Los sindicatos de Bankia piden que se homologuen las condiciones con los empleados de CaixaBank

VALÈNCIA. A la espera de que se apruebe la fusion jurídica entre Bankia (BKIA) y CaixaBank (CABK), que cada vez está más cerca, y mientras siguen los procesos de evaluación entre los directores de las grandes oficinas de ambas entidades, los sindicatos ya están trabajando en las peticiones que van a cursar oficialmente a la patronal. Y, muy especialmente, los de BKIA, que temen que sus trabajadores sean los damnificados -tanto vía despidos como en las condiciones que se queden- en lo que es un proceso de absorción.

Conviene recordar que en septiembre del pasado año, este diario ya publicó que la plantilla de BKIA se iba a llevar la peor parte, con sueldos más bajos y despidos más baratos. Y eso es precisamente lo que tratan de minimizar los sindicatos de la entidad presidida por Goirigolzarri. A saber: CC OO, ACCAM (Asociación de Cuadros y Profesionales del Grupo CajaMadrid), UGT, SATE (Sindicato Autónomo de Trabajadores de Ahorro), ASIP (Acción Sindical Independiente y Plural), SESFI (Sindicato de Empleados del Sector Financiero), CGT, Unión Obrera Balear (UOB) y la Asociación del Colectivo de Profesionales (ACB). El orden corresponde a cómo quedaron en las últimas elecciones celebradas en noviembre de 2018, tal y como contó entonces Valencia Plaza.

Que haya un despido equitativo y una homologación de las condiciones laborales de los empleados que formen parte del nuevo CaixaBank son las demandas desde el frente sindicalista de BKIA, que representa un tercio de la entidad resultante. Y más teniendo en cuenta lo que sucedió cuando se creó la entidad donde los empleados procedentes de CajaMadrid se quedaron con unas mejores condiciones.

Pero ahora la negociación es con CABK, que históricamente se ha mostrado muy sensible con todas las entidades que ha ido integrando en las condiciones salariales para tratar de igualarse con el paso del tiempo. Los primeros contactos entre patronal y sindicatos se han iniciado, pero las negociaciones en firme no se llevarán a cabo hasta que se apruebe la fusión jurídica de ambos bancos, tal y como han venido manifestando por activa y por pasiva los primeros ejecutivos de las dos entidades. Una operación que está a punto de cerrarse y será a partir de entonces cuando comience el diálogo social.

Según ha podido saber este diario, SATE, la principal fuerza en tiempos de la extinta Bancaja y el sindicato que más subió en las últimas elecciones, esgrimen una de las palabras que no falta en los discursos de Goirigolzarri: meritocracia, que junto a la armonización salarial, armonización de la previsión social y la voluntariedad real en los procesos de desvinculación de la plantilla son los aspectos que más les preocupan.

Convenio colectivo

SATE rechaza la integración laboral basada en la asignación de la categoría profesional atendiendo al salario actualmente percibido en BKIA, ya que entienden que de esta forma se posterga profesionalmente a empleados de forma injustificada. Y para ello recuerdan que ambas entidades están adscritas a idéntico convenio colectivo y, por lo tanto, con una misma escala basada en niveles que entienden que deben permanecer.

Por otro lado, el Sindicato de Empleados de CaixaBank (SECB), remitió hace un par de semanas una carta a la Comisión Nacional de Competencia y Mercados (CNCM), que debe dar el visto bueno a la fusión, instándole a que exija un plan de cierres de oficinas razonables donde prime la inclusión financiera, la mejora de la competencia en el mercado financiero y el acceso a los servicios financieros a esa parte de la ciudadanía que no puede operar por medios digitales. Todo ello además de proteger los intereses de los empleados en provincias con alto grado de solapamiento entre los que se encuentra Madrid, València, Alicante, Granada, Las Palmas, Murcia, Castellón y Baleares, entre otros territorios.