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tribuna libre / OPINIÓN

Socialistas contra el PSOE

Foto: FRANCISCO J. OLMO/EP
19/07/2023 - 

Solo con ver cómo está evolucionando la media de todos los sondeos electorales se aprecia que el PSOE está funcionando bien entre el electorado escorado a la izquierda, pero choca contra un muro de granito a la hora de conquistar el codiciado centro. Las causas de este fracaso tienen que ser muy diversas, de errores políticos palmarios al oscuro universo de los memes de Whatsapp, el salvaje oeste de la opinión pública. No obstante, en la parte de la campaña cuyo hilo se puede seguir desde los medios como toda la vida, si algo está marcando estas elecciones para el PSOE es el estruendo del silencio de Felipe González.

Mientras el expresidente Zapatero se está partiendo la cara por todas las redacciones y platós trabajándose ese electorado de izquierda, entre los que podían seducir o hacer dudar a los de centro no han fichado cierto expresidente ni cierto exvicepresidente. Solo fue notoria la aparición de ambos hace un mes en un acto para reivindicar "aquel PSOE" y echar una mano, pero al cuello.

Lo cierto es que el olfato de Felipe González para designar sucesores ha sido siempre muy fino. Almunia antes que Borrell, al que defenestraron, lo que se tradujo en una derrota histórica mientras que, después, Borrell se ha convertido en el político catalán más importante de la historia (si conocen uno que haya llegado más lejos háganmelo saber, otra cosa es que sea un político en Catalunya y no de Catalunya para los sectores fascistoides de esa comunidad); Bono antes que Zapatero, otro gran éxito; Rubalcaba antes que Carme Chacón, la mayor derrota de la historia, y ahora inquina desatada, con noche de los cuchillos largos en 2016 incluida, contra Pedro Sánchez, quien también logró ganar contra pronóstico.

El pasado otoño, Joaquín Almunia, sacudiéndose la tutela (posiblemente, él también sea el político vasco que más lejos ha llegado en la historia) manifestó que se sentía tan identificado con el PSOE de 2022 como con el de 1982. Se trata de una reflexión interesante, a la vista de que los máximos promotores del PSOE del 82 consideran que el actual es su némesis.

Aquel PSOE, como el de la coalición republicano-socialista de los años treinta, tenía más vocación de modernizar que de hacer la revolución social. Así se recuerda de forma recurrente e incluso se cacarea. Si atendemos a los números del historiador Charles Powell, en lo esencial, esos gobiernos pasarán a la historia por hacer pasar el gasto social español de un 66% de la media de Reino Unido, Italia, Francia y Alemania en 1980 a un 87% en 1994, con la triple universalización de Sanidad, Educación y pensiones. En sus palabras: "España fue uno de los pocos países del mundo desarrollado en los que las diferencias sociales no aumentaron en la década 1985-1995". En los años de brillo de Thatcher y Reagan.

Los logros de este PSOE son mucho más modestos, la sociedad es muy diferente y la fase del capitalismo posiblemente aún más complicada que en los 80, cuando las consecuencias de las crisis del petróleo estaban sin afrontar ni abordar. Sin embargo, ha habido logros simbólicos y lo simbólico puede ser trascendental. Las medidas de protección social que se han tomado, como se queja el periodista Pere Rusiñol, son importantes, pero no dejan de ser parches. La desigualdad sigue en aumento y, como es sabido, produce monstruos. Sin embargo, esos supuestos parches han cambiado una dinámica que habrá advertido cualquiera que siga la evolución de la sociedad española desde al menos dos décadas.

Hay dos ejemplos significativos. Los alquileres en España se encarecían por las leyes del mercado, la oferta y la demanda. Contra eso, nada se puede hacer. Si hay más número de demandantes que de oferta suben los precios. No hay solución posible. Circulen. En cambio, este gobierno y los partidos que le han apoyado han aprobado una ley para poner coto a esas subidas. No para impedirlas, solo para limitarlas. Esto es un cambio de filosofía.

El otro ejemplo es la energía. El precio de la luz aumentaba, pero no como los alquileres, por la ley de la oferta y la demanda, sino por un complejo sistema de fijación de precios establecido hace no sé cuántos años por el que hay una norma sagrada que dice que lo que es barato y casi gratis tiene que venderse al precio más caro del mercado, porque sí, porque Europa. Circulen. La Excepción ibérica arrancada a Bruselas también supuso un cambio en esa filosofía.

