Detesto la Navidad. En mi casa no pongo el árbol ni el belén. Parezco un mahometano. Además no me creo ese buen rollo, esa bondad prêt-à-porter, esa tregua un tanto forzada para quedar bien con nuestros enemigos en estas fechas tan entrañables. Cuento los días para que llegue el 7 de enero