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el joven turco / OPINIÓN

Supongamos que Benimaclet es un barrio

20/06/2022 - 

Todos los años por estas fechas estoy en la misma dinámica. En la rutina de romper la rutina. Cuando diviso las vacaciones a mes y pico de distancia me pongo a buscar y leer cosas que me acerquen a la ciudad o al país al que voy. Ikonomou, Markaris, Nguyen, Padura, Pedro Juan Gutierrez…  También a veces el proceso se invierte y es el libro el que decide el destino, por eso este año se ha activado la bomba que, tras idolatrar la gran novela de Wolfe o sumergirme tanto en Auster, debía detonar en algún momento.

De esta manera, descubrí este fin de semana una serie de entrevistas que la escritora Fran Lebowitz ha grabado junto a Martin Scorcese. Aborda Nueva York, desde el punto de vista ácido por alguien que la habita jactándose de no tener teléfono móvil y ser la única de sus habitantes que aún recuerda cómo se camina por la calle. Se titula ‘Pretend It’s a city’, supongamos que es una ciudad. Lo es hasta Nueva York, cuyo equilibro, lamenta la escritora, está constantemente alterado por la presencia de gente de paso. Aunque sin esas personas ninguna ciudad, menos esta, sería tampoco como es. Las ciudades son organismos vivos. El caso es que, como ocurre con las lecturas previas al verano, esa reflexión me llevó a otra. 

Creo que ‘Supongamos que es una ciudad’ es una frase que podríamos grabar en una pared que viéramos todos y todas al pasar por las mañanas o caminando hacía el Pleno o la Junta de Gobierno. Creo que nos ayudaría a hacer planteamientos mejores. Antes de tomar una decisión o pronunciar vehemente nuestras opiniones deberíamos haber leído esas palabras.

Porque nos remiten a que la ciudad es algo complejo. Un todo compuesto por muchas miradas diferentes. Por eso, el peor error que podemos cometer es precisamente suponer que la ciudad es un grupo homogéneo. En concreto, asumir que es ese grupo que más se parece a mi propia visión. Porque la representación es algo complejo, siempre difícil de asignar, ante lo que algunos optan por respuesta más sencilla; pensar que él representa a la mayoría. ¿Cómo no va a ser así? si sus razones son las mejores. Porqué para eso son las suyas.

Eso es lo que a la luz del estudio que, por primera vez, ha tenido en cuenta todas las voces del barrio les ha ocurrido a algunos en Benimaclet. Resulta que donde suponían que había un único colectivo, había un barrio mucho más diverso o como mínimo muy diferente que el relato uniforme establecido. De hecho, cuando han preguntado a diferentes personas, no sólo no había una única voz, sino que la versión que ha tratado de ser única representa a una minoría de personas. Lo que se había producido es una captura de la representación.

Aunque para la gran mayoría los resultados no habrán sido una sorpresa, porque resulta que a los vecinos y vecinas les preocupa más que exista vivienda disponible en su barrio, tener dotaciones culturales o deportivas y prefieren un parque del que poder disfrutar todos y todas, en lugar de una zona que con el pretexto de los huertos urbanos ha estado convertida en el espacio privativo de unos cuantos. Una opción que sólo respalda en la encuesta el 0,8% de personas del barrio. Una especie de ‘agroesnobismo’ que es diferente, pero no más justo que cualquier otro tipo de elitismo. 

Vecinos de Benimaclet

Porque la ciudad, como la riqueza, también se debe repartir. En el caso urbano este reparto es la distribución de su espacio. Y pretender que tu ‘necesidad’ o mejor dicho tu apetencia ocupe el todo o un espacio suficiente que imposibilite las del resto es apropiarte de lo que es de todos. Algo que sólo podría justificarse y con mucha dificultad si una gran mayoría de voces así lo decidiera. Porque la democracia también es el respeto por las minorías. Algo difícil de conjugar. Pero lo que es sencillo de comprender es que nuca puede ser la imposición de la minoría sobre la mayoría. 

Aún así, lo mejor es que todo lo que los vecinas y vecinas proponen o piden cabe y es compatible. Claro, todo cabe una vez desestimamos los posicionamientos maximalistas que proponían que el suelo donde, por ejemplo, puede ir ese gran parque se desclasificara (palabro que significaba defender que se quedara como está ahora, casetas y vallados improvisados incluidos, supongo). Por caber, cabe hasta un espacio en el que esa minoría vea reconocidas sus inquietudes. Que dicho sea de paso ya existe en otras zonas de la ciudad como Malilla o San Marcelino, conviviendo y aportando valor a su entorno. Todas las personas caben si a la hora de decidir partimos de suponer que Benimaclet no es una valla publicitaria o un escaparate de la utopía política de unos cuantos. Todo tiene solución si suponemos que Benimaclet es un barrio.

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