Me cuenta mi amiga violinista que los holandeses toman hormonas para crecer. En 150 años, han pasado de ser los más bajitos de Europa a los más altos, y no sólo por la leche y los quesos hormonados. Eso me dice. También me cuenta que su sistema de salud neoliberal te abandona a tu suerte. Con toda la sanidad pública gestionada por aseguradoras privadas -excepto las infraestructuras, que son propiedad estatal-, ya puedes tener un cáncer terminal que no te hacen ni un maldito TAC. Es decir, mientras eres productivo, el Estado te da educación y procura que le seas útil. Si estás enfermo o tienes la mala de pata de romperte un pie, ya puedes encomendarte a Dios y a todos los santos que no van a darte más allá de una aspirina para el dolor. Ni siquiera te hacen mamografías o pruebas de embarazo. Tienes que acudir ya embarazada para que te miren.
En Holanda la salud es un negocio. Si tienes dinero, te curas y, si no, te mueres. Por eso yo me declaro bolchevique. Lo de la Europa neoliberal, a la que nos quieren abocar los últimos 15 años de gobiernos conservadores de la Unión Europa, queda fuera de los parámetros a los que nos acogimos en este club en sus inicios, el de una Europa proteccionista y solidaria, la Europa del bienestar social.
Así se lo están diciendo a Macron desde hace más de un año los chalecos amarillos, cuando anunció la subida del diésel con el impuesto verde. Y así se lo harán saber al primer ministro francés los sindicatos este invierno con la anunciada reforma de las pensiones. Me decía un amigo italiano hace más de diez años que se quedaba a trabajar en Francia, precisamente por su pensión de jubilación. Menuda broma. Media vida en Lyon, con lo aburrida que es la vida en Lyon…, para acabar con una media pensión francesa o trabajando más años por menos dinero. Emmanuelle Macron pretende elevar la edad de jubilación de 62 a 64 años. Vaya, pues en España ya estamos por los 67… Pero no vamos a discutir por cifras. El presidente Mariano Rajoy ya lo intentó y dio marcha atrás, cuando propuso vincular la prestación de las pensiones a la esperanza de vida. Es decir, cuantos más años vives, menos cobras. O te mueres o te matan de pura necesidad.
¿Y qué dijo Europa? Pues, al gobierno de Bruselas del saliente presidente de la Comisión que le hizo la guerra a Grecia -perdón, su “rescate” financiero-, le pareció muy bien. Aunque hace dos años, la Cumbre Social de Gotemburgo proclamó el pilar de derechos sociales y aprobó unas recomendaciones destinadas a “prevenir la pobreza en la vejez y a mantener los ingresos de hombres y mujeres durante su jubilación”. Me dicen un amigo danés y mi prima sueca que en estos países ya hace más de treinta años que se hizo la reforma de las pensiones con un sistema mixto. El Estado te garantiza un mínimo, ganes 0 o ganes 10, y la mejora te la ahorras tú con un plan privado. Ventaja, te capitalizas tu propio ahorro, no el colectivo y solidario que tenemos en España. Desventaja, te arriesgas a que jueguen en bolsa con tu dinero y pierdan. Pierdas.
Varios son los Estados de la Unión Europea que hace años tienen estos sistemas de pensiones vinculados a las aportaciones públicas y privadas, con sistemas mixtos que permiten capitalizar individualmente las pensiones. La parte pública, vale, me la creo. Pero de la parte privada no me fío. ¿Por qué? Porque la mayoría de aseguradoras están en manos de bancos o entidades financieras de inversión. Y, ¿quién nos garantiza que no vayan a quebrar en la próxima crisis financiera mundial, como lo han hecho en la última? Recordemos a todos los que han perdido su empleo, los que han cerrado su empresa y a los que han desahuciado de su hogar… Somos mayoría.
Así que, vamos a declararnos bolcheviques de una vez. Somos los de la mayoría -que es lo que significa esta palabra-, la mayoría del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia que hizo la Revolución liderada por Vladimir Illich “Lenin”. Tonterías, las justas.