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crítica

Sonya Yoncheva aborda canción italiana en Les Arts

27/04/2021 - 

VALÈNCIA. Oportunidad perdida de nuevo. En el Reina Sofía cantó ayer domingo una de las sopranos más cotizadas en el panorama operístico mundial, la búlgara Sonya Yoncheva, quien deleitó al público con su arte canoro abordando piezas de la canción italiana de finales del XIX. Lástima, que como sucedió con las actuaciones de las grandes Davidsen, Arteta, DiDonato, y Rachvelishvili, no se aprovechara la histórica oportunidad para escucharla en su verdadera especialidad, y en lo que los aficionados hubieran querido oírla: cantando ópera. 

Demasiados huecos libres en la sala. Y es que el aficionado no se anima, e incluso se rebela ante una situación tan inexplicable. Ayer escuché: “Viene una de las mejores en ópera, y nos canta canciones. Yo no volveré”. Y es que es tan de agradecer que en los últimos tiempos se pueda escuchar en Les Arts a destacadas estrellas de la lírica, como decepcionante el no poder disfrutar al máximo con ellas. 

En cualquier caso fue un gran disfrute para los melómanos, porque Sonya Yoncheva es soprano lírica muy completa, de grandes cualidades y recursos, poseedora de un instrumento vocal de una materia prima extraordinaria, por lo que es solicitada y aplaudida en los más importantes teatros de ópera del mundo, desde que ganara el Operalia del gran Plácido Domingo en 2010. Ayer mostró una voz de un timbre especialmente esmaltado y bello, notable squillo, y gran volumen y brillo en las notas centrales y altas; y demostró que la sabe manejar con musicalidad, cuidado, sutileza y fuerza. Empleó una perfecta colocación, e impecable y fácil proyección. Su canto es bello, cálido, y seguro. 

De inicio, fue recibida con una gran ovación por parte del público asistente, recordando su magnífica Traviata de años atrás en la misma sala. Este detalle hubiera sido suficiente para motivar a cualquier cantante. Pero no fue así. Yoncheva, a lo largo de todo el recital se mostró falta de entrega, lo que le impidió llegar a la ejecución de las piezas con la esperada excelencia. Siempre elegante y atractiva, la tiple búlgara llenó el escenario, y cantó demostrando que son mejorables su dicción, el desarrollo de la voz en el registro de pecho, la cobertura en el ataque del agudo, y la flexibilidad a la hora de ejecutar la evolución en los matices.

Canción italiana

Foto: MIKEL PONCE.

El programa elegido de canciones italianas no es muy habitual. No exento de dificultades, está lleno de posibilidades interpretativas, por lo que se requiere expresividad, y sutileza. Quizá por ello la Yoncheva eligió a un pianista seguro y de gran trayectoria y profesionalidad como es Malcolm Martineau, tan atento como delicado y expresivo, al que la soprano no supo igualar. Es pianista de ejecución sensible y segura, ayudó al máximo a la soprano, y demostró saber dar el carácter y estilos a cada obra.

Mucho miraba la búlgara al pianista, con gestos de complicidad y gratitud. También miraba las partituras en todas las obras del recital. Pero quizá más a las notas que al texto, pues Yoncheva olvidó la importancia de éste en las canciones, como parte íntimamente unida a la pieza, y en el que debió apoyarse con mayor determinación. A veces pareció balbucear. No disfruta las consonantes.

Verdi y Puccini

Comenzó la Yoncheva el recital afrontando una serie de romanzas compuestas por un joven Giuseppe Verdi. Desde Perduta ho la pace e Il tramonto, pianista y soprano supieron encontrar el sabor verdiano más romántico. En ellas, la soprano dejó claras sus mejores cualidades: emisión, proyección, volumen, y timbre, y Matineau aportó el aire y el tempo del de Busseto, lleno de legatos y sutilezas. En Nel horror di notte oscura se evidenció la carencia de cuerpo para abordar las notas graves de la soprano, asunto ajeno a la extraordinaria línea de canto y confección de frases que la tiple trajo en Ad una Stella e In solitaria stanza, de melodía operística. Terminó Verdi con L’esule, pieza con texto de Temistocle Solera, donde la soprano desaprovechó la posibilidad de disfrutarlo, en especial en sus momentos iniciales más declamados.

Vieni amor mio fue la pieza de Leoncavallo elegida, que Yoncheva entonó con decisión, musicalidad, y frescura tímbrica. De las más de quinientas canciones del gran postromántico compositor Francesco Paolo Tosti, la Yoncheva seleccionó dos bellísimas: L’ultimo bacio y el famoso Ideale. La soprano las acometió con adecuada contención, y con la expresividad y sentimiento propios del gran autor italiano, gracias de nuevo a la aportación del genuino aire de Tosti traído por Martineau. 

Foto: MIKEL PONCE.

En las piezas de Martinucci, Al folto bosco, y de Tirindelli, Amore, amor, Martineau estuvo decidido, seguro y conciso. En la primera, Yoncheva expresó la requerida turbación del alma, exponiendo su propio contraste entre las notas graves, y el brillo en la transición al agudo. Las algo más conocidas canciones puccinianas, Sole e amore y Terra e mare repletas de melodías operísticas, fueron abordadas por ambos músicos con el aire estricto del compositor de Lucca. También Mentia l’avviso y Canto d’anime, donde se escucharon los primeros agudos de la soprano, tan plenos como bellos.

Soprano y pianista regalaron 3 momentos operísticos fuera de programa. Aquí se vio por qué la ópera es la verdadera especialidad de la cantante, pues Sonya Yoncheva pudo desplegar al viento sus mejores dotes y recursos. Cerró las partituras y retiró el atril. Y se desenvolvió en un canto franco, libre, de frases completas, intenso, compacto, brillante, y bello. El Addio de Mimi Yoncheva lo cantó haciendo uso perfecto de los legatos, y alargando las frases para el deleite de los amantes del arte de Giacomo Puccini. Exenta de sutilezas, fue generosa en expresividad, sobre todo con su Rodolfo particular: Malcom Martineau.

Pero ni en los momentos dedicados a la ópera la soprano se entregó de lleno. Cantó la habanera de Carmen y el O mio babbino caro del Gianni Schicchi faltos de medida y de sutileza. La pieza de Georges Bizet, fue resuelta con más efectismo y teatralidad que estilo. Y la de Puccini, exenta de filados, igualdad, delicadeza, y flexibilidad. 

Sonya Yoncheva está hecha para la ópera. Allí sí brilla. Ojalá podamos pronto escucharla en eso.


FICHA TÉCNICA

Palau de Les Arts Reina Sofía. 25/04/2021

Recital canción italiana

Obras de Verdi, Leoncavallo, Tosti, Martinucci, Tirindelli y Puccini

Soprano, Sonya Yoncheva 

Pianista, Malcom Martineau

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