La banda valenciana llegó a ser una de las principales referencias del ska-punk a nivel nacional e internacional en los años noventa. Después de más de quince años sin publicar material nuevo, Skaparapid prepara dos nuevos temas y una gira que les llevará hasta México, Chile y Colombia
VALÈNCIA. Encuentro musical en la peluquería. Estamos en Benimaclet, en el local en el que peina y corta el pelo Carmen Cercós, cantante de Skaparapid. Ella fue la fundadora de esta mítica banda valenciana, que nació en 1993 en el seno del Kasal Popular y se convirtió en pocos años en una de las principales referencias de la escena ska-punk nacional e internacional de los años noventa. Son sin duda el antecedente más claro de toda la generación posterior de bandas de mestizaje y letras combativas. Grupos como La Raíz o Zoo los citan a menudo como influencia básica, y canciones como Que trabaje el rey han sido versionadas por decenas de grupos españoles y latinoamericanos.
El trombista Migue Alcañiz, otro de los miembros fundadores de Skaparapid, se une a la entrevista para hablarnos del regreso de la banda, disuelta en 2007 y ahora inmersa en una gira que discurrirá por muchos puntos de la geografía española y dará el salto a Latinoamérica, donde son tanto o más conocidos que aquí. Además, están preparando la salida de nuevo material. Las primeras canciones en más de quince años.
Una de ellas es Rebelde corazón, un tema grabado por partes y en la distancia con Banda Basotti y Arpioni, veteranos italianos de la escena ska. “Es un tema nuestro, pero al final lo enlazamos con un antiguo himno anarquista de Pietro Gori que se llama Nostra patria e il mondo intero", explica Migue. Su idea es publicarla junto a un videoclip de animación con dibujos de Carlos Azagra, autor de la conocida tira cómica Pedro Pico, Pico Vena. “Justamente hace poco fui al País Vasco a grabar la voz de doblaje de uno de los personajes de la película de animación que se está haciendo sobre Pedro Pico”, nos informa Carmen. En las próximas semanas verá la luz, también en formato videosingle, una canción en la que colabora otro viejo amigo de Skaparapid, Fermin Muguruza.
“En principio no estamos pensando en sacar disco. Parece que ahora ya casi nadie lo hace -opina Migue-. No me extrañaría que cuando vayamos a México a tocar ya tengan allí discos piratas de las canciones nuevas. Lo de ese país es increíble (ríe)”. “La primera vez que fuimos allí a tocar pasamos por el Mercado del Chopo y flipamos. Es la cuna de la copia pirata. Tenían casetes de los grupos de punk más pequeños que te puedas imaginar. Todos los del Kasal Popular, por ejemplo. De Skaparapid habían hecho todo tipo de merchandising: corbatas, llaveros, pulseras, bolis, camisetas… ¡nos lo compramos todo!”, recuerda Carmen entre risas. “Siempre hemos tenido muchos fans en México. Allí tienen una escena ska-punk y rock and roll muy fuerte. Y son muy intensos, para lo bueno y para lo malo. O te adoran o te bajan del escenario a botellazos”.
Nos llama la atención que Skaparapid decidieran cesar su actividad en 2007, justo en los albores de la mayor crisis económica de las últimas décadas. La burbuja inmobiliaria, los escándalos por corrupción, el 15-M… ellos no estaban ya para contarlo. “Digamos que el desencadenante fui yo -nos cuenta Carmen-. El grupo iba muy bien, pero yo entré en una depresión. Se me juntaron muchas cosas: perdí un bebé, pasaba un mal momento económico… Al final me desbordó la situación y decidí dejar la música para ponerme bien. Ofrecí al grupo hacer castings para una cantante nueva, pero no quisieron”. En su lugar, los miembros de Skaparapid fueron montando otras bandas paralelas, como EKTHOMB (se lee hecatombe), Ull de tró, Ali Farnat o Saai!. También Carmen formó con los años otro proyecto, este con un concepto más de “copla de barrio”, llamado La Peluquera.
En aquella época y en aquel circuito, Carmen Cercós era una personalidad notoria. “A nivel estatal, solo había cuatro mujeres reconocidas en una escena con cientos de hombres: Eva Reina, de Hechos contra el decoro; Kati Menelas, de Desakato Dada; Begoña Bang Matu, de Malarians, y yo”.