Podríamos seguir con los aumentos del SMI y otras medidas, pero con las evidentes y lógicas diferencias, ambos gobiernos estaban orientados en la misma dirección. ¿Por qué entonces las animadversiones? El problema que ha planteado Sánchez a los popes es su predisposición a encontrar pactos con la izquierda alternativa y nacionalistas e independentistas. Si nos fingimos estúpidos y hacemos como no recordamos que en el presunto centro de Ciudadanos y la derecha del PP, Sánchez solo encontró estrategias de tierra quemada, e incluso un empujón para que pactase con quien lo hizo para proclamar la profecía autocumplida, tampoco hay grandes líneas divergentes entre aquel PSOE y este PSOE.

Los acuerdos actuales de Sánchez son muy fáciles de entender: no había otra posibilidad. Se puede echar en cara cómo se ha gestionado la única posibilidad que tenía de gobernar, pero no que haya gobernado de la única manera en la que le era posible. Es un problema lógico de fácil resolución en bachilleres, no tanto para Alfonso Guerra. Sin embargo, aquel PSOE también se topó con Catalunya y no fue en un asunto menor.

Foto: ALEJANDRO MARTÍNEZ VÉLEZ/EP

Fue la exoneración de Jordi Pujol, president de la Generalitat, en el caso Banca Catalana. Ahora sabemos que los jueces que votaron en contra de procesar a Pujol tenían la decisión tomada de antemano. Tanto uno de los fiscales, Carlos Jiménez Villarejo, como una de las magistradas, Margarita Robles, han dado años después el mismo relato de los hechos. Los jueces no se leyeron la documentación, no examinaron las pruebas. Su voto era independientemente de los hechos. Es decir, político.

Pujol había calificado la querella contra él como "un proceso a Catalunya". ¿Alguien lo paró? Robles le reconoció a Pere Ríos, autor de Banca Catalana: caso abierto (Península, 2015): "Estoy de acuerdo en la tesis de que los socialistas no querían que prosperase la querella (...) Al Gobierno no le podía venir bien la querella. Toda la gente que estaba en el ajo de la justicia sabía que Mena y Villarejo no eran unos mandados. Aunque algunos jueces dijeran lo que dijeran, todo el mundo sabía que ellos iban por libre Algunos magistrados del pleno decían cuando hablábamos: 'Estos están poniendo al Gobierno y al PSOE en una situación complicada'".

Lluis Bassets, en La gran vergüenza (Península, 2014), asegura: "Si [los jueces] no lo hicieron fue porque entre unos y otros, entre las amistades y las autoridades de Barcelona y las de Madrid, todo el mundo los convenció de que procesar a Pujol después de la mayoría absoluta obtenida en las elecciones de 1984 conduciría a una situación políticamente peligrosa, que nadie estaba dispuesto a gestionar".

José Antich, biógrafo de Pujol, fue más lejos y "con fuentes autorizadas muy próximas al presidente", sitúa la ayuda en La Zarzuela. Bassets concluye: "Políticamente, es muy cierto que el potencial desestabilizador del caso podía arruinar todos los esfuerzos para incluir al nacionalismo catalán en la democracia española (...) No es seguro que la democracia española recién estrenada hubiese soportado sin fuertes turbulencias el procesamiento y probablemente la destitución del primer presidente catalán elegido después de la Guerra Civil".

Este episodio tan curioso ocurrió con una mayoría absoluta de aquel PSOE, sin dependencias aritméticas en el Congreso. Ahora este PSOE se ha visto en una similar con sus indultos y reforma del Código Penal a la carta para ERC. La diferencia es que no ha habido una politización de la justicia entre bastidores y todo se ha hecho con luz y taquígrafos y con herramientas legítimas. Si en los 80 se podía aludir a una causa mayor, como era la democracia en España, ahora mismo podemos decir que el mayor desafío que esta ha experimentado en este siglo, el procés, se ha saldado con unos apoyos al independentismo antes del 23J en torno al 40% y declinando (veremos después de que vengan Vox y el PP a arreglar mejor el problema).

En el caso que nos ocupa, lo obvio es que la postura actual de aquel PSOE, que solo se ha manifestado para recomendarle a Sánchez que permita al PP gobernar en solitario, no es coherente con los hechos. Y cuando en política se rompe la coherencia sin motivo, es porque se oculta algo.

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