De definir la imagen de una ciudad a la neutralidad actual en sus diseños, un repaso a algunos míticos taxis del mundo
VALÈNCIA. Por su luminoso sobre el capó del coche, por el color y a veces casi por el modelo, adivinábamos a distancia que se acercaba uno para entornar los ojos comprobando si estaba libre antes de alzar el brazo con esa señal internacional de parar un taxi.
Los taxis de las principales ciudades del mundo, donde cuentan con décadas e incluso siglos de antigüedad, han sido testigos de la historia de países enteros contada carrera a carrera, memoria viva en base a anécdotas, trayectos y bajadas de bandera con un modelo que se fue transformando en paralelo a cada momento histórico tanto a nivel socioeconómico y empresarial como desde el punto de vista del diseño, ya que el coche a motor es más moderno que el invento del taxi y así lo ha reflejado en una constante evolución estética.
Este proceso de transformación del taxi influyó en la apariencia de las propias ciudades ya que los taxis son iconos urbanos de Nueva York, Londres o Barcelona porque representan el día a día, y no hay un relato sino cientos de historias, una cronología con dosis de romanticismo que se ha ido perdiendo hasta situar al taxi en un comprometido momento tanto por su imagen y reputación como por su supervivencia.
No hace falta más que esa secuencia de inicio de Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961) o la historia de Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976) para entender por qué el taxi es símbolo de Nueva York o por qué un diseño aplicado a un vehículo puede llegar a ser tan representativo. Históricamente son taxis porque son amarillos, y no al revés, aunque no fue hasta 1970 que no se obligó a unificar a todas las compañías de la ciudad en el color de sus vehículos, ya que hasta entonces el color era lo que identificaba a una u otra empresa privada licenciada por la comisión local TLC (New York City Taxi and Limousine Commission). La compañía que operaba con el amarillo, para poder distinguirse desde la distancia, fue la que por este criterio de diseño terminó por contagiar por normativa al resto para discriminar a los taxis ilegales frente a los licenciados.
De hecho, al principio estaban pintados de rojo y verde, en la actualidad hay un color alternativo al amarillo (medallion taxis), el verde, que se usa en los boro taxis desde 2013 para distinguir a los que pueden recoger pasajeros en áreas concretas de los cinco vecindarios.
Los taxicabs de Nueva York, que antes de coches fueron carros de caballos a imitación del modelo francés, dependen de empresas privadas, pero es la comisión TLC la que aprueba los modelos con los que pueden operar. Uno de los modelos más asentados en la historia reciente del taxi neoyorquino es el Ford Crown Victoria, aparecido en 2001 y descontinuado una década después, que, por concurso, será reemplazado del imaginario de la ciudad por la minivan customizada NV200 de Nissan con un diseño que seguirá manteniendo la línea continuista de los taxis amarillos.
El otro icono mundial del taxi, junto al de Nueva York, es el taxi negro de Londres, tan inglés como el Big Ben y secundario en las historias de Sherlock Holmes o las películas de James Bond, embajador de la corona británica y de ese carácter tan serio y formal de los ingleses.
Allí, la revolución del motor llegó con los primeros taxis motorizados de 1897 que, curiosamente, fueron eléctricos. Previamente y ya desde el siglo XVII los taxis tirados por caballos se conocían como hackney cabs, y el motor de combustión a gasolina se implantó en 1900 a imitación de los franceses, y a mediados del siglo pasado no encontramos un primer modelo estandarizado a negro (hacerlo en otros colores encarecía los pedidos) con la señal naranja en el capó que ya recuerda al taxi inglés actual que se llamó FX3. Posteriormente llegaría el FX4 hasta mediados de los ochenta, y ahora el diseño del taxi londinense se enfrenta a un importante hito en su longeva historia.
En la actualidad, la London Taxi Company ya ha anunciado el cambio de nombre para ser la London Electric Vehicle Company cuyos taxis volverán a ser eléctricos, y es que el nuevo modelo TX5, híbrido de momento e inspirado en su atemporal predecesor, se ha fijado el objetivo de eliminar los motores de combustión en un paso de gigante a la movilidad sostenible rebajando los niveles de polución de la capital inglesa.
