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SYNTH POP – DARKWAVE   

Sofía, Lacquer y Brindis al sol: tres maneras de pasar del punk de guitarras a los sintetizadores

El último tramo del año nos regala nuevas referencias discográficas a las que conviene seguir la pista

23/12/2021 - 

VALÈNCIA. Resulta del todo lógico que los sucesivos encierros forzosos de la pandemia dejaran tras de sí un alud de proyectos basados en guitarras acústicas y en música electrónica creada de cabo a rabo desde el ordenador de casa. Muchas canciones “íntimas”, mucho lo fi y muchas letras sobre aislamiento, miedo y desconsuelo. Tan previsible como razonable. 

De estos ejercicios de creatividad solitaria han surgido nuevos artistas a montones -sobre todo de la Generación Z-, pero también han supuesto una oportunidad de cambio para muchos otros que ya llevaban mucho tiempo componiendo y tocando. Los discos que protagonizan este artículo, todos ellos publicados en el último tramo del año, tienen un punto en común: están encabezados por músicos muy bregados en el punk que hicieron la transición hacia la electrónica en algún momento entre 2019 y los meses más crudos de 2020. Son trabajos en los que se combina la humildad del neófito con la vocación exploratoria de quien ya tiene tablas en otros géneros y quiere ir más allá. 

Sofía: synth pop en el castillo medieval

La escena underground mallorquina es una “familia” que probablemente tiene más concomitancias con València que con sus vecinos ibicencos. De allí han salido bandas muy interesantes de hardcore punk y pospunk durante la última década. Grupos como Orden Mundial, Pou, Pena Máxima y Escorpio conforman lo que algunos han llegado a ver como un “nuevo sonido balear” de guitarras, bajos y baterías. Sofía Ramis Massutí (Palma, 1996) es una integrante muy activa de esta escena; toca el bajo en Escorpio y la batería en Barrera, un grupo de muy reciente creación con un punto black metal y muros de distorsión que encantará a cualquier fan de Desechables, Flipper ¡e incluso de Burzum!

Antes de “dejarlo todo” por el punk, Sofía estudió guitarra clásica en el conservatorio superior, formó parte de una coral universitaria y grabó varios discos de corte didáctico en los que interpretaba canciones extraídas de los libros de texto de Santillana. También se licenció en Filosofía.

Durante el confinamiento de 2020, esta mallorquina de 25 años empezó a trastear con el ordenador y un teclado Midi, sin más intención que la de aprender y expandir su creatividad. Los dos primeros singles compuestos en solitario –“Decir adiós” y “El cielo blanco”- llamaron la atención del sello asturiano Humo Internacional, que el pasado mes de octubre publicaba El Ayre de la Almena. Este EP, cuyo título hace referencia a un verso de San Juan de la Cruz, ha ido descorchándose poco a poco en una serie de videoclips firmados por artistas audiovisuales como Paco Caballer o Marta Szewczyk.  


Paralelamente, todo este proceso ha coincidido con la decisión de Sofía trasladarse a vivir a la capital del Turia. “Siempre me he sentido muy cómoda en València porque me gusta mucho lo que se está gestando aquí musicalmente. Hay muchos grupos, muchos conciertos y además el público es el mejor”, nos explica por teléfono.

El synth pop -electropop o como quiera llamarse- es una etiqueta muy manoseada, un cajón de sastre donde a menudo se confunde lo bueno y lo mediocre. Hay que decirlo: bajo la coartada de la sencillez se esconde una masa densa y aburrida de artistas indistinguibles. Sin embargo, esta primera colección de canciones de Sofía, pobladas de castillos medievales, fosos y dragones, levantan nuestras orejas. 

Algunos de estos temas trenzan fraseos robóticos y sonidos de videojuego con melodías vocales muy naif. Otras están sostenidas por un ritmo motorik que podríamos emparentar con aquellos grupos de pop de los noventa y los primeros dosmiles -como Stereolab o Broadcast-, que se llevaron los ritmos del kraut rock al terreno del pop experimental. Hay canciones que suenan cósmicas y espirituales, pero de forma un poco irónica, con ecos y teclados de órgano de iglesia. Todas son a la vez tímidas y un poco perversas, y además invitan al baile. Ella nombra a Grimes, John Maus y Vainica Doble como sus principales influencias para este proyecto. Un cóctel muy adecuado para salirse de la tangente.

