Hoy es 15 de octubre
VALÈNCIA. Cada lunes, un cachito de València, se convierte en un club de Buenos Aires. El barrio de Marítim acoge lecciones de Iniciación al Tango Queer, una disciplina que el artista y profesor Alfonso del Moral comprende a la perfección. Con su pasión y sus movimientos consigue trasladar a sus alumnos una manera de bailar Tango en la que para iniciarse no hace falta “ni venir en pareja ni ser un experto”, y en la que se celebra lo queer, sin importar ni los roles del bailarín ni los del género sobre la pista.
Entre sus clases en la universidad, su tesis y sus cuadros del Moral saca tiempo para hacer difusión del tango, clases con las que busca que “este baile se modernice un poco en València”. Su motivo es buscar a gente afín con la que poder bailar con sus nuevas normas, y dentro del concepto abierto y queer: “El estilo de cada persona es destino pero la técnica es la misma que la del tango, para mi lo que hacemos es romper con la tradición hegemónica del tango y jugamos con los cambios de roles, con una filosofía diferente y sin ideología de género”, apunta el bailarín.
En sus grupos la edad, la experiencia y “hasta la jerarquía de la belleza” pierden importancia. Le gusta que en sus grupos haya de todo y dotar al baile de buenos apellidos, generando un grupo “antijerárquico, transfeminista, anticapitalista y antirracista”. ¿Y eso cómo se percibe a través del baile? Una de sus alumnas, Mel, señala que el acercamiento que hacen a este tipo de tango va a través de las explicaciones que da durante sus clases, en las que habla sobre las técnicas, la historia, y el tipo de baile que hacen: “Explica que es un lugar seguro en el que todo el mundo está permitido.
También nos cuenta parte de la historia de lo que bailamos y todas las distintas formas que conviven dentro del baile”, y, tras comprenderlo, lo bailan. Siguiendo este modelo de enseñanza del Moral intenta que sus ejercicios sirvan para que cada persona pueda practicar “las dos partes de la pareja” mientras van rotando: “Lo que hacemos es que una persona de la pareja hace el rol del líder primero y luego lo hace la otra. Rotamos en cada ejercicio para que todo el mundo baile con todo el mundo y para que se acostumbren”.
Con todo esto, y bajo una filosofía de precios populares para “poder llegar a cualquier persona”, de Moral emplea también el tango para inspirarse en su faceta más artística. El artista trabaja con una serie en la que enmarca este baile, a través de sus cuadros.
Trabajando con una paleta de color muy “viva” y con figuras en movimiento intenta hacer un retrato -similar al “español”, que representa a las identidades al margen- en el que habla sobre la comunidad, y la noche queer, entre brillos y la idea de “aparentar un lujo que tradicionalmente se nos ha negado”.
“Hago un retrato de la noche y de la comunidad, lo hago con un tono muy colorido y flúor en el que destaco la persona y el movimiento. Busco también contrastar con el fondo del cuadro para darle más dramatismo y esa sensación de pintura del siglo XIX”, destaca el pintor, quien confiesa que se inspira en las imágenes del fotógrafo Brassaï de París de los años 20 de hombres bailando con hombres y mujeres travestidas. En sus cuadros, como en sus clases, cualquier persona es bienvenida y celebrada.
“Intento mostrar una variedad tanto de identidades como de corporalidades, hay gente mayor, gorda, mujeres, hombres, personas no binarias… Busco generar un arte inclusivo”, señala. Esta filosofía, que vive en los cuadros, es la que Mel vive también en las clases, a las que va sola y sabe que va a encontrar “un espacio seguro en el que tenemos algo en común”, como sucede en las realidades que captura del Moral en su serie de cuadros, que parece que también esté en movimiento sobre el lienzo.