Curioso que, siendo París la principal exportadora del modelo actual de taxi, en la cpaital francesa no haya un diseño de vehículo específico para identificarlos, siendo su luminoso sobre el capó la única forma de reconocerlos.
París fue quien contagió a Londres o a Nueva York con su modelo de empresarios dedicados al alquiler de transporte, primero a caballos y posteriormente con los primeros vehículos a motor, algo que también cruzó los Pirineos para establecerse en Barcelona o Madrid, con la peculiaridad de que en España el gran auge del taxi llegó en los años treinta del siglo pasado y con la gran debacle de la Guerra Civil.
El taxi de Barcelona es otro de los casos de diseño inmutable a lo largo de las décadas de su historia, que desde 1930 tuvo el amarillo y el negro como colores predominantes en la uniformidad de los taxis de la Ciudad Condal.
Los taxis modernos, no tirados por caballos, llegarían a Madrid poco después de a Barcelona, en 1909, y una franja roja identificaba su función de servicio público. Ya a mediados del siglo XX el reglamento fijó un nuevo diseño de la franja roja separando una mitad superior negra del azul oscuro de la parte baja, que posteriormente se unificó como todo negro con la franja roja.
A partir de 1980 y por una nueva ordenanza se definió el cambio de diseño a la actual franja roja diagonal cruzando las puertas delanteras de los vehículos blancos, un caso similar a lo que ocurriría también en València.
En València, como en Madrid, el SEAT 1500 fue el coche que revolucionó el sector del taxi gracias a su rentabilidad y buen precio. Por otro lado, fueron años un poco convulsos para el taxi por motivos políticos, ya que el régimen de Franco impuso uniformidad similar a la de la Falange para el gremio, no sólo con gorra o vestimenta azul sino con la bandera nacional cruzando el coche negro.
En paralelo a la historia del taxi madrileño, los taxistas se fueron desprendiendo de parte de la iconografía impuesta por el franquisimo, y así mismo los taxis pasaron de negros a blancos poco a poco en la década de los ochenta.
Para València y Madrid el blanco trajo ventajas sobre el negro, tanto para la venta de segunda mano de los vehículos como para los calurosos veranos antes del aire acondicionado de serie, pero el cambio de diseño obedeció a un intento por modernizar a un gremio que había quedado marcado. Por contra, la neutralidad actual del blanco requiere de alguna diferenciación adicional además del luminoso superior o del sutil logo de la Generalitat Valenciana en las puertas, y fue la inserción de publicidad en vinilos en los taxis valencianos lo que ha conseguido cierta distinción, aunque según los anunciantes, no siempre de forma positiva.
Esta imagen ahora tan perjudicada donde el taxi se juega su futuro en España en una huelga sin precedentes, coincide con que a nivel estético el gremio no tiene ningún buen criterio de diseño al que cogerse, y sus estándares de calidad no coinciden con la calidad exigida por el cliente, que ha visto que otros nuevos modelos de VTC, amenaza del taxi tradicional, sí le está ofreciendo. Además, compañías como Cabify han hecho una apuesta por el diseño totalmente innovadora en cuanto a su producto digital, interfaz y modelos de interacción, en una clara apuesta por el futuro del diseño y su visión del sector en cambio, donde además tanto sus vehículos como personal se detectan por una sobriedad y elegancia impoluta, aval de confianza para un nuevo tipo de cliente.
Parece que la competencia lo hace bien y el taxi no sabe muy bien qué hacer, animado y empujado a evolucionar con una sociedad a la que tanto debe por haber hecho del taxi un elemento tan popular como icónico. Es por esto por lo que sería una pena que se terminase por esfumar esa vertiente romántica que le damos al taxi y veremos si, teniendo todo el viento de su historia a favor, prefiere echar anclas y ver qué pasa, expectante ante lo que podría ser su propio funeral.