Muy a mi pesar no puedo despedirme antes de comenzar las vacaciones con algún comentario amable, acorde con la desidia propia de los meses estivales. Aunque ya hace muchos años que estoy aburrida de la corrección política, así como de las frases hechas y actitudes impostadas que la acompañan, hay ocasiones en las que los seres racionales y medianamente cabales observan cómo el agua supera el borde e invade el espacio que nos rodea. Este es el día en mi caso.
Aunque hacía bastantes años que no leía la Constitución Española, he buscado nuevamente uno de sus artículos,el 14, que dice así: “Los españoles son iguales ante la ley sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión,opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Tengo entendido que nadie ha propuesto, hasta la fecha, modificarlo y que, este apartado incluido entre los Derechos y Libertades, está considerado como un principio que todos podemos compartir y que iría más allá de nuestro propio ordenamiento jurídico.
Sin embargo, he encontrado a lo largo de mi vida mucha laxitud en la defensa y reconocimiento de la igualdad en los casos de nacimiento, religión u opinión, por ejemplo, con con una excepción notable: la igualdad de sexo. O quizá, siguiendo la jerga actual debería llamarlo “igualdad de género”. Existe una insistencia machacona por aparentar, especialmente en la administración pública, que las mujeres recibimos una representación adecuada por obligarnos a aparecer de forma “paritaria”(perdonen mi lenguaje) en todo tipo de comités, tribunales y saraos varios que se organizan. ¿Creen que nos sentimos mejor por ello? Precisamente en la administración pública es uno de los lugares donde menos discriminación existe y no por ponernos en lugares más o menos visibles se nos está reconociendo nuestros méritos o apreciando nuestro trabajo. Al contrario, con la “política de igualdad de género” ahora una se pregunta si tu presencia en un tribunal de tesis o en una oposición se debe a tus méritos o porque les faltaba una mujer, cosa que no ocurría antes. Yo no quiero jugar a eso. Lo que nos molesta, tanto a mí como a mis colegas mujeres, son los “micro-machismos”, como el paternalismo y las bromitas de las que somos objeto en muchas ocasiones. Pero, por favor, no me usen a mí ni a las de mi sexo como excusa para ser sectarios. Hasta aquí podríamos llegar.
Aunque el hecho que les voy a relatar ya se manifestó en el mes de mayo, la resolución confirmándolo se publicó hace sólo unos días. A comienzos del pasado mes de junio se celebró en Valencia el XX Encuentro de Economía Aplicada. Es un congreso, de carácter anual e internacional, que se lleva organizando durante las dos últimas décadas y cuya sede cambia cada año. Era la tercera vez que se celebraba en la Comunidad Valenciana y la segunda en la ciudad de Valencia. Lo organiza la Asociación Libre de Economía (ALdE), que también edita una revista (Revista de Economía Aplicada) y realiza Jornadas de Docencia. Por cierto, la presidencia de ALdE la ocupa una mujer, Carmen Díaz Mora y el premio al mejor trabajo realizado por investigadores jóvenes lo ganó una mujer, Anja Kukuwec. Como la mayoría de los congresos científicos, existe un Comité Científico que selecciona los trabajos de acuerdo con la calidad científica de los mismos y un Comité Organizador, que es local y se encarga, como su nombre indica, de buscar financiación, atender a la intendencia y, en general, organizarlo todo. Este año la sede era la Universidad Católica de Valencia: por primera vez, una universidad privada española organizaba el Encuentro. A nadie le extrañará si le digo que financiar este tipo de congresos es complicado: los asistentes pagan una cuota, así como alojamiento y transporte, pero hay múltiples gastos que atender. Para ayudar en este tipo de congresos, existen ayudas competitivas convocadas cada año por la Conselleria de Educación de la Generalitat Valenciana que anteriormente se asignaban atendiendo la calidad del congreso y su relevancia científica. Las otras dos ediciones del Encuentro de Economía Aplicada celebradas en Valencia (2000) y en Alicante (2015) obtuvieron dicha financiación. No ha sido así en esta ocasión. La propuesta fue, primero, no admitida (en el mes de mayo) y, posteriormente, a pesar de las alegaciones, denegada porque: “la relación de ponentes y comité organizador incumplen la composición equilibrada de género”, junto con otras casi 100 solicitudes (de un total de 140 peticiones) que sufrieron la misma suerte. A mi modo de ver, esto es un hecho grave, pues ha generado problemas a numerosos grupos de investigación que este año se habían comprometido a organizar jornadas internacionales. Y ninguna de las universidades públicas valencianas, con la excepción de la Universidad Politécnica, objetaron la decisión de la Conselleria. Sí que ha habido grupos de científicos, también del área de economía, que se han mostrado en contra de la aplicación estricta del 50% en esta convocatoria de la Conselleria de Educación.
En el caso concreto que les pongo como ejemplo, en el área de Economía Aplicada sólo el 36% de sus integrantes en toda España somos mujeres. En el Comité Científico, de 18 miembros, había 8 mujeres y 10 hombres, mientras que en el Organizador, la proporción era de 5 mujeres y 3 hombres. Si lo suman, resulta un 50% “impecable”. Sin embargo, craso error, las dos conferencias invitadas las impartieron hombres. Los demás ponentes acabaron teniendo una proporción de mujeres similar a su peso relativo en este área de investigación a pesar de que la la selección se hizo de forma anónima, sin conocer ni el nombre, ni el sexo, ni la edad de los autores. Esto es una magnífica noticia para las investigadoras en economía y para todas aquellas personas que defendemos la promoción de la mujer.
Como puede observarse, al final de todo esto hemos caído en la trampa, al acabar haciendo cuentas sobre el número de hombres y mujeres. ¿Es eso lo relevante a la hora de financiar un encuentro científico internacional, con tradición de 20 ediciones y que atrae a 200 investigadores de 64 instituciones distintas y de más de 30 países? De nada vale que la evaluación de los trabajos sea anónima, ni que los ponentes invitados sean figuras de prestigio en Economía Internacional como Gianmarco Ottaviano, catedrático en la London School of Economics, seguramente el centro universitario más importante de Europa en Economía o que el otro invitado fuese, Jeffrey Bergstrand, catedrático en la Universidad de Notre-Dame (EE.UU) y, posiblemente, el mayor experto mundial en modelos gravitacionales de comercio. Qué pena. Tenían el “género” equivocado.
No consuela a nadie que hayan sido cerca de 100 las solicitudes denegadas por la misma causa. No hagan números. Yo sólo pido que se valore a las personas por la calidad de lo que hacen, por sus méritos y su capacidad. Eso también está en la Constitución. Y que se dejen de géneros, o acabarán perteneciendo a uno cuyo número de integrantes va creciendo a pasos agigantados: el género idiota.