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VOL 7. UNA RADIOGRAFÍA AL COMERCIO MÁS TRADICIONAL

Sueca: el comercio de siempre resiste al coronavirus

Recorremos diez municipios de la provincia de Valencia para que sus comerciantes nos cuenten cómo han enfrentado la crisis del coronavirus. Cada miércoles y sábado un nuevo episodio

18/07/2020 - 

VALÈNCIA. Los alrededores del Mercado Municipal y de la Plaza del Ayuntamiento albergan los principales comercios de Sueca, una ciudad que se distingue por su arquitectura. Concretamente, la capital de la Ribera Baixa destaca por su estilo modernista, de hecho, cuenta con una Ruta Modernista por algunos edificios míticos de la ciudad entre los que destaca el céntrico edificio del Ateneo Sueco del Socorro. Así pues, la historia de estos edificios, se une con la historia de sus comerciantes, dando lugar a comercios locales que todavía continúan en pie. Sin embargo, tras la crisis sanitaria del coronavirus nos preguntamos, ¿cómo ha sobrevivido el comercio tradicional en Sueca?

 

Chocolates Comes: el museo más dulce levanta de nuevo la persiana

¿Quién no ha soñado con encontrar un billete dorado para visitar la fábrica de Willy Wonka en la película Charlie y la fábrica de chocolate? Aunque la realidad dista bastante de la ficción, desde hace 150 años la familia de Marinase dedica precisamente a eso, a fabricar chocolate. Empezaron con el típico bollet, luego pasaron al cacao en polvo, y ahora ya se atreven con sabores picantes, licores y jabones. Y desde 2002, también a recibir visitas para ver cómo trabajan. Los bisabuelos de Marina, originarios de Torrent, se mudaron a Sueca y, desde aproximadamente 1870, se han dedicado a producir y vender en Chocolates Comes.

A pesar de que la tradición familiar ha girado siempre alrededor de la elaboración del chocolate, el negocio no era demasiado rentable. “Lo compaginaban con una tienda que tenían y algún jornal del campo, era una afición y una tradición más que un negocio”, explica Marina quien regenta ahora el negocio. Sin embargo, la situación cambió cuando en abril de 2002 inauguraron el Museo del Chocolate en el que se puede visitar, no solo su historia, sino también presenciar el proceso de elaboración del producto. “La idea del museo surgió porque mucha gente nos pedía ver como trabajábamos en el obrador. Entonces decidimos ubicar todo junto el museo, el obrador y la tienda”, señala Marina.

El negocio familiar consta de tres pilares fundamentales: el museo, la tienda física y online y los mercados medievales o ferias gastronómicas en los que empezaron a participar hace 25 años. “La esencia de los mercados ha cambiado mucho, antes buscaban llevar a pie de calle oficios que se habían perdido y resultaban rentables, ahora ya no, están en declive”, lamenta Marina, “aun así,el negocio funciona en su conjunto, por separado no sería rentable”. La situación se ha agravado con la crisis sanitaria, ya que dos des estos tres pilares, las ferias y mercados y las visitas al museo, desaparecieron. “Si la gente visita el museo o nos conoce en las ferias, normalmente suelen comprarnos, pero con el coronavirus únicamente hemos funcionado a través de la venta online”.

Con la llegada de las vacaciones, y las puertas del museo abiertas de nuevo, esperan recibir visitantes. Sin embargo, una parte de sus clientes ya no vendrán este año: las excursiones escolares y de las escuelas de verano. “Nuestro perfil de visitante es un diverso: nos visitan grupos grandes y familias, gente de los alrededores o de fuera de la Comunitat Valenciana y, también, turistas extranjeros”, asegura Marina, “esperamos que la situación mejore los próximos meses, de momento estamos empezando a recuperar el ritmo habitual”. Esperemos que el verano les deje un mejor sabor de boca.

Els Platers: joyeros que resisten desde 1919

Los bisabuelos de Jose iniciaron esta saga de joyeros que ya está a punto de alcanzar la quinta generación. En sus inicios, se dedicaban a vender desde casa o de manera ambulante, hasta que abrieron una tienda en Sollana y, posteriormente, en Corbera. Finalmente, hace 12 años se trasladaron a Sueca. “Nuestro comercio familiar lleva en pie desde 1919, cuando abrieron la primera tienda, luego hemos ido cambiando de ubicación, pero la tradición de ser joyeros nos viene de familia”, asegura Jose, quien está ahora al frente del negocio.

Las primeras generaciones de la familia pertenecían al gremio de joyeros y Jose aprendió el oficio en la Escuela de Joyeros donde les enseñaban a trabajar el producto y repararlo. La quinta generación, ya en camino, aprende directamente en Els Platers, donde ayuda con el negocio familiar. “Conozco pocos comercios que logren permanecer tanto tiempo en la familia y pasar de padres a hijos”, comenta Jose. No obstante, reconoce que el sector está a la baja desde la crisis económica de 2008. “Hemos notado mucho el descenso en la compra de joyas y de oro. En los últimos tiempos, en Sueca ya han cerrado dos o tres joyerías”, lamenta. Por este motivo, ellos ofrecen un “multiservicio”, es decir, compran y venden oro, reparan joyas y relojes, graban alianzas y venden el producto. “Hoy en día no se puede vivir solo de la joyería, pero si abarcas otros ámbitos del sector y los complementas puedes sobrevivir”, explica.

