comunidad Valenciana está por debajo de la media española, en la horquilla 10.401-27.700€. Por lo que se refiere a las comparaciones internacionales, en la Tabla 1 (con cifras en dólares, no en euros) puede verse que Luxemburgo sería el país donde la clase media tiene una mayor renta en la OCDE, seguido por Estados Unidos. Méjico ocuparía la última posición, mientras que España se situaría al nivel de Italia.
Para acabar de situarnos en el contexto internacional, en porcentajes, el 33% de los hogares españoles tendrían renta baja, el 55% renta media y el 12% serían de renta alta. La media de la OCDE da unas proporciones, respectivamente, del 30, 61 y 9%. Sin embargo, lo más preocupante, es que, después de la crisis, la clase media ha caído 3 puntos porcentuales, que se han repartido entre la baja (ha crecido dos puntos) y la alta (ha aumentado en uno).
Tres son los principales problemas que afectan a la clase media y que explican la presión a la que se ve sometida, con una tendencia a disminuir su tamaño en las economías desarrolladas. El primero es el aumento del coste de la vida para este grupo social; el segundo, la creciente automatización y, por tanto, la menor estabilidad de sus puestos de trabajo, base para su mantenimiento. El tercer problema es el sentimiento de que la situación en que se encuentra la clase media es injusta. Respecto al coste de la vida, éste ha aumentado de manera continuo para la clase media en los últimos 30 años en toda la OCDE: su tradicional estilo de vida es cada vez más caro. En el caso de España, el 33% del presupuesto (Figura 1) se destina actualmente a vivienda, frente a un 24% hace 20 años. Asimismo, el precio de la educación y la sanidad ha crecido por encima del IPC en la OCDE. A ello también se une la influencia de la clase alta, que ha incentivado el consumo de productos de lujo en la clase media. Todo ello ha aumentado su debilidad financiera, lo que ha supuesto (con mayor frecuencia) retrasos en el pago de la hipoteca o dificultades a fin de mes, problemas a los que tradicionalmente ha sido ajena la clase media.
En cuanto a la automatización, como puede verse en la Figura 2, aunque el riesgo de perder el puesto de trabajo es, de media, un 17.6% en la OCDE, en España esa cifra se eleva hasta un 23.9% (un 30% para la clase baja y un 14.8% para la baja). ¿Cómo atajar esta importante vulnerabilidad? La OCDE responde, como no podría ser de otra forma, señalando la necesidad de reforzar la educación y la formación, para adaptarse a los cambios. Dicha formación no debe acabar al abandonar el sistema educativo, sino mantenerse a lo largo de la vida.