VALÈNCIA. El Teatro Círculo acoge del 8 al 11 de mayo el estreno de Corto Fierro, el nuevo espectáculo de la compañía Lagartera Teatre, que presenta un retrato crudo y humano sobre la vida en las calles de Buenos Aires a través de la figura de Darío Tempori, un trabajador ambulante que sobrevive vendiendo perritos calientes en su carro portátil. Lo cotidiano, lo absurdo y lo violento conviven en este monólogo escrito e interpretado por Leo de Bari, bajo la dirección de Laura Bellés, que explora el momento en que un suceso desgarrador —la violación de su hija de trece años— lo transforma por completo y lo lleva a actuar más allá de los márgenes de la ley.
A medio camino entre el testimonio y la fábula urbana, Corto Fierro se construye a partir de una historia que se enraíza en un contexto social concreto pero activa preguntas universales: ¿es legítima la violencia como respuesta al daño?, ¿dónde empieza la justicia y dónde se confunde con la venganza?, ¿cuánto puede aguantar una persona sin romperse? Con un lenguaje cargado de oralidad y humor negro, el texto dibuja un personaje lleno de contradicciones, impulsado por el amor hacia su hija pero atrapado en un entorno dominado por el miedo, la sospecha y la desigualdad.
La propuesta apuesta por una puesta en escena sobria y directa, que sitúa al cuerpo y la palabra en el centro, apoyada por elementos escenográficos simbólicos como el carro que acompaña al personaje —diseñado y construido específicamente para la obra—, una cuidada iluminación y una canción final original que refuerza el tono poético y melancólico del relato. Corto Fierro es también una reflexión sobre el exilio emocional y el anhelo de regreso: el de quienes, como su autor, viven fuera de su país de origen y sienten que el retorno, aunque deseado, se vuelve cada vez más improbable por la percepción constante de inseguridad y desarraigo.
Con esta nueva producción, Lagartera Teatre vuelve a apostar por un teatro que parte de lo social sin renunciar a la potencia poética ni a la construcción artesanal. La obra nace del deseo de mirar hacia el otro lado del margen, hacia quienes tratan de seguir adelante a pesar del dolor, sin falsas redenciones ni moralismos, pero con una mirada profundamente humana. Corto Fierro no pretende dar respuestas, pero sí detenernos un momento en medio del ruido para pensar en qué mundo estamos construyendo y qué hacemos con las heridas que no se ven.