Teatro y danza

Ana Rujas: "Me encanta trabajar con peso mental y emocional"

La intérprete sube a escena la adaptación de su libro homónimo y confesional ‘La otra bestia’ en La Rambleta

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VALÈNCIA. Ana Rujas (Madrid, 1989) exhibe a la actriz Gena Rowlands como fondo de pantalla, porque le gusta tener presente a las personas que admira. La última en integrarse en un panteón donde ya se encontraban la directora de escena Angélica Liddell y las escritoras Sylvia Plath y Anaïn Nin, ha sido la intérprete francesa Isabelle Adjani. La razón está en una película de culto en su filmografía, Posesión (Andrzej Zulawski, 1981), que ha servido de “referencia e inspiración total” para la adaptación al teatro de su libro La otra bestia.
 

Todas ellas son mujeres que han lidiado con lo monstruoso, con los aspectos sombríos, destructivos y reprimidos de la psique femenina. La materia prima del espectáculo con el que visita La Rambleta los días 30 y 31 de mayo es una colección de textos profundamente personales que Pedro Ayose y José Martret han convertido en una pieza confesional donde teatro, poesía, ficción y autobiografía se amalgaman.
 

El teatro ha sido el medio ideal para ese ejercicio de exorcismo íntimo. “Quería subirla al escenario para cerrar un capítulo, pero si Luis Luque (director artístico de NAVE 10 Matadero) no me llega a llamar, no la hubiera levantado -reconoce Rujas-. Necesitaba una visión de fuera, unos ojos que me alumbrasen de otra manera”.
 

Aunque la escritura de La otra bestia nació en soledad, nunca imaginó interpretarla en solitario. “Qué horror, no me apetecía nada hacer un monólogo. Ya lo había hecho antes y esta vez necesitaba estar acompañada, como cuando subí al escenario con María Pujalte para protagonizan De algún tiempo a esta parte... Fracaso, de Max Aub”.
 

Joan Solé y Teo Planell completan un triángulo amoroso atravesado por la frustración, el desencuentro y el deseo no resuelto. El resultado es, en opinión, de su protagonista, una pieza atemporal con una parte poética.
 

La historia gira en torno a una mujer, Sara, que se ha quedado sola tras la marcha de Marc, su marido, al extranjero. Cuando él regresa, ya nada es como antes. Su esposa ha cambiado. Tiene otros deseos y prioridades. Aunque Marc intenta reconstruir lo que fue, ese pasado ya no existe. 

 

 

Zulawski como guía para explorar la pérdida del yo en el amor

 

El impulso colaborativo entre Rujas y el tándem de directores encontró un ancla estructural  en el universo cinematográfico de Zulawski, especialmente en la citada Posesión y Lo importante es amar (1975), protagonizada por Romy Schneider. “En el libro hay muchos textos sobre el amor, la posesión y la pérdida de control por amar, y aquí se han mezclado con una historia de pareja”.
 

La otra bestia no es solo un ejercicio dramático, sino que incorpora cine en directo para retratar la herida emocional de una mujer contemporánea. Mientras los actores interpretan, la operadora de cámara Alicia Aguirre graba lo que sucede sobre las tablas, generando simultáneamente una película en blanco y negro filmada en una sola toma.
 

La profesional de la imagen ya desempeñó el mismo cometido con la obra La infamia, programada en el TEM en 2023, y donde la biografía de la periodista mexicana Lydia Cacho se convertía en teatro documental.
 

En este caso, el trabajo en directo de la cámara refuerza la intimidad del montaje y la audiencia asiste a un desdoblamiento de la narrativa y a una atención a las las miradas y los primeros planos poco habitual en el teatro.
 

El montaje exige un compromiso absoluto, no solo de ella, sino de todo el elenco. “Esta obra no permite medias tintas. Cuando la hicimos en Madrid durante más de un mes fue agotador, pero también muy transformador. Cada función es distinta, y cada noche es como abrirse en canal otra vez. Me encanta trabajar con peso mental y emocional, y en el teatro lo entregas todo cada día. Pero el público lo nota, y lo agradece”.

 

 

Su primera villana y su primera película como directora

 

Más allá del teatro, Ana Rujas se encuentra en un momento álgido de su carrera. Tras su celebrado papel en La Mesías, ahora encadena proyectos como 8, la nueva película de Julio Medem, y La buena letra, de Celia Rico, basada en la novela de Rafael Chirbes, y la serie de televisión argentina En el barro, de Sebastián Ortega, donde interpreta a su primera villana. La propuesta es un spin-off del drama policíaco El Marginal y está ambientada en una cárcel de mujeres.
 

“Fue un reto brutal. Me ofrecieron el papel después de ver La Mesías y me lancé. Me gusta ese vértigo: no saber si voy a poder. Ha de ser un disfrute o que me de miedo, y Argentina era un reto total, con un personaje muy fuerte, que cada día tenía que hacer algo loquísimo”.
 

En un sector donde sus integrantes se reivindican en el teatro, Rujas lo ha hecho en la televisión: “Cardo y La mesías han sido dos proyectos claves en mi carrera y gracias a ellos me han salido muchos más. Atresplayer está apostando por proyectos autorales, con mucha personalidad y Movistar Plus+ está haciendo proyectos buenísimos, aunque ahora hemos perdido a Domingo Corral…”, se lamenta por la destitución del que fuera hasta este pasado mes director de Ficción y Entretenimiento de la plataforma, y responsable de títulos de nuestro audiovisual celebrados por crítica y público, como Antidisturbios, La peste, Apagón, Vergüenza, Hierro, Arde Madrid, Rapa, La zona, El día de mañana, Poquita fe, Los años nuevos, Querer y Celeste.
 

La actriz y dramaturga se prepara para una nueva faceta artística, la dirección de cine. Su ópera prima se titulará El desencanto, como el documental de Jaime Chávarri desarrollado a partir de las entrevistas a la viuda y a los hijos del poeta falangista Leopoldo Panero. Pero no se trata de una versión, sino que toma la película de 1976 como inspiración. “No es una adaptación. Es algo nuevo, pero parte de ahí. 
 

En los preparativos para este debut ha incorporado a un nuevo referente, esta vez masculino, el de Klaus Kinski, cuyas memorias, Yo necesito amor, está leyendo. 

Detrás de su entrega artística hay también una historia familiar que la acompaña. Su padre, Miguel Rujas, encuadernador en Carabanchel, le transmitió el respeto por lo hecho a mano. “Me enseñó a cuidar cada detalle. Cuando entregaba un dossier, era como una obra de arte. Supongo que de ahí viene mi obsesión con que las cosas existan físicamente”.
 

Ana Rujas sigue tejiendo una carrera donde el riesgo es la norma,. Dirigir es su nuevo vértigo. “Celia Rico me ha inspirado muchísimo. De ella admiro su mirada, su templanza, su respecto... De los Javis, su precisión con los actores, trabajar con ellos es como estar en clases de interpretación. Y de Medem, la valentía de construir mundos propios. Trabajar con él fue una experiencia muy arriesgada, como si estuviera en el cuadro de un pintor y pertenecer a ese lienzo. De todos me llevo algo”.
 

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