El buen analista político defenderá, con aplomo y convicción, una opinión a las ocho de la tarde, cuando cierren los colegios electorales, y sostendrá lo contrario, con idéntica vehemencia, a las once de la noche, cuando ya se conozcan los resultados. Y lo hará con suma naturalidad, sin mover un músculo de la cara para no desvelar sus contradicciones
Espero que sepan disculpar el uso del vocablo mal sonante, que para nada se utiliza con ánimo de ofender, sino para llamar la atención de lo contumaz del comportamiento de las masas. Todo esto va a tornar la era de la globalización en la época de la estulticia, porque parece que nadie escucha a nadie, ni los de abajo ("la gente") ni los de arriba ("la casta")
Soy el hombre menos informado del país. No tengo ni idea de quién ganó las elecciones. Mi terapeuta me ha prohibido las noticias. En la calle todo sigue como lo dejé: los mismos pobres en las puertas de los supermercados; las mismas cabezas huecas mirando sus pantallas en el metro; las largas colas en los bancos, que practican el sadismo con sus clientes, y un joven ciclista que está a punto de arrollarme
Voy a hacer un poco de política ficción o de augur, al mismo tiempo. ¿Y si el 26J los resultados son tan endiablados, que se puede producir algún relevo en los liderazgos de los partidos en liza para favorecer la formación de gobierno? Puede ocurrir. Esta suerte de catarsis y purificación podría provocar el paso a un lado o atrás de Rajoy, la salida de Sánchez, la retirada estratégica de Iglesias y la correspondiente deserción de Rivera
"También para ver partidos de la Selección Española en la calle", asegura