VALÈNCIA. Una cortina de humo se extiende por el Teatro Círculo. Tras su rastro deja la historia de cientos de niños robados por todo el mundo. Para contar su historia se esconden, tras las máscaras, los creadores y actores Haydeé Bañales y Sergio Claramunt, quienes, bajo la dirección de Patricia Pardo, se atreven a afrontar este relato en clave cómico-dramática, y que tendrá su estreno absoluto en València.
Para confeccionar esta historia, tal y como lo explica Claramunt, se han servido de cientos de testimonios reales para hablar de la inmigración, de los saltos entre fronteras y de la desaparición de niños como enclave final. ¿El reto? Contarlo todo sin apenas palabras, tapando su rostro y a través de algunas onomatopeyas. Desde la compañía ETC Teatro Físico, Bañales y Claramunt construyen sus propias máscaras con las que personificarán a decenas de personajes sobre el escenario.
En Fum cuentan la historia de una niña raptada y la lucha de su madre para buscarla. En medio, se ve reflejada la ineptitud de la policía, que no hace nada porque “están abrumados con tantos casos” y esto les sirve para hacer una crítica social sobre esta historia: “Hablamos sobre las niñas robadas y sus realidades, la mafia que hay detrás y el tráfico que existe. Muchas son violadas, otras matadas y a algunos adolescentes se los llevan a formar parte de la armada, -explica Claramunt- con la obra buscamos remover conciencias sobre este suceso”. Entre la lucha, el miedo y la desesperación, la obra se divide en dos actos para contar toda la complejidad del relato en el que el abuso de poder y la burocracia son personajes que también juegan un papel clave: “Abrimos la escena con varios personajes diferentes y en el segundo acto contamos solo con dos, el reto está en juntar dos historias diferentes en las que se contrasta el drama con la comedia”.
Comenzando con “algunos gags” y un poco de comedia captan al público dentro de este drama social. Más tarde, dan paso a la desaparición real y el momento de pánico. Con este contraste generan un relato de terror que se va hilando a través de la música: “La segunda historia es un melodrama que contrasta mucho con lo que comienza, con esto reflexionamos sobre cómo todas las historias empiezan bien y que sufren un completo giro más tarde”, señala Claramunt. Para esto, y tras las máscaras que construye junto a Bañales, juegan a adentrarse en una realidad dolorosa con la que criticar una historia de “hijos comunes” y que desaparecen. Una obra de teatro que habla sobre la búsqueda, la lucha, “el abrigo” y la desaparición, y que cuenta con el asesoramiento de Adriana Pozos, una doctora mexicana en Ciencias Políticas especialista en desapariciones forzadas.
Después de que se baje el telón, pretenden que esta crítica pueda calar hondo en el espectador quien, sin muchas palabras y centrando su atención, tiene que ser capaz de percibir el cambio de escenarios y la ambientación de esta historia. El estreno, que Claramunt lo vive como un “experimento”, les servirá para seguir trabajando y contemplar cómo reacciona la gente a esta propuesta escénica que busca “remover conciencias”: “Tenemos muchas ganas de que vea la luz y ver cómo la gente nos entiende tras las máscaras. Queremos jugar con todos los personajes y conseguir a través de ellos simbolizar las historias de abuso de poder y desaparición que marcan nuestro relato”.