Sofía no se esperaba el recibimiento inmediato de su proyecto en solitario, ni tampoco ganar el primer premio del concurso Pop Rock que organiza el Ayuntamiento de Palma. A pesar de todo ello, subraya su condición amateur: “En el conservatorio estudié guitarra y también nos impartían un poco de piano. Pero se me daba fatal. Estoy haciendo a la vez el proceso de crear y aprender, en realidad”. La podemos ver en directo -ómicron mediante- el 22 de enero en la sala 16 Toneladas de Valencia.

Lacquer, dream pop desde Berlín

Detrás de Lacquer está Raquel Torres, una artista gallega que se mudó a Londres hace doce años para relocalizarse después en Berlín. Su primera incursión en la electrónica -también en solitario- se dio en 2019.

“Llevaba muchos años tocando en bandas de punk. Había tocado ya todos los instrumentos, pero tenía ganas de salir del género, porque en realidad ya no lo escuchaba tanto. Me apetecía montar un proyecto en solitario; algo diferente y más pop. Tenía un montón de ideas, aunque me costó bastante aprender a utilizar un ordenador, y acostumbrarme a crear algo paso a paso yo sola, sin el apoyo de otros instrumentos alrededor. Tonteé con varios programas y con sintetizadores, y de ahí salieron un par de canciones que gustaron y me animaron a seguir. Pero no me propuse a hacer un disco hasta que llegó pandemia y supe que iba a estar mucho tiempo sola en mi habitación de Londres”, nos explica. 

El LP So Little Changes, coeditado en 2020 por Discodrome y el sello valenciano Flexidiscos, evidenciaba el gusto de Raquel por subgéneros como el syntwave, cold wave y darkwave, con ese contraste tan atractivo entre las líneas de sintetizadores oscuras y densas y las melodías vocales telúricas, como transportadas desde tiempos antiguos. “Aunque todas las canciones son mías, en Lacquer es muy importante la figura de Jonah Falco, responsable de la producción, la grabación, mezcla y masterización”, aclara.

El contacto con la escena electrónica berlinesa también ha dejado huella en esta transición de las guitarras a la electrónica. “Berlín siempre ha sido la capital de la electrónica, y ahora mismo hay una escena bastante guay de synth pop con bandas que me están inspirando mucho. Mi sello favorito ahora mismo es Mansions & Million. Está sacando bandas muy chulas como Discovery Zone o John Moods. Luego están cosas más conocidas que me gustan mucho también como Molly Nilsson o Sean Nicolas Savage”.

Desgraciadamente, a pesar de ser un disco muy sugerente, el parón de la pandemia no permitió promocionarlo como se merecía. Los directos que ha ofrecido este año, y los que tiene programados en 2022 -incluido uno el 19 de febrero en La Residencia (València)- se han solapado con los del nuevo EP de Lacquer, Elusive Realities, publicado el pasado mes de octubre y más aproximado al dream pop. 

Brindis al sol, nueva mirada al legado de Esplendor Geométrico

Foto: David Garceran

Este mes descubríamos Nueva Sintaxis, el disco de debut de Brindis al Sol, presentado en directo a principios de diciembre en un concierto en la sala Spook de València, donde compartían cartel con Mausoleo, Hogar, Escorpio y Javato, entre otros. 

Es otro ejemplo de transición de un músico muy rodado en el punk que quiere asomarse al mundo de la electrónica. Bernat Andreu, conocido en los círculos del hardcore punk como integrante de bandas como Orden Mundial, empezó a componer en solitario en 2019 con unas referencias muy claras en su cabeza. Del lado de la escena nacional, Esplendor Geométrico, Los Iniciados y Aviador Dro. Pero también Medio Mutante, DAF, Brian Eno, Kraftwerk o Liaisons Dangereuses. Electrónica oscura -este es un artículo en el que no sale el sol- con sintetizadores y una presencia muy importante de la voz. “La idea era coger todas esas influencias y darles un rollo más personal. Pero siempre siendo consciente de que estoy empezando en esto. Toni Cobretti -que es sobrino de Pere Pla, músico de culto mallorquín y líder del grupo de los ochenta Furnish Time, que por cierto falleció hace tres días- entró en el proyecto. Empezó mezclando y produciendo, pero al final ha hecho aportaciones musicales importantes en varias canciones, así que considero que este siete pulgadas que ha publicado Flexidiscos y Discodrome es un disco de los dos”.

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