À Punt, por lo visto, necesita ya una mano de pintura general, así que ha decidido contratar a una empresa externa para que le explique por qué no funciona. Serán 230.000 euros de nada
Sucedió hace algunos años. Al Palau de Les Arts se le ocurrió una idea más allá de lo habitual; una acción de márquetin cultural. Se trataba de organizar una mañana de ópera en el Mercado Central. Consistía en llevar algunos cantantes para que, desde determinados puestos de venta, sopranos y tenores cantasen arias y romanzas entre productos autóctonos. Su ejecución no era tan complicada. Total, negociar con la gerencia, alquilar una furgoneta, conseguir un camerino, llevar un play back y un regidor. La sorpresa fue que desde los despachos de los que había salido la iniciativa, se decidió contratar a una empresa externa para la materialización. Salió por un pico. Al parecer, todo un teatro de ópera era incapaz de ocuparse de la organización del evento.
Uno creía que cuando un equipo llega a un cargo o una institución por “méritos”, o uno de esos concursos de poca confianza que nuestros gobiernos organizan para justificar la colocación de turno, al menos lo hacía con ideas, experiencia y un proyecto sólido al que ha dado visto bueno el correspondiente tribunal. No lo parece. Ya no sólo por algunos fracasos sonados o “cantes” de complacencia comprobados -lo del Palau de la Música y la ausencia de valoración de méritos de los aspirantes a su dirección ya saben que ha terminado con sentencia firme contra el Ayuntamiento de Valencia- sino por lo que va saliendo a la luz pública.
El último caso es el de À Punt, esa televisión autonómica que no levanta cabeza, nació con mentalidad anticuada, prisas, defectos de forma y serie y va a terminar a este paso sumida en un fiasco monumental. Y aún piden más dinero.
Según contaba hace unos días Las Provincias, ahora el canal quiere adjudicar un estudio para que la nueva directiva, y de paso su Consejo de Administración, conozcan por qué casi nadie la “enchufa” y de paso valore su programación. Y ahí que van a pagar 230.000 euros arriba o abajo para tal efecto y efectuar una comparativa con el resto de canales regionales. A estas alturas, oigan!
A los de À Punt les gustar mucho sacar concursos públicos para lo que haga falta o le digan cómo solucionar carencias. Pero de pensar, poco. Si hay que sacarlo casi todo a concurso no sé para qué quieren tantos directivos en un ente que, como se dice vulgarmente, tiene más vaqueros que indios y apenas un 3% de audiencia.
Cualquier canal de televisión, tanto público como privado, con los índices de audiencia del nuestro ya habría chapado. Pero como nació para ser juguete político, algo que tampoco ha dado resultado, pues a hinchar el balance negativo e intentar pasar desapercibido.
Otra cosa es que À Punt, como su nombre indica, naciera a punto y su oferta tenga interés; o no se dieran cuenta en su día nuestras cabezas pensantes que la audiencia hoy está muy fragmentada y la televisión se consume de otra manera y no con espacios que sólo se miran el ombligo.
En este caso sería mucho más práctico o pragmático.
En mis tiempos de adolescente me apunté a un cine fórum. Era el más pequeño del grupo. Debuté con un ciclo de Sam Peckinpah. Al final de cada sesión se abría un debate. Todos los que allí estábamos nos lanzábamos a decir ocurrencias o efectuar reflexiones personales sobre lo que habíamos visto o entendido. Con mayor o menor acierto y conocimiento, por supuesto.
Así que, por experiencia le propondría a la Generalitat que dejara de lado la contratación de un plan para conocer los errores o carencias de À Punt y organizaría un tele fórum. El suyo propio. Ahorraríamos mucho.
Emulando la experiencia del Botànic y los “Ejercicios Espirituales” del Consell, animaría a sentar en una a sala todos los miembros del Consejo de Administración de nuestra actual televisión, junto a sus directivos, asesores y cerebros y los altos cargos de nuestra Generalitat a los que les corresponde financiar, supervisar y debatir en Corts sobre nuestra autonómica para celebrar un maratón de tele fórum.
Los tendría todo un fin de semana, salvo los break necesarios para cafetito y pastas, viendo de tirón y sin tregua la oferta de nuestro canal autonómico. Después abriría una brain storm. Llegarían a muchas conclusiones porque al parecer muy pocos de ellos la ven a diario.
Como agradecimiento les regalaría una bolsita con algo de merchandising. O sea, una gorrita, una camiseta y unos bolígrafos. Así, de paso, también harían algo de publicidad gratuita y más que necesaria y nos ahorraríamos una pasta que no ofrece retorno. Para eso les pagamos sueldo, dietas y complementos a la panda. ¿No?
Pero eso de abonar 230.000 euros por un trabajo que a quien le corresponde no lo hace, pues va a ser que no. No están los tiempos para caprichos y sí para mucha imaginación y lo que se llama productividad. Pero hay que desearlo.
Por cierto, sólo llevan dos años en marcha y ya están así.
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