VALÈNCIA. En términos literarios, la definición de catarsis es "Efecto que causa la tragedia en el espectador, al suscitar la compasión, el temor u otras emociones". El Festival Bucles quiere recoger la amplitud del concepto pero sin hacer de menos la gran tragedia que ha vivido Valencia, la Dana. Por eso, bajo el lema "Catharsis: Liberar el cuerpo. Abandonar la piel", desde el festival de danza quieren comunicar "un proceso de reconstrucción simbólica asociado a la Dana, basado en la fortaleza colectiva, la solidaridad y la acción compartida". “La danza nos permite soltar lo que duele, dar forma a lo invisible y transformar la emoción en movimiento. Un rito donde cuerpo, mente y emoción se funden en un mismo pulso”, ha apuntado esta mañana Isabela Alfaro, directora del festival.
Su 13º edición está a punto de empezar y se alargará hasta el 11 de octubre con un programa de 40 funciones y una quincena de actividades paralelas. La gran novedad es que el festival se acercará a zonas afectadas por la Dana, "apoyando a comunidades y compañías afectadas". Concretamente, parte de la programación se trasladará a municipios como Benetússer, Alfafar y Picassent; además de destinar "el 100% de la recaudación de la jornada cultural del 28 de septiembre en la huerta a Al Grà, y el 50% de la taquilla en Bombas Gens y La Rambleta a apoyar a proyectos culturales en Municipios afectados", según ha anunciado la organización.
Además, el festival sigue abanderando la propuesta de acercar las artes vivas a nuevos públicos, poniendo en el centro la inclusión y la accesibilidad y la sostenibilidad. Sobre lo primero, Bucles lleva sosteniendo un programa de actividades paralelas y políticas de festival destinada a la integración de personas con discapacidad en su propuesta, tanto como público como desde la creación. Sobre lo segundo, desde Bucles están continuamente no solo proponiendo piezas que aborden la situación de cambio climático, sino también aplicando buenas prácticas para conectar públicos y creadores con la naturaleza.
Esta apuesta, sostenida en el tiempo, ha permitido, tal y como confirmó en la rueda de prensa de ayer Alfaro, generar nuevos públicos a los que no les resulta especialmente familiar las propuestas artísticas, pero se acercan al festival por su compromiso con estas cuestiones y la facilitación explícita de accesibilidad a todos los públicos. A la contra de crear un espacio de nicho, Bucles quiere ser ancho y que quepa todo el mundo.
“Reforzamos nuestro llamamiento a la inclusión y la accesibilidad con escenarios en València, y su área metropolitana, en los que prima la participación activa, así como la sostenibilidad con horarios de luz natural, bajo consumo energético y movilidad sostenible”, resumió ayer su directora.
El festival tampoco esconde cuáles son sus debilidades. Y principalmente es una: Bucles está sostenido prácticamente solo por instituciones públicas ("y no es porque no hayamos tocado puertas en el sector privado"). Y aunque están ahí la Generalitat Valenciana, el Institut Valencià de Cultura, el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana, el Museo de Bellas Artes de Valencia y Espai LaGranja, el Ayuntamiento de València, la Diputación de Valencia, o el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, entre otros, Alfaro reconoce la incertidumbre "porque todos los años hay que presentarse a las convocatorias y cada vez hay más competencia". En todo caso, la propia directora ha querido poner por encima de esto el agradecimiento y asegurar que hacen "todo lo que podemos".

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40 funciones de 35 compañías
La programación de esta XIII edición la componen 40 funciones en la que participarán 35 compañías: 17 valencianas; 14 de otras regiones como Cataluña, Región de Murcia, Comunidad de Madrid, Galicia, Andalucía o Asturias, y 4 internacionales procedentes de Italia, Bélgica, Francia y Estados Unidos. Lo harán posible un equipo artístico compuesto por alrededor de 120 intérpretes y creadores donde un 60 % son mujeres, un 45% tienen menos de 35 años, y más del 50 % son profesionales locales.
Además, la programación itinerante incluirá piezas coreográficas de corta duración en espacios públicos y singulares (museos, jardines, plazas y edificios emblemáticos), talleres de danza inclusiva, proyectos sociales, 5 residencias artísticas y 1 residencia técnica, certámenes, coloquios, masterclass, conciertos o jornadas solidarias en la huerta valenciana en 16 espacios: Centre del Carme Cultura Contemporània – CCCC, La Mutant, Escalante, Museo de Bellas Artes de Valencia, Universitat de València, Fundación SGAE, Bombas Gens Centro de Artes Digitales, Sala Carme Teatre, Espai Inestable, La Rambleta, Espacio Pluto, Centre Cultural El Molí de Benetússer, Teatre Agrícola de Alboraia, Centre Cultural de Picassent, Espai Algrà y El Consulado.
Entre las propuestas, destaca el estreno de Eva, con dirección coreográfica de la propia Isabela Alfaro, que promete "reescribir el mito de origen desde una mirada contemporánea. Dos Evas. Dos cuerpos que encarnan la multiplicidad de lo femenino: su capacidad para contener contradicciones, sostenerse en lo colectivo, ser al mismo tiempo raíz y revolución. Juntas representan un nuevo principio: nacido del deseo, no del sacrificio". También otras propuestas como Rodem? (Lola Boreal) y Lo quiero tó (La Turba), o el taller de danza inclusiva Lleugers (Toni Aparisi y Paloma Calderón).
El festival también presenta, en colaboración con UNRWA, la pieza Llars Invisibles, un espectáculo de la compañía valenciana Fil d’Arena que aborda el conflicto de Palestina desde una mirada artística accesible, generando espacios de diálogo sobre memoria histórica, derechos humanos y solidaridad global.