“Porque la Letra mata, pero el Espíritu da vida” decía Saulo, Apóstol de los gentiles, refiriéndose (entre otros matices) a la importancia de los valores y de la moral frente a lo mecánico e inanimado, y que, como no, puede aplicarse a muchas facetas de la vida.
Estos días he visto alguna noticia que me ha llevado a escribir sobre un viejo debate, y que se puede resumir en el título. Una de ellas es la celebración de una feria sobre Robots en España, en concreto Madrid, la Global Robot Expo, de lo más interesante para la mayoría pero inquietante para los más recalcitrantes. Nada que temer para los que creen en el progreso y huyen de mantras como lo de cualquier tiempo pasado fue mejor
En esa feria se han exhibido Robots con forma humanoide para no generar rechazo por los clientes/usuarios del mañana, y que así en un futuro cercano interactúen a modo de Drones ejerciendo funciones o trabajos de todo tipo, como pueda ser de policías o soldados pasando por enfermeros, médicos o bomberos, y por supuesto incansables e inagotables operarios industriales o de la construcción. Estos “artefactos” transformados en sistemas de armas tendrán un claro aprovechamiento en el campo de batalla de un futuro que ya es presente, otra cosa serán los considerandos morales y legales al respecto.Recuerden que en la ONU se ha debatido el tema de los drones en diversos foros, y que es uno de los temas más focalizados por el relator Especial sobre extrajudiciales, sumarias o arbitrarias de su Consejo de DerechosHumanos
Otra noticia, para gran regocijo de la prensa rusa, ha sido la suspensión de la recepción de los cazas de 5ª generación F-35 de la Lockheed Martin por parte del Departamento norteamericano de Defensa, tras la controversia surgida sobre quién debe hacer frente al coste de la reparación de un fallo en la cadena de producción de más de 200 aviones. Aquí me viene a la memoria el discurso de despedida del 34 presidente USA Dwight D. Eisenhower, uno de los militares más importantes del siglo XX, sobre la influencia del reciente (en aquel momento) complejo industrial-militar de los Estados Unidos, o lo escuchado al profesor Florentino Portero que a diferencia de los yihadistas los oficiales occidentales tienen una gran querencia por la tecnología y los artilugios.
También esta semana hemos visto al JEMAD, General de Ejercito Fernando Alejandre (para los profanos general de cuatro estrellas), comparecer ante la Comisión deDefensa del Congreso de Diputados manifestando la necesidad de realizar inversiones en Defensa porque "diez años sin invertir dejan a las Fuerzas Armadas en una situación crítica", recordando el compromiso de España ante la Alianza Atlántica en 2014 de alcanzar un 2% del PIB en gastos en Defensa, cosa que como expuso los Presupuestos Generales del Estado de 2018 no alcanzan.
Desde luego a lo largo de la Historia la tecnología o maquinaria bélica se ha impuesto sobre la voluntad de grandes guerreros, por ejemplo la expansión del imperio hitita sobre sus vecinos gracias al uso del más moderno armamento de la época, espadas de hierro, al igual que ocurrió con los pueblos Dorios que invadieron la Hélade acabando con los micénicos aún instalados en la edad del bronce. O en tiempos más cercanos, para que puedan hacer memoria, cuando los aliados usaron armamento nuclear (las bomba atómicas Little Boy y Fat Man) sobre el Japón, o cuando el General Norman Schwarzkopf desplegó un moderno ejercito prácticamente del siglo XXI sobre el potente, pero anclado en el ecuador del siglo XX, ejército iraquí de Sadam Hussein al que arrasó, y tantos otros.
Pero también existen otros casos al contrario, como la resistencia y tenacidad de los españoles luchando contra la mejor maquinaria bélica en su época, la Grande Armée de Napoleon Bonaparte, al que doblegamos y expulsamos de nuestra piel de toro (eso sí con ayuda de los británicos). O la lucha del Viet Cong liderado por Ho Chi Mih que doblegó la voluntad americana de continuar la guerra, o la de los muyahidines en su lucha contra el imperio soviético, donde las fuerzas morales de unos hombres se impusieron a los recursos materiales de toda una maquinaria bélica.
Este debate entre la lucha del hombre-soldado contra la maquina es tan viejo como otro viejo paradigma de la lucha entre la espada y la armadura o el moderno pulso entre el cañón y la coraza (carros de combate versus misiles), y al final se llega a la conclusión de que, como en otras muchas facetas de la vida, hay que buscar un equilibrio, el mismo que Don Miguel de Cervantes en el Quijote planteaba entre los intelectuales y los soldados porque «nunca la lanza embotó la pluma, ni la pluma la lanza».
Aquí en Valencia mientras, para reforzar esas fuerzas morales, esos valores cívico-patrióticos, parece que se trabaja con nuestro futuro, la juventud, y es así como la Delegación de Defensa en la Comunidad Valenciana, liderada por el Coronel Rafael Morenza, organizó una jornada, este viernes día 20, de confraternización con alumnos de diferentes colegios con motivo de la entrega del premio en nuestra Comunitat al concurso Carta a un militar español, para que conozcan la realidad Castrense; lo que no se conoce no se puede querer.