MADRID. El mundo entero está mirando, por lo que el fracaso de la 26º Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), que dará comienzo en Glasgow dentro de unos días, no es una opción. Y está cada vez más claro cuál debería ser la receta para el éxito. Reducir las emisiones de carbono es básico, pero no suficiente: debemos generalizar y mejorar las tecnologías que permiten capturar CO2 de la atmósfera. Para ayudar en este sentido, los líderes mundiales deben centrarse en establecer un sistema global de precios para los derechos de emisión. Animados por el logro de haber acordado un impuesto mínimo de sociedades, adoptado por 136 países la semana pasada, hará falta un nivel de ambición similar para corregir el hecho de que casi el 80% de las emisiones de carbono no está sujeto a ningún tipo de tarifa.
Pero los avances no deben pararse ahí: es necesario proteger los sumideros de carbono naturales, es decir, los océanos, la tierra y los bosques. En conjunto, como puede verse en nuestro Gráfico de la Semana, estos sumideros de carbono eliminan y almacenan aproximadamente el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero. En nuestra opinión, cualquier política climática creíble debe tener en cuenta la función crítica del capital natural en la reducción y la eliminación de emisiones, tal y como subraya un reciente estudio de DWS. Los mares se están viendo dañados por la acidificación, la contaminación química y por plásticos, la sobrepesca, la caza de ballenas, la destrucción de los hábitats costeros y la minería marina, mientras que los bosques sufren desforestación, incendios e inundaciones.
Los responsables políticos deben actuar con celeridad para, por ejemplo, ampliar las áreas marinas protegidas y las zonas de conservación, dotar de protección legal a los hábitats costeros y prohibir prácticas nocivas como la pesca de arrastre, la minería marina, la caza de ballenas y el cercenamiento de las aletas de tiburón, así como poner fin a las subvenciones pesqueras, que tienen un efecto perverso.
Fuentes y absorbentes de emisiones de gases de efecto invernadero
También habría que acabar con la exploración y la producción de combustibles fósiles offshore y garantizar que el sector marítimo y el del transporte naval paguen para reparar el daño que causan sus operaciones. Aunque este tipo de medidas deben ser lideradas por los gobiernos, creemos que los inversores privados también desempeñan un papel importante.
En lo que se refiere a los océanos, hay solo ocho sectores que tengan una importancia crucial: gas y petróleo offshore, equipos y construcción naval, marisco, transporte de contenedores, construcción y reparación de buques, cruceros, actividades portuarias y energía eólica marina. A excepción de marisco y equipos y construcción naval, las diez principales empresas en los otros seis sectores concentran un elevado porcentaje del total del sector en términos de ingresos.
En su mayoría, se trata de grandes empresas cotizadas, lo que significa que los inversores pueden usar su influencia para entablar un diálogo constructivo sobre el uso responsable de los recursos marinos. Así, va en el propio interés de la comunidad inversora poner la defensa del capital natural en el centro de la agenda de la COP26, ya que las externalidades negativas generadas por estos sectores suponen una amenaza para las rentabilidades de muchas clases de activo.
Equipo de Análisis de DWS