La crisis sanitaria, sin embargo, les ha afectado en los meses más importantes en términos de ventas. “Durante marzo, abril y mayo teníamos la temporada de las comuniones y muchas bodas. Ahora, parte de ese trabajo, se ha trasladado al mes de julio que está siendo muy superior a años anteriores”, asegura Jose en relación con las comuniones que se celebrarán, previsiblemente, en septiembre.No obstante, los clientes todavía se muestran temerosos ante futuros escenarios, prueba de ello son las parejas que retrasan al máximo el momento de grabar sus alianzas por miedo a que surja algún imprevisto.

Aun así, durante estos meses no se han quedado de brazos cruzados y han decido dar un nuevo impulso al comercio lanzando una página web que les permita realizar ventas online. Según explica Jose, cada vez son más los clientes que les conocen a través de la página web o las redes sociales: “Reinventarse e incorporar la venta online y las redes sociales es fundamental para que los pequeños comercios puedan sobrevivir, nos tenemos que adaptar, y la pandemia ha sido una muestra de ello”. La receta parece clara: mantener la tradición familiara daptándose a los nuevos tiempos.

Forn del Cristo: tradiciones afectadas por el coronavirus

Los padres de Yolanda compraron el Forn del Cristo en 1970, pero uno de los cuadros colgados en el local deja constancia de que sus inicios se remontan tiempo atrás, hasta 1882. El nombre se lo debe a la capilla que hay justo enfrente del horno, la Capilla del Crist de l’Hospitalet. De hecho, la familia de Yolanda mantiene desde hace más de treinta años una tradición: el Día del Cristo, el primer domingo de septiembre, durante la procesión disparan un castillo. Y este será el primer año que rompan la tradición por la crisis sanitaria del coronavirus.

“Cuando mi padre compró el horno y empezaron a trabajar, había un horno de leña como los de antes, en el que tenías que meter y sacar el pan con una pala”, explica Yolanda mientras nos muestra la zona en la que elaboran sus productos. Ahora, aunque todavía se pueden ver algunos de los utensilios y máquinas que se utilizaban años atrás, se han modernizado para poder dar respuesta al aumento en la producción. “Yo recuerdo a mis padres hacer pan como se hacía antiguamente, pero después de la pantanà de 1982, reformamos y modernizamos el horno”, señala.

A pesar de ser un comercio de primera necesidad y haber permanecido abierto durante la crisis sanitaria, Yolanda asegura que “han sido meses complicados y muy extraños, hemos notado mucho las consecuencias y el descenso en las ventas”. Según explica, los clientes venían una vez por semana para comprar, especialmente pan, para toda la semana, mientras que prácticamente no consumían el resto de productos. Yolanda recuerda con asombro como se incrementó la venta de harina y levadura: “cuando empezó a escasear la harina y la levadura en los supermercados, la gente no se acordaba de que en los hornos vendíamos esos productos, ¡desde siempre!”.

A medida que han ido avanzando las fases y los vecinos y vecinas han recuperado el ritmo de vida habitual, las ventas se han normalizado. Aun así, la temporada de verano no representa un importante incremento en las ventas para el horno de Yolanda, ya que la mayoría de vecinos y turistas se trasladan a la zona de la costa o a ciudades turísticas cercanas como Cullera. “En verano, entre semana el pueblo se vacía, pero los viernes mucha gente viene a comprar al mercado y a la plaza y solemos vender un poquito más”, apunta.

Mercería La Moda: el comercio tradicional más modernista

El Comerciet, como conocen los vecinos y vecinas de Sueca a la Mercería La Moda, tiene más de 125 años de historia, y desde hace 35 lo regenta Luis. Durante sus inicios, la mercería estaba ubicada en la Plaza del Ayuntamiento y, posteriormente, se trasladó a su actual ubicación. Además de los años de historia, la Mercería La Moda llama la atención a vecinos y visitantes por su estilo modernista muy extendido en la arquitectura tradicional de la ciudad. “Muchas veces me han preguntado que por qué no modernizo el local, pero a mí me gusta así y quiero mantener el estilo original del edificio, su esencia”, señala Luis, su actual dueño.

Eso sí, la tradición no está reñida con la adaptación a los nuevos tiempos. Según explica Luis, ha ido cambiando algunas cosas del negocio “por ejemplo, cuando empecé no vendía telas, pero me di cuenta de que muchos clientes venían preguntando si podían comprarlas, entonces decidí incorporarlas. Y también he comprado nuevas máquinas”. Pese a que los clientes de toda la vida han ido disminuyendo por su avanzada edad, Luis asegura que “últimamente la gente joven está recuperando la costumbre de volver a los comercios tradicionales y, en concreto, a las mercerías”.

Aun así, la crisis sanitaria ha dejado huella en esta mercería. “Lo que he perdido estos meses no creo que pueda recuperarlo porque, de momento, las ventas no han llegado a los niveles de años anteriores”, lamenta. Como ocurre en muchos otros comercios locales, sus dueños nunca habían permanecido tanto tiempo con la persiana bajada, es también el caso de El Comerciet que este verano no prevé tomarse vacaciones.

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