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BALANCE 2017

Sorpresa (no): 2017 también se lo quedará el patriarcado musical

Un repaso a la programación de las principales salas de València en 2017 hace tangible la desigualdad: sólo 2 de cada 10 conciertos cuentan con presencia femenina

14/12/2017 - 

VALÈNCIA. "A tu novia le molan, tu novio quiere tocar con ellos”. Claro, porque la ecuación jamás puede ser diferente. En 2017 aún hay quien trata de vender un concierto y una banda con semejante especiota sexista. Si los ve en directo, tu novia no puede querer tocar con ellos. Ella, pero sobre todo tú y ellos, sabéis cuál es su sitio: enfrente del grupo, siendo fan obvia -bajo ese parámetro parido antes de la Transición, probablemente grite fuera de sí y lance un sostén al escenario-. Nadie dijo que el marketing debía ser feminista. Ni siquiera el barato. Aunque molaría. Lo paradójico es que, en realidad, lo más probable es que no se cumpla ninguna de las dos premisas.

Lo que a simple vista parece una estupidez, un detalle absurdo y banal, una anécdota insignificante, es todo eso y, además, un síntoma evidente. El detonante para tirar del hilo y encontrar toda la basugre que se esconde por debajo de la alfombra. Tampoco hace falta explotarlo hasta que no quede nada de lo que fue al principio -una especie de eslogan sin gracia-, hay muchas más evidencias que conducen a la misma realidad: la hegemonía del hombre sobre el escenario es, como suelen serlo todas -y en especial las demás del espectro masculino en sociedad-, tremendamente aburrida. 

El más mínimo ejercicio de documentación le permite a uno tener una visión panorámica del desastre. Imagine un descampado abandonado durante décadas. Imagine una ciudad en perpetuo estado de agosto. Imagine un páramo, el de Sumapaz, y ubique a una mujer en un punto aleatorio de su extensión. Ese, exagerando gráficamente, es más o menos el resultado de repasar el ejercicio 2017 en lo que respecta a conciertos, atendiendo a la clasificación por sexo, y a partir de la programación de algunas de las salas más representativas del circuito valenciano. Descarte la paja demagógica y encontrará los resultados a continuación para poder elaborar su propia metáfora.

Más de 900 grupos: el 80%, sólo hombres

Uno echa un vistazo a las cifras de presencia femenina en los conciertos celebrados en València durante 2017 -y los que quedan- y entiende que el próximo 8 de marzo tampoco será un día que celebrar por las profesionales de la música. Estudiadas las programaciones de esta temporada a cargo de siete salas de la ciudad, las más constantes en su programación y las que más flujo de público reúnen en el circuito, hay una conclusión que domina cualquier análisis secundario: 8 de cada 10 grupos que pasaron por las salas mencionadas estaban formados íntegramente por hombres. No es que el 80% de estos grupos (el 80.3%, para ser todo lo exacto que puede ser el ojo humano) estuvieran formados en su mayoría por hombres, no: es que no había ni una sola mujer en sus filas.

Esto deja el porcentaje de grupos con actividad femenina, efectivamente, por debajo del 20%. O, lo que es lo mismo: de los más de 900 grupos que han reunido estas 7 salas en 2017, menos de 200 (182) tenían al menos una mujer en su formación. A alrededor de 300 grupos del equilibrio. Y eso que ni siquiera estamos hablando de igualar los grupos formados íntegramente por hombres con otros formados sólo por mujeres. La idea de darle la vuelta a la situación por ese extremo es de manicomio si tenemos en cuenta que, de esa cifra total cercana al millar, sólo tres decenas correspondieron a grupos de mujeres o solistas femeninas. En la balanza, la que ha de medir cuál es el camino más difícil -el de revertir la situación desde el extremo-, más de 750 grupos integrados sólo por hombres se ubican frente a poco más de los 30 en el que sólo hay mujeres. Complicado.

La resistencia desde la filosofía mixta

En contra de un desequilibrio tan aplastante, pensar en invertir el escenario como con un calcetín es comprensible. Sin embargo, es poco realista. Y puede que tampoco sea muy recomendable. Con las cifras en la mano, los grupos mixtos que cuentan, como mínimo, con una mujer en su formación ocupan prácticamente todo el espectro de la resistencia: 150 frente a los 32 integrados sólo por mujeres. Poco más del 16% de los 928 grupos recogidos en el grueso de salas de 2017. Un desastre absoluto para la normalización. Una victoria para el autor original del pensamiento único: "a tu novia le molan, tu novio quiere tocar con ellos”. 

Los conciertos de Núria Graham en Wah-Wah (con Joana Serrat) y Matisse, el de Ana Curra en Rock City (el único con protagonismo principal femenino en todo el curso) o los conciertos de Femme Fractal, Trudy Linn o Goat Girl en 16 Toneladas -que lidera cuantitativamente todas las clasificaciones- han sido minoría en 2017. Y tienen pinta de seguir siéndolo durante los próximos años. Sin embargo, hay un punto intermedio entre eso y una situación de superioridad tan insultante que el grupo dominante pueda permitirse dar espacio a grupos de músicos que se ponen de acuerdo para llamarse Las Señoritas Estrechas. Quizá ese punto intermedio sea el que habitan proyectos como Maldats, grupo mixto que pasó por 16 Toneladas y que este mismo año hizo pública su voluntad de contar con una guitarrista “tanto por motivos morales como por la falta de visibilización de las mujeres encima del escenario”.

16 Toneladas y la estadística: a más conciertos, más presencia

Las cifras alrededor de lo sucedido en 16 Toneladas durante este año marcan, sin embargo, una tendencia que, bien encauzada, podría hasta resultar positiva. La relación entre el número de conciertos y, por tanto, grupos que han pasado por Ricardo Micó 3 y los datos más positivos de la observación hace pensar que, a más conciertos, más mujeres. Quizá sea cierto que es una cuestión de estadística, que los grupos de y con mujeres están ahí, esperando; así lo certifica que 16 Toneladas, con alrededor de 300 grupos -festivales al margen- en su historial de 2017, tenga la mejor cifra de presencia femenina con casi un 24%. La solución de la teoría, en el otro extremo, está en Matisse y Rock City: las cifras menores en número de bandas, que en el caso de la primera ni siquiera llegan al centenar, sitúan la presencia femenina en el 15.5% y el 12.4%, respectivamente. Menos grupos, menos cuota.

Cabría pensar que el territorio rock permite pocas licencias. Sin embargo, el casi 20% de mujeres en Paberse, templo del hardcore, punk y heavy metal, sólo lo supera Wah-Wah por poco. De hecho, la sala de conciertos de Sedaví abre una veta que explotar, quizá por cuestiones de género (musical), liderando con un 13% de sus grupos la clasificación de bandas con una mujer al frente. Quizá la cuestión del estilo no es del todo baladí. Ahí está el caso de Loco Club que, estando en la zona noble con respecto a la cantidad de grupos que han pasado por sus dependencias, ofrece los porcentajes más altos de grupos formados íntegramente por hombres. En cualquier caso, no estaría de más tener en cuenta estas cifras para entender la dimensión del problema y, sobre todo, no dejar de explorar el camino de la estadística por si resulta que al final hay algo de luz. Que la haya.


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