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NOSTÀLGIA DE FUTUR 

¿Son nuestras ciudades las mejores del mundo para vivir?

  • València- Foto: EFE
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València y Alicante coparon titulares la semana pasada al ser declaradas las dos mejores ciudades del mundo para vivir. El Expat Insider Survey es una encuesta global de la plataforma dedicada a los expats InterNations. El estudio recoge, en su edición de 2020, las opiniones de 15.000 personas de 173 nacionalidades que viven actualmente en 181 países distintos. La encuesta se centra en dos aspectos de la vida en el extranjero: la sostenibilidad medioambiental y la vida en las ciudades. 

Aunque para los expats España no está ni siquiera entre los 10 mejores países respecto al medioambiente y la sostenibilidad —ocupa el puesto 20, por detrás de Estonia, Costa Rica o la República Checa en el índice que reúne respuestas sobre la provisión de espacios verdes, la calidad del aire, la gestión de los residuos o las políticas ambientales—, 4 ciudades españolas se encuentran entre las 10 mejores para vivir: Madrid (9), Málaga (6), Alicante (2) y València (1).

Las dos capitales valencianas encabezan el índice global construido sobre los factores de la calidad de vida (ocio y clima, transporte, seguridad y sistema de salud), la integración (amabilidad de la gente, facilidad de hacer amigos), la vida profesional (seguridad en el trabajo, posibilidades profesionales y conciliación) y las finanzas y el acceso a la vivienda. Tanto Alacant como València tienen una de las peores clasificaciones respecto a las oportunidades laborales pero la valoración positiva del resto de categorías, especialmente las cuestiones de seguridad y salud, ha hecho posible que queden campeona y subcampeona de esta particular liga. 

¿Pero quiénes son esos expats? El término expat se utiliza para definir a aquellas personas que por razones profesionales deciden vivir durante un tiempo o para siempre en un país distinto al que nacieron. Son personas que migran por elección propia, con un alto poder adquisitivo y se emplean en sectores económicamente globalizados. Expat, que no migrante, es inevitablemente un concepto clasista que solo cubre la cara brillante de los movimientos globales de personas. El arquitecto sueco es un expat, el refugiado sirio no lo es; la ingeniera australiana es una expat, la trabajadora del hogar de origen marroquí tampoco lo es. 

¿Debemos alegrarnos de esta noticia? Es positivo que los trabajadores cualificados extranjeros valoren nuestras ciudades. Además, es previsible que después de la Covid dichos trabajadores sean todavía más móviles al desprenderse en parte del ancla de una mesa fija y trabajar cada vez más de manera virtual. Cuando la oficina ya no es imprescindible, los encuentros profesionales deberán tener mayor calidad que la de simplemente calentar silla y las ciudades donde sea agradable vivir ganaran peso. Se trata de un potencial que la Comunidad Valenciana debería aprovechar de manera colaborativa y coordinada. 

Pero con alarmantes tasas de paro y precariedad también podría suceder que nos convirtamos en otro tipo de resort vacacional, un resort para unas personas que pasan más tiempo con nosotros pero acaban generando poco añadido en el territorio. 

Se hace necesario entonces anticiparse a los riesgos a la vez que se aprovecha una oportunidad como esta. Eso significa promover la prosperidad inclusiva: atraer tanto a expats como a migrantes. Supone poder acoger a aquellos que traen consigo la prosperidad como permitir que prosperen aquellos que de aquí que lo necesitan. Una sola cosa no es suficiente ni siquiera deseable.

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