Teatro y danza

TENDENCIAS ESCÉNICAS

Una obra de teatro desentraña una incógnita en la tumba de la matemática Ada Lovelace

La compañía asturiana La Westia ficciona una conversación en la Sala Russafa entre la científica y su padre, el poeta romántico Lord Byron

Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

VALÈNCIA. En el ámbito académico, siempre se habla de que con la muerte de Ada Lovelace a los 36 años, nos perdimos a una científica sublime, pero el autor de la obra que glosa su vida del 7 al 9 de noviembre próximos en la Sala Russafa, César Alonso, opina que su ingenio no nos ha llegado en todo su esplendor no tanto por su temprano deceso como por su condición de mujer. 

“Hay matemáticos muy importantes, como Évariste Galois, cuyos descubrimientos y teorías están muy presentes hoy en cuestiones científicas a pesar de fallecer a los 21 años”, argumenta el dramaturgo, que también es parte del elenco de Ada Byron, la tejedora de números, junto a Ici Díaz, Francisco Pardo e Isabel Marcos.

A pesar de la desigualdad de género, Lovelace tuvo una ventaja frente a sus contemporáneas, su condición de miembro de la aristocracia británica. La madre de la informática actual era hija del barón Lord Byron. Así, a pesar de vivir en un momento histórico en el que sus iguales estaban excluidas de las labores intelectuales, Lovelace pudo estudiar disciplinas como idiomas y ciencias desde cría, y frecuentar a figuras históricas, caso de Charles Dickens, Michael Faraday, Mary Somerville y Charles Darwin.

“¿Puedes imaginarte cuántas Adas anónimas, que a lo mejor tenían esa misma capacidad o una parecida, no pudieron desarrollarla por cuestiones económicas? Lo que sucede es que además, por ser mujer, a pesar de que tenía contacto con científicos, no se le dio valor y muchas de sus investigaciones estuvieron 80 años en un cajón”, lamenta Alonso, que también es matemático.

Una madre antiesclavista, activista social y astrónoma

Lovelace parecía encaminada a una carrera ligada a las artes, pero su madre, que abandonó a Lord Byron por su infidelidad, recondujo a la niña hacia las ciencias. Anna Isabella Noel Byron fue así mismo matemática y astrónoma, antiesclavista y activista por los derechos de la mujer.

Pero es en torno a la relación con el poeta romántico sobre lo que versa este montaje de la formación asturiana La Westia que se alzó con el Premio Jovellanos 2023. ¿Por qué eligió la matemática ser enterrada junto a su padre, a pesar de haber perdido el contacto con él cuando apenas contaba un mes de vida? La obra intenta dar respuesta a esta incógnita desde el lecho de muerte de su protagonista, que en la recta final de su vida repasa su existencia, su vida familiar, sus relaciones amorosas, sus investigaciones y teorías.

El cuarto personaje de la propuesta teatral es el ingeniero Charles Babbage, con el que trabajó para desarrollar una máquina analítica, capaz de realizar cualquier tipo de cálculo. “Su intención era simplificar las cuentas, disponer de una calculadora infalible -desarrolla Alonso-. En la teoría era algo parecido a un ordenador, pero a mediados del siglo XIX todavía no había electrónica, todo era con rueditas, con engranajes que mal ajustados daban errores de cálculo”.

El dramaturgo apunta, a continuación, el papel que jugo Ada Lovelace en la ejecución en 1843 de un programa informático, resultado de su uso de los números de Bernoulli como ejemplo para crear el primer algoritmo de computador. La lástima es que nunca se llegó a poner en práctica, “ya que la calculadora mecánica de Babbage no fue un objeto físico hasta el siglo XX, en que se construyó en homenaje al científico londinense”.

Las matemáticas con salseo entran

En una carta a su madre, Ada Lovelace hacía referencia a la ciencia poética. Aunque encarrilada hacia los números, en sus genes empujaban por brotar las letras. Así lo plasma la pieza de teatro en una de las conversaciones ficticias entre padre e hija. En ese intercambio, ambos comparan las palabras poema y teorema. La respuesta de Lord Byron es de sorpresa por la similitud sonora. Su conclusión es que los teoremas son poemas de la razón, a lo que su primogénita responde que los poemas son teoremas del corazón.

“En ese guiño, quería comparar la satisfacción con la que los matemáticos vivimos la demostración de un resultado que llevamos persiguiendo mucho tiempo con la que debe experimentar un escritor al lograr plasmar lo que siente en un papel. Demostrar un teorema debe despertar sensaciones parecidas a terminar un poema”, se justifica el autor del texto. 

César Alonso ha aprovechado el salseo familiar para colar píldoras matemáticas en la representación. Algunas de ellas del interés del público aunque no esté versado en ciencias, como acertijos y paradojas, y otras aparentemente más duras. Comparte a este respecto que hay una parte de la obra titulada Los números de la verdad, “que no entiende nadie”, porque está explicada en términos muy científicos, pero, sin embargo, en las funciones se ha revelado como uno de los pasaje favoritos del público por la pasión que pone la actriz al formularlos. “Lo que espectadores y espectadoras suelen decir es: “Mira, no entiendo nada, pero no podía dejar de escuchar”.

Compensar la ausencia en la sepultura

Ada Byron, la tejedora de números se podrá ver en Valencia escasas semanas después de la programación de La fortaleza en el Teatre Rialto, un espectáculo de Lucía Carballal que también giraba en torno a la figura del padre ausente. “La pertenencia no se echa de menos, pero en la ausencia, hay cierto atractivo”, reflexiona el actor, que en la obra interpreta a Charles Babbage.

Anna Isabella Noel Byron nunca se reconcilió con su marido y ese extrañamiento se lo transmitió a su hija, pero no pudo aislarla de un mundo fascinado tanto con su figura como con sus obras literarias. El poeta murió cuando Ada tenía nueve años, pero a pesar de la falta de contacto entre ambas, quiso que la enterraran a su lado. 

“Yo me imagino a su madre, que era creyente, enfrentándose al hecho de que su hija eligiera pasar la eternidad junto a Lord Byron -reflexiona el responsable de esta ficción-. Debió sufrir aquella decisión y tener un gran conflicto personal, preguntándose si todo lo que había hecho por Ada había merecido la pena, porque no olvidemos que ninguna de las dos llegó a vivir una consideración como mujeres de ciencia”.

Recibe toda la actualidad
Valencia Plaza

Recibe toda la actualidad de Valencia Plaza en tu correo