“Creo que hay varios factores que explican por qué Skaparapid despuntó a nivel nacional, cuando en realidad había muchos otros grupos. Desde luego, una de las razones es que tuvimos la suerte de pillar el boom del ska-punk a nivel mundial, que fue justamente a principios de los años noventa. Otro factor puede que fuese el hecho de tener una cantante femenina, en una época en la que eso era mucho más raro que ahora. Y, por último, siempre hemos sido graciosos y la gente nos quiere mucho. No hemos sido nunca presuntuosos y ni hemos ido por la vida de super estrellas”.
El primer concierto de reunión del grupo se celebró en 2018. “Eran cosas puntuales. Nos apetecía juntarnos de nuevo a tocar, porque de hecho nunca nos hemos desvinculado durante estos años. Nuestra amistad ha continuado”, apunta Migue. Fue en 2020, justo antes del estallido de la pandemia, cuando decidieron seguir delante de forma más sostenida, añadiendo al repertorio nuevo material.
La formación que ahora se sube al escenario mantiene tres miembros originales -Carmen, Migue y el trompetista Choni- e incorpora a Mario, un batería de 21 años que no había nacido cuando Skaparapid publicó su primer casete en 1995. “Somos un grupo intergeneracional, con una diferencia de hasta 30 años entre nosotros”, comenta Migue, quien compagina su vida como músico con el ejercicio de la abogacía penal y laboral. Aunque ya no se considera tan militante como en su juventud, en su día a día se dedica a defender a víctimas de desahucios, a personas extranjeras y a trabajadores.
A lo largo de su existencia, Skaparapid publicó cuatro álbumes -Skaparàpid (1995), Que empiece ya (1996), El cuento de nunca acabar (1999), Ací estem (2003) y un recopilatorio -Revolta (2008). Eran una de las bandas de referencia del Kasal Popular, la comunidad anarquista más importante que ha tenido la ciudad de València hasta el momento. Estaba situada en la calle Flora y fue desalojada en 1996, tras cinco años de actividad, para construir en ese solar una residencia de ancianos.
“El Kasal Popular era un espacio enorme -recuerda Carmen, que en aquella época estaba muy vinculada al colectivo SHARP de skins anti-fascistas-. Eran cuatro edificios de varias plantas que formaban una U y tenían un patio en medio. Tenía zona de viviendas; una sala de conciertos muy grande, donde entraban hasta 500 personas como sardinas en lata; un bar con terraza; un comedor donde se comía super bien; un gimnasio donde se impartían talleres de autodefensa para mujeres y cosas así; un taller de serigrafía; espacios donde se hacían fanzines y revistas; sala de proyección de películas… era como un complejo turístico, pero okupa. No tengo ninguna duda de que fueron los mejores años de mi vida. Los recuerdo con mucha nostalgia”.
“Fue una comunidad muy conocida, incluso a nivel internacional -añade Migue-. Sobre todo por la magnitud de su infraestructura y la implicación de la gente. Había cerca de quince colectivos diferentes dentro y varias cooperativas de trabajo. Todo se organizaba con un sistema de sub-asambleas con representantes que luego asistían a la asamblea general. En fin, que estaba todo muy bien organizado. Lo que no quiere decir que todo el mundo fuese igual de serio. Había de todo, como ocurre en cualquier ámbito de la vida”.
Carmen trabajaba por las mañanas de peluquera y por las tardes acudía al Kasal Popular a echar una mano en el bar como voluntaria. También tuvieron allí su primer local de ensayo, y casi todos los fines de semana tocaban para su creciente base de seguidores “Muchos de los conciertos que dimos a lo largo de los años, diría que casi la mitad, fueron solidarios, cobrando solo para cubrir los gastos -señala Carmen-. Para la caja de resistencia, para los zapatistas, para lo que fuese. Siempre hemos sido muy coherentes con nuestros principios políticos”.
Para ser un grupo nacido en una escena absolutamente underground, Skaparapid llegó muy lejos. Han vendido más de 7.000 copias -oficiales- de algunos de sus discos, y sus conciertos siguen reuniendo hoy a miles de personas. Nunca se hicieron ricos, pero sus ocho miembros llegaron a cobrar un buen sobresueldo durante unos años.
Terminamos la entrevista preguntando por el perfil de los seguidores actuales de Skaparapid. “Nuestro público ahora es más variado que nunca -reflexiona Carmen-. Hay gente de nuestra edad, pero también jóvenes. Y padres que van con sus hijos. Me llama mucho la atención, y me gusta, que ahora ya no hace falta ir con pintas para demostrar que tienes ideas reivindicativas. Veo a chicas con zapatitos y perlas cantando nuestras canciones entre el público. Eso antes no pasaba. Supongo que había muchos más prejuicios que ahora”.