El colectivo Iniciativa Sexual Femenina se da cita este viernes en el IVAM para dialogar con Teresa Lanceta a través de su exposición Teresa Lanceta. Tejer como código abierto. En la acción Ellas son las peligrosas hablan del barrio Raval en el que vivió la artista para comprender el por qué de su obra
VALÈNCIA. Para conocer a Teresa Lanceta hay que conocer a fondo el barrio barcelonés del Raval. Esta es una realidad que se plantean las integrantes de Iniciativa Sexual Femenina, un colectivo de danza contemporánea que arroja sobre sus acciones una perspectiva feminista, libertaria y antiacademicista. Poniéndose estas gafas para analizar la vida de la artista catalana Teresa Lanceta, comprenden que es necesario conocer sus orígenes y analizar su obra a través del barrio. A través de Ellas son las peligrosas, el colectivo de Iniciativa Sexual Femenina traslada la acción que realizaron en el Macba para presentar la muestra de la artista y la adaptan al IVAM, teletransportando el museo valenciano a la Barcelona en la que Lanceta pudo crecer y desarrollar su trabajo.
Este planteamiento y traslado se construye a través de seis manos: las de la española Cristina Morales, la francesa Élise Moreau y la finlandesa Elise Keisanen. Morales es quien construye las primeras conversaciones para dar forma a la locura que es contar parte de la vida de la artista a través de la danza y la performance, pero la tarea de darle vida a todo recae sobre Moreau y Keisanen. Comprender su origen es importante, pues ellas mismas aclaran que acercarse a Lanceta desde su procedencia les permite “posicionarse como personas privilegiadas”, según Moreau, les permite comprender la Barcelona en la que ha vivido la artista e hilar dentro de sus obras a través de la danza.
Tanto Elisa como Élise viven y trabajan en Barcelona desde hace cosa de tres años. Cuando el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (el Macba, situado en el Raval) programa la exposición de la artista les piden que la reinterpreten y le den vida. En ese momento miran hacia su alrededor y ven que la muestra se relaciona mucho con lo que hay puertas hacia fuera, tal y como lo explica Keisanen: “La vida fuera del Raval es muy diferente a lo que se ve en el interior. Dentro del museo los restauradores van con batas blancas y con guantes, parece más bien un hospital, tiene muchos contrastes”. Hay que dar vida al museo urgentemente.
Dar vida depende de la observación, ver lo que hay de puertas hacia fuera donde convive la artista: “Cuando ella vivía en el barrio era una zona muy flamenquita, la danza lo activaba todo”, explica, “recreamos esa realidad dentro del museo de una forma totalmente diferente”. Keisanen estudió dos años de cursos de flamenco en Finlandia. Bailar es su manera de ligar su vida, en cierto modo, con la de la artista, que refleja constantemente entre sus telares los colores característicos de la danza española, el rojo y el negro: “Los tapices son los que establecen el ambiente”, comenta Keisanen, “su posicionamiento es el que crea un ambiente y escenario muy íntimo y fuerte que nos traslada a sus calles”. De esa manera, el IVAM recrea el escenario que rodea al Macba, se teletransporta el museo de València a Barcelona para hablar de vida y orígenes.
La danza es también muy sensual, Moreau explica que el barrio en el que Lanceta crece es "sexy por naturaleza", y es el lugar también en el que se puede encontrar a las trabajadoras sexuales: “Intentamos darle poder y sensualidad a la sala de esa manera, a través del baile. Somos conscientes de que lo sexy puede dar miedo, pero es clave para contar nuestro relato”. Toda esta historia se conforma sin palabras y entre las obras, y rescatan también el feminismo que se ve dentro de la muestra de la catalana: “Lanceta lo que hace es tejer, que es un trabajo que se asocia tradicionalmente con las mujeres”, explica Keisanen, “lo que nosotras hacemos es desgranar ciertas pautas para investigar sobre este mundo. Nuestra danza es un discurso político para que todo esto se entienda”.
El reto para las dos bailarinas está realmente en el espacio, que a su vez supone un incentivo para crear. No es lo mismo comprender la vida de la catalana en su ciudad que hacerlo en València, y no es lo mismo hacerlo en el Macba que en el IVAM. Para Keisanen presentar el trabajo de danza en otros lugares les permite "inspirarse a través de los espacios", y en este caso también gracias a los materiales y tapices que se encuentran en la sala. A Moreau le atrae más bien lo que se encuentra dentro del museo, aunque la muestra se mantenga el "ritual expositivo" y lo que se puede hacer (o no) depende totalmente de lo que les rodea. Aprovecha para hacer una analogía entre los espacios urbanos y los museos: "En un barrio la visión nunca es tan global como en escena, las salas nos ayudan a reproducir perfectamente todo lo que queremos contar".