VALENCIA. El valenciano Sergio Belinchón va a estar muy presente durante los próximos meses en la ciudad. Con su obra los espacios vitales del ser humano, especialmente los espacios de nueva construcción, se convierten en escenarios para la reflexión a través de su fotografía, desprovistos de un sentido comercial y convertidos en postales marcianas para la reflexión.
La fotografía artística de Belinchón abre escenario a partir de este viernes 6 de noviembre en la galería Espai Tactel, con una muestra que exhibe un paisaje humano descorazonador. La suya es una reflexión que hunde sus raíces en el ocaso del sistema económico a partir de la construcción en masa. Los lugares inquietantes de Grübe Aus Spanien (Saludos desde España) invitan a una reflexión que también tendrá su espacio en el IVAM dentro del programa de 2016.
Por el momento, la galería Espai Tactel se adelanta unos meses a este evento que también señala los nuevos clichés de España. Es de hecho una exageración del turismo cultural, pero tomada de una realidad sin aditivos, con un espacio de lo más habitual aunque enfocado de tal forma que pertenece al ámbito del arte contemporáneo y se entronca "con dos entidades temporales diferentes (los comienzos del siglo XXI y los años setenta del siglo pasado), que en la sala expositiva se vuelven simultáneos", tal y como informan desde Espai Tactel.
La dualidad "turismo/exotismo español o la ambigüedad arquitectónico-natural de los fenómenos inmobiliarios (esos monumentos a la hiperrealidad), el visitante se regocija en las características de la nueva urbe (cuento, sueño, deseo y simulacro), perdido, ajeno a una lectura menos simplificadora de nuestro país, así como a la cámara que le captura", según el historiador del arte Francisco Ramallo.
El material fotográfico se acompaña de unas piezas de found footage elaboradas a partir de los rollos de película Super 8 encontrados por Belinchón en rastros y filmados por turistas alemanes durante su estancia vacacional en España. Esta segunda parte continúa la tradición de la búsqueda del objeto encontrado, próxima a la actitud de Breton cuando se topa en un mercado (lugar propicio para hallar lo “maravilloso cotidiano”) con la cuchara-zapato que describe en El amor loco, o al proceder de John Armleder respecto a la búsqueda como paso previo al ensamblaje.
En el caso de Belinchón, tampoco se trata de un encuentro con una finalidad preservacionista, sino de una apropiación organizada durante varios años, guiada por una voluntad manipuladora para ofrecer otra oportunidad a unas imágenes-souvenir, algo que sitúa el segundo montaje fílmico, siguiendo a Didi-Huberman, en “el resultado de nuestros desplazamientos más íntimos, de nuestras derivas pulsionales o conceptuales, visuales o corporales, sentimentales o políticas o de nuestras biografías”.
Belinchón propone "souvenirs que devienen en nostalgia de ida y vuelta, en un documento del turismo en España y de la desorientación que no se extingue al llegar al destino (la que vive en la sonrisa del turista alemán que se fotografía junto a la escultura del caudillo), y en una metáfora del fenómeno urbano", apunta Ramallo.