Teatro y danza

Poesía para un mundo nuevo en el estreno de 'El romancero gitano y otros deseos' en Sala Russafa

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VALÈNCIA. Federico García Lorca ha dejado un legado dramático imprescindible gracias a piezas como Yerma, La casa de Bernarda Alba o Bodas de Sangre. Pero Teatro Guirigai ha decidido bucear en otra parte de su producción literaria a la hora de llevar sus palabras al escenario. Sala Russafa acoge Del 21 al 23 de noviembre el estreno absoluto de El romancero gitano y otros deseos, una dramaturgia de Agustín Iglesias donde se integran versos de dos poemarios del autor granadino en una trama ambientada en la noche de fin de año de 1929.

El XV Ciclo Compañías Nacionales presenta la 60º propuesta escénica de esta veterana formación extremeña, con 46 años de trayectoria, que cuenta con la coproducción de la Junta de Extremadura.

El espectáculo trata de reflejar el optimismo, la apertura de mirada que proponía Lorca en El romancero gitano, absorbiendo influencias artísticas de la vanguardia, propias de un mundo en transformación y tomando la cultura tradicional como un punto de partida desde el que experimentar. En su juventud, en la ebullición artística que respiraba en la Residencia de Estudiantes la que después sería conocida como la Generación del 27, se vivía un momento histórico similar al cambio de siglo que supuso pasar al XXI: una crisis económica mundial, desafíos tecnológicos que transformaban aspectos cotidianos de la vida y la amenaza del conflicto bélico siempre presente, aportando cierta sombra a las luces del progreso.

Este paralelismo subyace en la dramaturgia del espectáculo que se estrena en Sala Russafa, donde once poemas del famoso poemario publicado por Lorca en el 1928, con un éxito inmediato, conviven con otros dos extraídos de Poema del cante jondo. Y todo desde la óptica que el propio autor tenía sobre su obra como “anti-pintoresca” y “anti-flamenca”, con una “aguja inteligente de burla e ironía”, según sus palabras en una conferencia ofrecida en el Ateneo de Madrid en 1934.

Con ese espíritu lúdico, abrazando la modernidad desde las raíces, El romancero gitano y otros deseos presenta sobre el escenario a tres amigos que celebran el fin de año de 1929 en el jardín de su casa. Magda García-Arenal, Raúl Rodríguez y Raquel Bravo se meten en la piel de estos personajes que brindan para que el cambio de década les traiga un mundo más libre, justo y avanzado. Se enfrentan a un contexto donde el jazz convive con el cuplé, las reivindicaciones obreras y campesinas con los privilegios de clase, y la emancipación de la mujer con el sempiterno techo de cristal. Un ambiente muy similar al contexto actual, donde la poesía de Lorca puede ofrecer las herramientas para ver la belleza de lo venido y lo por venir, donde la fuerza de su palabra puede dar voz a quien no la ha tenido ni la tiene todavía.

Con una ambientación musical ecléctica, una escenografía que traslada al público al frescor de un jardín fragante y un vestuario que hace referencia a la época, pero también a las raíces culturales de la poesía lorquiana, la puesta en escena se imbuye del compromiso estético y ético de Lorca, presentando al público un espectáculo que trata de conectar con lo político y lo humano, con lo personal y lo universal de los propósitos para un año (o quizás un mundo) nuevo.

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