Teatro y danza

Tendencias escénicas

Claire Ducreux: "Invitar a alguien al escenario es para compartir, no para ponerlo en una situación difícil"

El MIM de Sueca dedica a esta poeta escénica un tríptico que consta de una clase magistral, la proyección de una película escrita y protagonizada por ella y su último espectáculo

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VALÈNCIA. En la vida de Claire Ducreux, como en la de cualquiera, se han ido encadenando una serie de casualidades que con el tiempo han cobrado sentido y le han hecho formular frases que arrancan con un si condicional. De esas que también pronuncia cualquiera, pero que en su caso la han convertido en una habitual de la programación del MIM de Sueca. El componente azaroso que más nos interesa fue su encuentro con un clown catalán llamado Leandre que le hizo perder un tren, pero también descubrir el teatro de calle. La hasta ahora bailarina abandonó París y la danza para entregarse a las artes escénicas en la vía pública. Y aquí viene nuestro si condicional: Si Claire no se hubiera quedado en tierra aquel día, esta edición de la Mostra Internacional de Mim no le dedicaría un tríptico que consta de la impartición de una clase magistral y la proyección de la película Poèmes (Héctor Fáver, 2022) el 18 de septiembre, y de la representación de su ultimo espectáculo, el solo Fleurir les abîmes, el 19. Bienvenidos al universo de ternura, poesía, humor y movimiento de Claire Ducreux.

 

- ¿Hemos de ponernos tristes: nos hallamos ante tu despedida de los escenarios?
 

- En realidad, no. Fleurir les abîmes es mi última creación protagonizada por este personaje que me sigue desde que empecé y con este tipo de lenguaje físico que es una mezcla de danza y teatro visual. Simplemente es que por edad, hay cosas que ya no puedo hacer, así que lo que voy a intentar es tomarme un tiempo para encontrar otro lenguaje para seguir compartiendo y transmitiendo desde los escenarios, pero de otra manera.
 

- ¿Podríamos afirmar que Poèmes, el largometraje de 90 minutos escrito y protagonizado por ti, responde a un deseo de trascendencia?
 

- De una manera muy humilde, porque tampoco es una película que haya tenido mucho recorrido.  Esta película la he escrito durante muchos años. No obstante, no era tanto por dejar una huella, sino por compartir una mirada sobre este mundo del teatro de calle, que para mí es un concentrado de humanidad esencial, y por otro lado, es una invitación a estar más atento a las cosas para poder disfrutarlas. La idea es no consumir tanto, sino sentarse y tomar el tiempo que la vida te pone al alcance.
 

- ¿Buscas entonces ralentizar el tiempo con tu teatro?
 

- Me afecta mucho el ritmo del mundo tal como va hoy en día. Cuando, en realidad, a la mínima que nos paramos un poco y y miramos lo que hay de verdad, resulta maravilloso tal como es. En suma, me da pena que vayamos a la superficie de todo. Es como cuando estamos en el agua, que cuando más te mueves más te te quedas en la superficie, sin mirar en el interior. La gente que más amamos son nuestros hijos, porque hemos pasado tanto tiempo con ellos que los vemos los más guapos del mundo, pero también, porque los hemos mirado tanto que les conocemos. Pasa algo muy especial, al dedicarles tiempo y mirarlos de verdad, percibes su fragilidad.

 

 

- Frente a la hipérbole de nuestros días, la búsqueda de lo más difícil, lo más grande y lo más alto, entiendo que tú propones prestar atención a las cosas pequeñas.
 

- Tengo la sensación de que buscamos siempre lo espectacular, lo que va rápido, lo que suena fuerte. Ponemos mucho más énfasis en el esfuerzo de crear apariencias de vida en las redes que en vivir de verdad, así que tengo la sensación de que estamos vaciando la vida de sustancia.

 

- ¿Por qué crees que la sociedad aparta todo aquello ligado a la tristeza o a la fragilidad?

 

- Ser feliz va va de la mano de estar triste. Todo va junto. Un día, al terminar la proyección de la película, una mujer me dijo: "Gracias por autorizarnos a ser sensible”. Me emocionó mucho. Al público le propongo un tiempo en el que no hay que aparentar ni ser fuerte, sino ser lo que uno es. Hay como un relax, los espectadores y espectadoras sienten que tienen derecho a llorar, a sentirse frágiles, a no saber… Hay mucha imposición de la sociedad para ser de una manera y solo de una manera.

 

- La gestación de Poèmes respondió a una casualidad, Héctor, en principio, te llamó para que colaboraras en un proyecto poniendo la voz en off.
 

- Sí, en el proceso descubrí que para poner emoción en la voz, has de recorrer caminos parecidos a los que transitas cuando pones emoción a un gesto o una presencia física. Después de aquella colaboración, como fue tan bonita, me apunté a un taller suyo de cine y le hablé de mi guion, porque aunque me sentía capaz de buscar a gente, producir y organizarlo todo, no sabía realizarlo. Desconocía absolutamente el mundo del audiovisual: es extremadamente jerárquico, pero el resultado final respeta la esencia del proyecto.

 

- En 2023 denunciabas que en España se confunde esta disciplina con pasar el gorro y tener perros. ¿Percibes cambios?

 

- En España hay una maravillosa tradición de fiestas mayores, donde la diversión incluye el circo con payasos, pero lo que proponemos con el teatro de calle es algo un poco distinto, no tan directamente familiar o para niños. La percepción está cambiando poquito a poco y hay festivales que ayudan a ello, como el MIM o Tàrrega. En Francia, en cambio, es todo lo contrario, porque no sabemos de fiestas mayores.

 

- ¿En qué se diferencian la intimidad que se crea en la calle del vínculo que forjas en la sala?

 

- En la calle es más difícil conseguir intimidad. Estás en una situación más vulnerable, expuesta al ruido, al tiempo, a los imprevistos… Pero también estás más cerca de la gente. Nos vemos las caras. En una sala, en cambio, no los ves, porque las luces y el escenario te separan. Estoy enamorada de la calle, pero me encanta la sala, una no es mejor que otro, pero son muy distintos.

 

 

- ¿Cuándo se produce la magia en la calles?
 

- Se produce de repente, cuando unos pájaros cruzan el cielo de tu espacio justo en el buen momento, o entra un rayo de solo o yo que sé… Y el hecho de que todos veamos la misma pequeña cosa al mismo tiempo, lo vuelve mágico.
 

- ¿Alguna persona del público se resiste a participar en tus espectáculos?
 

- Diría que el 95 por ciento de la gente está dispuesta a jugar, pero hay gente que realmente no quieren y es un no rotundo. Yo nunca obligo a nadie. Lo notas ya solo en la manera en que te da la mano. En ese caso, le doy las gracias y lo dejo marchar. Invitar a alguien al escenario es para compartir un momento. No es para utilizarlo ni para ponerlo en una situación difícil. Por eso cada escena, aunque es la misma, se tiñe de un color distinto según la persona.

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