Ximo Puig habla de "persecución insólita" y Montón de ataque a la Comunitat, expresiones que le dieron muchos votos a Camps frente a Zapatero
Hace siete años, antes de perder el norte, el entonces presidente de la Generalitat se quejaba en las Corts de que el Gobierno de Zapatero no arreglaba el problema de infrafinanciación de los valencianos -ya estábamos con esas- y alumbraba el que, a su juicio, era el verdadero motivo de tal discriminación: "Zapatero odia a la Comunitat Valencia”. No era un mensaje nuevo el de Camps, quien, al menos desde 2006, había puesto en marcha la estrategia de convertir a ZP en el gran enemigo de los valencianos con un argumentario basado en una idea: Si ZP no invertía ni daba agua ni financiaba lo suficiente a los valencianos no era por descuido ni porque tuviera otras prioridades, lo hacía por puro odio.
Esta idea la transmitían los populares en los mítines y en las campañas orquestadas de comunicados casi idénticos que inundaban los buzones de las redacciones, gestados en la sede de la calle Quart. Hasta que en 2008 lo dijo Camps en las Corts y pasó a constar en los anales de la cámara autonómica. Memorables fueron también la siguiente frase de Juan Cotino: “Cada viernes, el Consejo de Ministros toma una decisión en contra de la Comunitat Valenciana” y el colofón que puso al final de su carrera política Camps, cuando ZP ya había anunciado su retirada: “Es una mala persona”.
Creer que un presidente del Gobierno se levanta cada día pensando en cómo fastidiar a los valencianos es magnificar la importancia que para nuestros líderes nacionales tiene la Comunitat. Puede que Camps, de tanto repetirlo, llegara a convencerse de que lo de ZP era inquina, pero para sus compañeros aquello no fue más que una campaña que sumó muchos votos de valencianos poco interesados en política que se unieron a Camps frente al enemigo exterior, por encima de otras consideraciones como el despilfarro y la corrupción. Un poco como Artur Mas.
Y en estas llega Ximo Puig hablando de “persecución insólita” del Gobierno de Rajoy contra la Comunitat Valenciana, secundado por la consellera de Sanidad, Carmen Montón (“Rajoy tiene una clara intención de atacar a la Comunitat Valenciana”), y uno se acuerda de Camps y sus ridículas pero efectivas campañas. El enfado ha venido esta vez por el recurso del Gobierno ante el Constitucional de la norma valenciana que reabría a los inmigrantes irregulares la puerta de la sanidad universal que cerró el PP. Al admitir el TC el recurso, la disposición queda suspendida y deja a miles de inmigrantes de nuevo sin cobertura legal. Que el Gobierno recurriera sólo la normativa valenciana y no la del resto de comunidades -todas han universalizado de nuevo la Sanidad, excepto La Rioja- se debe a que lo hizo mediante decreto ley, igual que hicieron hace años País Vasco y Navarra, contra los que también recurrió el Gobierno y, por cierto, perdió. Es decir, una cuestión formal. Dice Montón que la Generalitat buscará otra fórmula legal y seguirá atendiendo a los inmigrantes, es decir, hará lo que toca, pero bien hecho. ¿Nos odia Rajoy? ¿Sacará votos Ximo Puig?
Lo otro, sobre todo lo de la infrafinanciación, no es odio, ataque ni persecución, es puro desinterés, que puede que sea peor porque no hay mayor desprecio que no mostrar aprecio. Fue Puig a La Moncloa a quejarse y Rajoy le habló de Cataluña porque es lo único en lo que piensa (Puig, por cierto, olvidó incluir en la lista de reclamaciones que se retirase el recurso contra el decreto ley de Sanidad que tanto le importaba).
Después de hacerle esperar cuatro meses, Rajoy le hizo un hueco al president entre Cifuentes, Garzón y Revilla. En contra de lo que es habitual, no salió la vicepresidenta a dar la versión gubernamental después cada reunión, sino que, cual si fuera el Grupo Mixto, compareció al final, cuando ya no quedan periodistas de la terreta. Estaban los de Madrid, que, obviamente, le preguntaron por Cataluña. Rajoy trató a Puig como trata a Joan Baldoví en el Congreso y le vino a decir que si quería hablar de dinero, fuera a ver a Montoro.
Puig pide ahora cita a Montoro, y el ministro se la da (para el martes). El actual president no estaba en las Corts hace dos años, cuando el portavoz socialista, Antonio Torres, le espetó a Alberto Fabra: “El señor Montoro no es nadie. Usted es el president de la Generalitat, y no tiene que estar perdiendo el tiempo con Montoros. Plántese delante del presidente del Gobierno; nos están chuleando, y no nos pueden seguir chuleando”. Maldita hemeroteca.
El caso es que cuando Puig vaya a ver a Montoro ya sabe lo que se va a encontrar porque lo ha leído en la revista Plaza, a la que el ministro ha hecho sus primeras declaraciones en años sobre lo que se ha dado en llamar el problema valenciano. En ellas, reconoce que la Comunitat está infrafinanciada pero no asume ninguna responsabilidad ni concibe que pueda haber una quita o condonación parcial de la deuda. “El Gobierno valenciano sabe que debe pagar toda la deuda”, afirma.
Y no es el único. Ángel de la Fuente, el experto que elaboró las últimas balanzas fiscales por encargo del Ministerio, quien convenció a Montoro de que los valencianos nos quejábamos con fundamento y quien defiende el déficit asimétrico para dar un respiro a la Comunitat, afirmó en una reciente entrevista en Valencia Plaza que de condonar deuda nada: “No me parece buena idea. Yo no perdonaría nada a ninguna comunidad autónoma. Considero que regalar dinero a las comunidades autónomas sin contrapartida genera unos incentivos muy malos”.
Es obvio que Montoro y Puig no van a discutir el martes, con la legislatura acabada, sobre la deuda histórica, sino sobre el FLA, cuánto y cuando llega. Pero en algún momento habrá que abordar qué hacer con el lastre de más de 40.000 millones de deuda. ¿Tenemos algún aliado en Madrid? ¿Qué dice Pedro Sánchez?